Hace unos días se publicó el Informe anual de riqueza global del Credit Suisse Research Institute, el cual muestra cómo fue la recesión económica por regiones y países durante 2020, América Latina y México incluidos.
El Instituto considera sorprendente que en medio de la mayor recesión productiva mundial en casi un siglo, la riqueza financiera aumentara 7.4% promedio global; mientras caía la producción de satisfactores reales, subían las ganancias en dinero, una incongruencia que el Instituto atribuye al alza de las acciones bursátiles en Estados Unidos, Europa y China, alza que habría sido resultado de las políticas monetaria y fiscal anticíclica que los gobiernos pusieron en juego para tratar de sortear la crisis sanitaria y la recesión económica.
La verdad es que las ganancias financieras han superado a las de la economía productiva todos los años de este siglo XXI, a excepción del 2008; es una incongruencia que crezcan las ganancias en dinero más que las productivas, pero es parte de la crisis por la que atraviesa el capitalismo desde hace varias décadas.
Los aumentos en riqueza dineraria resultan de la especulación en los mercados financieros, que en plena pandemia alcanzaron récords animados por las tasas de interés cercanas a cero y sobre todo, por el “generoso” apoyo fiscal que se otorgó a empresas y familias, supuestamente para que pudieran sortear la recesión económica y la crisis sanitaria.
Lo que sucedió fue que una parte sustantiva de los apoyos fiscales a empresas se destinó a adquirir activos financieros, con frecuencia a la recompra de sus propias acciones; por su parte, las familias de los millonarios y súper millonarios también compraron más acciones de valores y se hicieron más ricos y las familias de clases medias no abandonaron el confinamiento para salir de compras y ahorraron parte de los cheques que les enviaba su gobierno.
Un caso ilustrativo de la “sorprendente” incongruencia de una economía que produce menos bienes y eleva sus ganancias en dinero es el de Estados Unidos, que perdió 3.5% de su PIB en 2020, pero le redituó ganancias del 9.9% a quienes tenían activos financieros, más del triple que la pérdida del PIB en el año.
Una conclusión obvia que el banco apunta, es que “las medidas de estímulo del gobierno a menudo han beneficiado a quienes menos necesitaban el apoyo público, lo que ayudó a que sus activos crecieran en valor a pesar de la recesión económica”.
Los más ricos fueron los que mayores ganancias obtuvieron. El dato más elocuente sobre el descontrol en que está la concentración de la riqueza en el mundo, es que el 1% de los 5.300 millones de adultos que pueblan la tierra –o sea, 56 millones de personas–, son poseedores del 45% de toda la riqueza personal global. En contraste, 3,000 millones de congéneres carecen en absoluto de riqueza.
La política económica que repartió a manos llenas recursos públicos para transferirlos a empresas y familias, y alimentó la especulación financiera, provocó un aumento sin precedentes de la deuda pública; en Norteamérica pasó del 108.2% al 127.1% del PIB en Estados Unidos y del 86.8% al 117.8% en Canadá.
México y Brasil fueron las economías más recesivas de América Latina durante el 2020 pandémico, semejantes en eso, a pesar de la enorme diferencia en la política que cada gobierno siguió ante la recesión y la pandemia.
México y Brasil, para decirlo pronto, siguieron caminos opuestos; según el FMI, el gobierno de López Obrador habría transferido apenas el 1% del PIB en apoyos fiscales y monetarios a empresas y familias, mientras que el gobierno derechista de Bolsonaro habría asignado 7 por ciento del PIB a esos menesteres.
Los resultados son que el PIB de México cayó 8.2% y el de Brasil 4.1%, pero los pronósticos de rebote y sobre todo, de poder sostener el crecimiento económico más allá de 2021, anticipan un mejor desempeño mexicano, según el Banco de México y el FMI; nada es claro todavía, pero hay consenso en el mundo en que mucho dependerá de la capacidad de los gobiernos para salir de la trampa de la concentración de la riqueza y del ingreso, y para diseñar políticas pertinentes de fomento a las inversiones públicas y privadas.
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