Inversión extranjera vs. política y polarización
Gerardo Gutiérrez Candiani

Zonas de Desarrollo

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El que nuestro país se aliste a crecer al 6% año y al 3.5% en 2022 se debe básicamente al efecto rebote, el arrastre del dinamismo de Estados Unidos a nuestras exportaciones y el volumen récord de remesas que envían mexicanos desde allá: “no es magia, es inercia”.

Imagen: Polemón.
Imagen: Polemón.

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Al darle vuelta a la página al proceso electoral de medio sexenio, saltan a la vista los grandes retos del país más allá de la política. Como la caída de la inversión productiva, sin dinamismo desde 2016, con marcada contracción desde fines de 2018 y tendiente al estancamiento en niveles históricamente bajos. Esto determina la poca tracción con que cuenta nuestra economía para una recuperación robusta y rápida, así como la ausencia de una perspectiva de crecimiento sostenido a las tasas que requerimos.

Recientemente se dio un debate interesante por la forma en que la Secretaría de Economía maneja la información de Inversión Extranjera Directa (IED). No es nuevo, pero fue revelador de la polarización política en que estamos inmersos: cómo funciona como un prisma que dificulta evaluar con realismo estos temas y actuar con oportunidad ante problemas y áreas de oportunidad.

El debate llamó la atención luego de que la dependencia destacó un incremento anual de la IED de 14.8% en el primer trimestre, lo que fue ostentado como gran logro desde el gobierno. A pocos días, analistas salieron a escena para señalar que, más bien, se dio una caída de 29.2%, según la información de la Balanza de Pagos, acabada de publicar por el Banco de México.

IED, México
Imagen: Alto Nivel.

El contraste no podía ser más marcado. Primer acto, un dato enaltecido incluso desde la conferencia matutina de Palacio Nacional, con el comentario de que los opositores necesitarían medicarse por el coraje ante la supuesta victoria. Segundo, el muy pronto desengaño de los “otros datos”.

En la polémica hay una gran dosis de confusión: la mezcla de cifras preliminares y revisadas. Sin embargo, también influye cómo los gobiernos –los anteriores, el actual y como se hace en todo el mundo– manejan los datos con fines de imagen, sin la debida precisión técnica. Las cifras difundidas por Secretaría de Economía –ahora como antes– son preliminares: con notificaciones de empresas que están sujetas a cambios. Las de la Balanza de Pagos corresponden al registro de entradas y salidas monetarias, es decir, con números observados o constatados. La novedad ha sido el divisionismo político que contamina la discusión.

Más allá de si son “peras o manzanas”

En efecto, en rigor se hacen comparaciones de “peras y manzanas” cuando se contrasta la cifra real del primer trimestre en 2020, actualizada tras un año, con preliminares del 2021. De ahí sale el “balde de agua fría” de la caída en vez del crecimiento que se pretendió lucir.

Sin embargo, también tiene razón la economista Valeria Moy, Directora General del IMCO, quien resaltó el comportamiento negativo de la IED con esa comparación, en su respuesta a los señalamientos –correctos– de la Secretaría de Economía y del Subgobernador Gerardo Esquivel al respecto: “¿Entonces por qué la Secretaría de Economía anuncia con bombo y platillo cifras MUY incompletas?”. Justamente porque, en rigor, tampoco es preciso, ni tiene sentido, contrastar cifras preliminares de dos períodos cuando ya se cuenta con la real o actualizada de uno de ellos.

más inversión en México
Imagen: Habitat.

A fin de cuentas, la aritmética de Moy con los datos de Balanza de Pagos resulta útil para tomar el pulso a una tendencia preocupante. Primer trimestre contra primer trimestre, las entradas de recursos del exterior a México en 2020 sumaron 16 mil 751 millones de dólares (observadas), mientras que este año (preliminares) quedaron en 11 mil 865 millones. Eso arroja la disminución de más de -29 por ciento. En cuanto a las salidas, en los mismos períodos, inversionistas mexicanos invirtieron en el exterior 592 millones en 2020 y mil 396 millones en 2021: un incremento de 135.8 por ciento. Así, habría una variación negativa en la IED neta de -35 por ciento.

Ese ejercicio podría resultar errado cuando se actualice el dato de 2021, una vez que podamos comparar “manzanas contra manzanas” dentro de un año. No obstante, parece más oportuno, para ayudar a entender dónde estamos, que contrastar dos cifras incompletas cuando ya se tiene una completa.

Al margen del debate técnico

Los hechos: el Inegi acaba de dar a conocer el dato de marzo de Inversión Fija Bruta, con crecimiento de 1.7% anual, rompiendo con 25 meses de descenso. Sin embargo, hay que acotar: partimos de un extraordinario efecto de comparación respecto a los peores momentos del Covid-19 y, como sea, cerramos el primer trimestre con caída de -4.9 por ciento. Asimismo, en el sector construcción, tan importante para el mercado interno y las cadenas de suministro de diversos sectores, se mantiene la larga racha de números rojos, con reducción anual de más de -6 por ciento.

Desde luego, la IED es una fracción de la inversión total (el año pasado, alrededor de 13% del total) y no necesariamente sigue el mismo comportamiento que la nacional. Pero en esta coyuntura no hay muchas razones para pensar que vaya por un camino divergente, tras una recesión global y con alta incertidumbre política interna, factor que inversionistas y economistas colocan como el más preocupante para proyectos de inversión en México.

inversión México, efecto rebote USA
Imagen: Infobae.

Tomemos en cuenta indicios como el que México lleva dos años consecutivos fuera de la lista de los 25 países más atractivos para la IED de AT Kearney, grupo en el que habíamos pertenecido por varios años. O la nueva caída en el Índice de Competitividad del Instituto para el Desarrollo Gerencial de Suiza, con la que acumulamos cinco escalones hacia abajo desde el 2019.

La inversión pública definitivamente no ha entrado como factor de compensación. Al contrario, como resaltó en primeras planas recientemente el diario Reforma: de enero a abril de este año bajó 3.2% anual, el segundo peor resultado en 10 años, mientras que los subsidios repuntaron 11.6%, al mayor nivel registrado.

Todo esto ocurre cuando en muchos países, destacadamente Estados Unidos, se viven verdaderos booms de inversión, de los que México podría y debería ser parte, pues contamos con ventajas comparativas muy atractivas para el restablecimiento y reconfiguración de cadenas productivas internacionales.

Inercia estancadora

Como destacó un artículo de Financial Times publicado el 15 de junio, “Biden helps Mexico enjoy break from economic gloom”, el que nuestro país se aliste a crecer al año 6% y al 3.5% en 2022 se debe básicamente al efecto rebote, el arrastre del dinamismo de Estados Unidos a nuestras exportaciones y el volumen récord de remesas que envían mexicanos desde allá: “no es magia, es inercia”.

En el artículo se hace énfasis en que no hay forma de elevar ese crecimiento al grado necesario sin más inversión privada, que representa el 86% del total, con el problema de que una vez que se diluya el efecto de comparación por la pandemia, lo inercial no alcanzará para crecer sostenidamente a tasas mayores a las de las últimas décadas, y probablemente ni siquiera para replicarlas. El elemento ausente es la inversión, de la cual la IED es representativa como catalizador.

incremento economía remesas
Imagen: Ciencia UNAM.

El FT registra un comentario de un miembro de la comunidad empresarial internacional en México que dice mucho más que las discusiones técnicas sobre la IED: “El ritual de traer al CEO global a México para anunciar una nueva inversión ha terminado. Hay una pausa. Nadie se va del país, pero tampoco nadie propone inversiones incrementales”.

Brinca la comparación con Estados Unidos, donde se espera continúe la ola de ofertas públicas iniciales de alto calibre y que los mercados bursátiles sigan al alza. The Wall Street Journal habla de una recuperación distinta a cualquier otra en la historia, impulsada por consumidores con millones de millones de dólares en ahorros adicionales gracias a los apoyos gubernamentales y negocios ansiosos por contratar. Su PIB solo cayó -3.5% en 2020, viniendo de un crecimiento de 4% en 2019, contra -8.5 y -0.1 por ciento en México, respectivamente. La Fed acaba de subir su estimado para el 2021 de 6.5 a 7 por ciento.

Podemos discutir mucho sobre metodologías sobre la IED, pero, más allá de las diferencias partidistas y la polarización, con lo que tenemos hay que diagnosticar la situación con realismo y trazar una estrategia pragmática para lo procedente. Al margen de la polémica técnica, es indudable que urge encontrar un remedio al desplome de la inversión en nuestro país y sus consecuencias para el crecimiento y el empleo.

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