Crecimiento aún robusto, inflación persistente, “normalización” gradual en los mercados, mayor énfasis en la sustentabilidad. Son los rasgos más marcados en la prospectiva de grandes actores globales del sector financiero en torno a la economía mundial en 2022. Aunque se presenta con riesgos importantes, también hay factores que pueden mantenerla a flote y avanzando. Lamentablemente, esa expectativa contrasta con un panorama menos promisorio para México.
Sobre la economía global, si bien el ritmo más rápido de recuperación quedó atrás, todavía hay margen para el crecimiento, con motores como un aumento del consumo a partir del ahorro forzado o compras reprimidas de un alto porcentaje de la población de países desarrollados y la reconstrucción de inventarios. Eso está en el análisis de un grupo como Goldman Sachs.
Para la calificadora de valores S&P Global Ratings, la economía mundial sigue en medio de un rebote sólido de la recesión provocada por la pandemia, aunque desigual: de hecho, estamos ante un crecimiento de la demanda que supera la capacidad de respuesta de la oferta, lo cual precisamente está detrás del empuje que hemos visto recientemente en la inflación, un fenómeno que puede demorarse.
En la prospectiva de Credit Suisse, el 2022 verá el comienzo de una significativa transición económica y financiera, y no sólo hacia una realidad post-Covid, sino también a una política monetaria “más normal”. Más aun, también transita a un enfoque mayor en la sostenibilidad, a medida que se asimila la necesidad de marchar más rápido en los objetivos frente al cambio climático; incluso en elevarlos, con el cero neto en Emisiones de Gases de Efecto Invernadero en mente. Con todo, esta perspectiva dista de ser pesimista: el crecimiento global debería seguir siendo sólido, impulsado por buena parte de los mismos factores que movilizaron la recuperación en 2021. El banco suizo apunta, por ejemplo, que en algunos sectores de la economía global, y en los mercados laborales en particular, aún hay un trecho importante por recorrer hasta su restablecimiento.
A flote
Un análisis de Charles Schwab Corporation, que con más de 6.6 billones de dólares en activos de clientes es uno de los tres mayores administradores de activos del mundo, junto con BlackRock y Vanguard, es más optimista. Recurre a una imagen marina para ilustrar la visión: “Es probable que una marea alta de crecimiento, ayudada por un cambio radical en la política fiscal, ayude a que la economía mundial flote de manera segura sobre las rocas de los riesgos en 2022, a pesar de las oleadas de preocupaciones que emanan del COVID, la inflación, escaseces y las subidas en las tasas”.
BlackRock había mantenido su perspectiva para la inversión en 2022 con una postura proriesgo para buscar más ganancias, con la visión de un reinicio global de la economía cada vez más amplio y que el mercado de tasas de interés reales negativas duraría más. Acaba de cambiarla, para reducir la toma de riesgos, ante lo que considera un nuevo régimen de mercado diferente a cualquiera que haya habido en medio siglo. Sin embargo, prevé otro año de rentabilidades positivas para los capitales, junto con baja para los bonos.
El análisis de esta firma, responsable de más de 9.5 billones de dólares en activos de inversión, hay que aprender a vivir con la inflación, que podría asentarse por encima de los niveles prepandémicos. Espera que los bancos centrales inicien alzas en las tasas, pero serán más tolerantes a las presiones de precios, con los tipos de interés real todavía en niveles históricamente bajos. Eso respaldaría los activos de riesgo y la renta variable. En particular, sugiere no confundir las señales de distintos eventos –reaperturas, nuevas cepas de virus, inflación impulsada por la oferta y nuevas políticas de bancos centrales– para evitar malinterpretar la inflación: no perder de vista el fondo, sin menospreciar los riesgos coyunturales o transitorios.
En la perspectiva de Vanguard, el mayor gestor de fondos mutualistas del mundo, el programa de reducción gradual de las compras de activos que viene haciendo la Fed en los mercados desde marzo del 2020 para inyectar liquidez a la economía –el famoso tapering–, prepara el escenario de un aumento de las tasas de interés hacia fines de 2022. Para renta fija, sus proyecciones de rendimiento nominal anualizadas a 10 años para los bonos de Tesoro estadounidenses van de 1.2 a 2.2%, y para deuda soberana de economías emergentes, de 2.3 a 3.3%. Respecto a los valores bursátiles, en Estados Unidos estima retornos de entre 2.3 y 4.3%; en mercados desarrollados fuera del estadounidense (sin cobertura), de 5.2 a 7.3%; en emergentes (sin cobertura), de 4.2 a 6.2%.
En el análisis de esta firma con alrededor de 7 billones de dólares en activos bajo administración, la inflación se mantendrá por encima del 2% hacia fines de 2022, pero las alzas salariales podrían impulsarla más arriba. Sin embargo, espera que la recuperación económica de Estados Unidos continúe, aunque a un ritmo más lento.
Crecimiento desigual
Lamentablemente, la perspectiva para México y otros países, sobre todo entre los emergentes y en desarrollo, no es tan promisoria como la de Estados Unidos, la Unión Europea y el promedio mundial. Principalmente porque estas economías se mantienen muy por debajo de los niveles de PIB de finales de 2019, como resalta S&P, que considera que saldrán de la pandemia con una pérdida de producción “permanente”: “estarán en un camino más bajo. La principal causa de este resultado fue la falta de espacio fiscal y de gasto, lo que provocó la pérdida de gastos no reemplazables”.
Recordemos que nuestro país es uno de los pocos que no tuvieron un paquete fiscal importante para ayudas a familias y empresas ante el embate del Covid-19 y la recesión de 2020.
Razón de más para estar atentos a los grandes riesgos globales que enumera una firma como Barclays, la cual, de cualquier modo, espera un crecimiento global relativamente alto, de 4.5%, básicamente porque, si bien Estados Unidos y China podrían ya haber alcanzado los picos en su recuperación, otras economías tienen espacio para crecer más, destacadamente Europa e India.
Los cinco grandes riesgos en su análisis son: inflación, factores que podrían atenuar el crecimiento, mayores alzas en las tasas de interés de los bancos centrales, exigencias acentuadas de la transición energética y elementos de la geopolítica, ante tensiones como la chino-estadounidense.
Para el 2022, Goldman Sachs considera que el PIB mundial aumentará 4.5%, más de un punto porcentual por encima del potencial; S&P, 4.2%. Las principales economías desarrolladas deberían crecer rápidamente hasta mediados de año y luego moderar el paso gradualmente. Para Estados Unidos, Goldman Sachs pronostica un 3.8%, que sigue siento un crecimiento muy importante, de acuerdo a sus niveles históricos recientes; el pronóstico de S&P Global está en 3.9%. Para la Eurozona, ambas estiman un 4.4%.
Para el Reino Unido y Japón, S&P espera crecimientos de 4.6 y 2.3%, respectivamente. Se anticipa un desempeño lento en China, con probabilidad de que el mercado inmobiliario se debilite aún más: S&P espera que avanzará 4.9%; Goldman Sachs, 4.8%.
Sobre otras economías emergentes (BRICS), esta última firma destaca que en Brasil las condiciones financieras se han endurecido y se avecinan elecciones potencialmente conflictivas. Es más optimista sobre la India, debido al importante potencial de recuperación, y Rusia, por el empuje del sector de petróleo y gas. Estos son los pronósticos de S&P: Brasil, 0.8%; India, 7.8%; Rusia, 2.7%. Para contrastar, la expectativa para México está en torno al 2.8% (Encuesta de Banco de México).
El peso del cambio climático y otras nuevas exigencias y realidades
Como se observa en el caso de Barclays y otras prospectivas, la transición a fuentes de energía limpias se ubica entre los factores principales a seguir, a la altura de la inflación. En concreto, el esfuerzo para lograr emisiones cero en 2050, que incluso es ubicado como uno de los elementos que inciden sobre la inflación actual. Para el análisis de BlackRock, implica un shock de oferta que podría desarrollarse durante décadas.
Así, la crisis energética de las últimas semanas, como se ha vivido en Europa, respondería en buena parte a esta transición. En su lado positivo, para BlackRock implica crecimiento más alto y un impulso a la rentabilidad por varios años gracias al “desplazamiento tectónico” de capital para la reestructuración de las economías, mientras la desinversión de sectores con alta huella de carbono generará intermitentes disrupciones y presiones inflacionarias.
Junto con este motor activado por el cambio climático, se espera que también siga desarrollándose el enfoque de responsabilidad ambiental, social y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés) en el mundo corporativo y de las inversiones, lo cual implica nuevas exigencias, pero también oportunidades.
Tanto como el rápido crecimiento y potencial disruptivo de la revolución digital: supone riesgos por cambios vertiginosos que ponen a prueba la capacidad de adaptación de empresas, personas y países, pero también abre oportunidades inéditas. Simplemente pensemos en áreas como la tecnología financiera (fintech) y el comercio electrónico. No únicamente por el desarrollo de las tecnologías en sí, sino por la incorporación de las capacidades que éstas activan para que negocios de todo tipo las aprovechen y rentabilicen para innovar, abrir de nuevos mercados, diversificarse y crear nuevos productos, canales de venta, encontrar fuentes de financiamiento más accesibles y a mejor relación de costo, y mucho más.
Motores fiscales históricos
A pesar de los riesgos y la volatilidad, no por nada el análisis que referimos de Charles Schwab habla de los años consecutivos más fuertes desde principios de la década de 1970 para el PIB mundial, que pronostica crecerá al 5%. A los ahorros acumulados por consumidores y empresas, añade el apoyo fiscal adicional en Estados Unidos, Europa, Japón e incluso en China. “La teoría económica establece que cada dólar incremental gastado por un gobierno más allá de lo que recauda debería impulsar la producción económica al menos en esa cantidad”, dice atinadamente.
Y aunque la política monetaria puede comenzar a endurecerse, dicho ejercicio prospectivo, como otros, apunta a que la retirada de las medidas de expansión de la liquidez será lenta. Incluso destaca que las presiones inflacionarias podrían disminuir a lo largo del año, con mercados que pasan de escasez en la oferta, como los actuales cuellos de botella en las cadenas de suministro, a excesos hacia la segunda mitad del 2022. Para la inversión todo eso tendría un sentido de revaluación: “históricamente, cuando el crecimiento global está por encima de la media, las acciones internacionales se comportan bien, incluso cuando esa tasa de crecimiento se está desacelerando”.
Además del potencial de crecimiento relacionado con las necesidades del cambio climático, hay que tomar en cuenta que los legisladores estadounidenses acaban de aprobar un paquete de infraestructura de un billón de dólares para inversiones en transporte, banda ancha de Internet y provisión de servicios como agua.
Por si no fuese suficiente, hay buenas probabilidades de que también aprueben la otra parte del mega paquete del presidente Joe Biden: con presupuesto ya aprobado en la Casa de Representantes y ahora en revisión en el Senado, engloba el impulso a la transición energética a fuentes limpias y vehículos eléctricos, más la reconstrucción del sistema seguridad social. Se estoma que serían cerca de dos billones más en inversiones y gasto desde el gobierno.
Para México, todo esto implica grandes oportunidades y un potente motor económico que puede ser fundamental para compensar el estancamiento en el consumo interno y el desplome de la inversión.
Como se advierte, no se prevé un escenario de estanflación global. Al contrario. Hay riesgos y volatilidad, pero a cambio de oportunidades únicas. Sin embargo, para el caso de un país como el nuestro, leer equivocadamente el clima económico global, y mantener uno interno que acrecienta los riesgos de inversión, sí puede abrir la puerta a la estanflación a nivel local. Máxime si damos la espalda a los motores más robustos del desarrollo económico en este momento y hacia delante. Si en vez de montarnos en la ola de la reconfiguración energética, vamos al revés, a los combustibles fósiles, y a los mayores riesgos que son inherentes a las economías emergentes, agregamos los de más incertidumbre por la politización y menos seguridad jurídica.
Estamos a tiempo de montarnos en las tendencias favorables, pero el tiempo corre.
Fuentes:
https://www.goldmansachs.com/insights/pages/outlook-2022-the-long-road-to-higher-rates.html
https://www.credit-suisse.com/microsites/investment-outlook/en.html
https://www.schwab.com/resource-center/insights/content/2022-global-outlook-slowing-but-not-slow
https://advisors.vanguard.com/insights/article/marketperspectivesdecember2021
https://privatebank.barclays.com/news-and-insights/2021/november/outlook-2022/
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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