Llegan remesas, se fugan cerebros
Carlos Iván Moreno

El Apunte Global

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Entre 2015 y 2020, alrededor de 800 mil mexicanos decidieron dejar el país, de los cuales, se estima que uno de cada cinco contaba con estudios de…

Imagen: El Economista.
Imagen: El Economista.

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El dinero que envían nuestros connacionales a México desde Estados Unidos ha llegado a cifras récord, sumando 19 mil millones de dólares tan sólo entre enero y mayo del 2021, 22% más respecto al mismo periodo del 2020. Estos recursos equivalen a 380 mil millones de pesos que, para ponerlo en perspectiva, son superiores a todo el presupuesto de educación pública en México.    

Qué bueno que haya solidaridad de nuestros paisanos en estos momentos de crisis pandémica y económica, pero hay poco que celebrar; mientras más se deteriore la situación económica acá, mayores serán los envíos de dinero desde allá.

Al mismo tiempo que aumentan las remesas, también lo hace la emigración y la “fuga de cerebros”: son cada vez más los mexicanos altamente calificados que deciden irse ante la falta de opciones, recursos y hasta respeto a su trabajo. 

Según la información publicada por el INEGI, entre 2015 y 2020, alrededor de 800 mil mexicanos decidieron dejar el país, de los cuales, se estima que uno de cada cinco contaba con estudios de nivel universitario o posgrado. Serían alrededor de 160 mil mexicanas y mexicanos calificados.  

remesas de migrantes mexicanos en estados unidos
Imagen: Conexión Migrante.

En el caso específico de la migración hacia Estados Unidos, de acuerdo con el Departamento de Seguridad Interior estadounidense, del 2018 al 2020, el número de visas para trabajadores mexicanos “altamente especializados” (principalmente personas con maestría o doctorado) aumentó 30%. Asimismo, de acuerdo con el CONAPO, del 2018 al 2019 el número de mexicanos con posgrado que residen en Estados Unidos se incrementó en 6 mil 579 personas.

La propia directora del CONACYT, María Elena Álvarez-Buylla, reconoció que hay alrededor de 30 mil científicos mexicanos fuera del país sin intención de regresar. Esto equivale al 85% de los científicos vigentes en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Tenemos casi la misma cantidad de científicos fuera que dentro del país; con escasos vínculos académicos en México.

Así como en México, la fuga de talento es un problema creciente en gran parte de los países de América Latina. El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) estima que hay aproximadamente cinco millones de médicos, ingenieros, arquitectos y demás profesionistas latinoamericanos que han abandonado su país de origen en busca de mejores oportunidades.

Particularmente destaca el caso de Brasil (un país que ha sido referente latinoamericano en la formación de científicos), debido a que, en los dos últimos años, la cantidad de investigadores brasileños que buscaron irse a los Estados Unidos con una VISA de trabajo “altamente especializado”, aumentó también en 30%, el nivel más alto en los últimos 10 años (The Economist).

fuga de talentos
Imagen: Red Mexicana para el Servicio Público.

Estamos haciendo muy poco para revertir la situación. A la par que aumenta la diáspora calificada, disminuyen los presupuestos para las universidades y centros públicos de investigación; precisamente los espacios donde encontrarían oportunidades nuestros científicos.

En Brasil, por ejemplo, el gobierno de Bolsonaro redujo el gasto público para el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Innovación y Comunicación (MCTI) en un 40%. Esto equivale a un recorte de 543 millones de dólares que afectó, principalmente, el financiamiento de las universidades públicas del país.

En México, como lo ha alertado la ANUIES, el déficit acumulado en los presupuestos de las universidades públicas estatales, de 2015 al 2021, supera los 22 mil millones de pesos. Más aún, los fondos extraordinarios para la innovación, la tecnología, la docencia y la investigación han disminuido 98%; prácticamente ya no existen.

Hoy más que nunca México, y toda Latinoamérica, necesita de sus académicos e investigadores –y de sus universidades– para enfrentar los retos que nos aquejan. Es necesario más apoyo presupuestal, certidumbre laboral y, muy importante, respeto a la ciencia y al trabajo académico.

No lograremos la deseada “soberanía científica” si nuestros científicos se siguen yendo del país.  

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