Europeos insumisos ¿Revive la lucha de clases?
Nydia Egremy

Cristal Geopolítico

94 opiniones • veces leído

Los europeos en lucha repudian a Emmanuel Macron, Rishi Sunak y Olaf Scholz, artífices de las políticas liberales que, día con día, precarizan su vida.

Lectura: ( Palabras)

Hoy sucede lo impensado: británicos, franceses y alemanes se rebelan masivamente contra sus gobiernos. Escala el disgusto de millones, los que hasta hace poco eran los privilegiados de las tres grandes economías europeas. Para unos, esto roza con la ‘inconformidad subversiva” y para otros, es el renacimiento de la lucha de clases.

Decididos a exhibir en la calle su decepción con la clase política de sus respectivos países, los insumisos europeos se reconocen víctimas del capitalismo corporativo, cuya actual fase financiera-especulativa es antagónica con su desarrollo y el Estado de Bienestar.

Los europeos en lucha repudian a Emmanuel Macron, Rishi Sunak y Olaf Scholz, artífices de las políticas liberales que, día con día, precarizan su vida. Ninguno de ellos ha dado respuesta convincente a sus desencantados conciudadanos.

Y lo peor, es que se muestran intransigentes e insensibles. De ahí la sublevación.

Los insurrectos en Berlín, Londres y Paris actúan de forma innovadora y nada convencional. Aunque la mayoría se identifica con la izquierda constitucional, se inter-relacionan con todos los sectores, prescinden de colectivos y sindicatos que por décadas los representaron y tienen sus propios medios y códigos de comunicación. ¡Van por la libre!

En Reino Unido, el enojo de los trabajadores ha escalado desde 2002. Critican a los últimos gobiernos por su falta de voluntad para evitar el deterioro en el nivel de vida. Por primera vez en décadas, miembros del Servicio Nacional de Salud tomaron calles de las principales ciudades para denunciar su precaria situación.

El 1 de febrero, médicos, enfermeras y camilleros protagonizaban un inédito paro laboral. Se les sumaron unos 70 000 profesores universitarios, maestros de 23 000 escuelas, miles de operadores ferroviarios, aeroportuarios y de otros sectores.

Sus exigencias son elementales – diría el célebre Sherlock Holmes a Watson -: contra la inflación al alza, incremento salarial y fin a la degradación de los servicios públicos. “El país no está contento y eso se siente en las calles” confesaba un taxista británico a la corresponsal de CNN.

Al otro lado del Canal de la Mancha, hace tiempo va in crescendo la inconformidad con Emmanuel Macron. Los trabajadores le reprochan sus progresivas políticas que desvalijan el marco de beneficios ganados hace más de un siglo.

Macron, para ganar su segundo quinquenio, y contener el avance de la ultraderecha de Marine Le Pen, en su campaña prometió aumentar la edad de jubilación. La Primera Ministra, Elisabeth Borne, diseñó la propuesta, que rechaza más del 70 por ciento de franceses.

Ese es el origen del 7M, el paro general y la masiva movilización de 3.5 millones de franceses contra el plan del huésped del Elíseo. Cada uno de esos participantes en las marchas por ciudades francesas, se opone a esperar dos años más para jubilarse.

“Nada justifica una reforma tan brutal” afirmó el secretario general de la CFDT, una de los ocho principales sindicatos franceses (con la CGT, F=, CFE-CGC, CFTC, UNAS, FSU y Solidaires).

Pese al éxito en su objetivo de ‘Parar al país’, porque camioneros cerraron el paso a 300 ciudades, los ferrocarrileros impidieron el tránsito en todo el país y millones denunciaban que la medida es injusta y cruel, un día después el Senado aprobaba la reforma de Macron.

Así, desde el 1 de septiembre la edad de jubilación subirá gradualmente tres meses por año hasta llegar a 64 años en 2030. Y para gozar de una pensión completa, se deberá haber trabajado 43 años a partir de 2027.

Esa reforma presagia una confrontación entre gobierno y trabajadores. Algo es seguro: Macron ya perdió su capital político; hasta Le Pen le reprochó que fue elegido “gracias a la izquierda”.

El icónico Jean-Luc Mélenchon la llamó “grave regresión social” y pese al desencanto, hay convicción entre los trabajadores de seguir en lucha. El final es de pronóstico reservado.

Como Macron, el premier británico Sunak se mantiene en el centro-derecha y no hay visos de cambio. Es paradójico el reciente acercamiento e intención de relanzar las relaciones Londres-Paris, luego que en septiembre la antecesora de Sunak, Liz Truss, dudase en considerar a Francia ‘amigo o enemigo’.

En lo que ambos políticos no han dudado es en respaldar al régimen de Ucrania. Pese a su alicaída economía, el premier británico ofreció sus tanques Challenger 2, de tercera generación. Esos carros de artillería se usaron en Irak y retornan a Europa tras sus operaciones ofensivas en Kosovo y Bosnia-Herzegovina.

Y en un segundo plano aún resuenan en Alemania los ecos del ‘Otoño Caliente’ contra el canciller Olaf Scholz. Entonces, ciudadanos de extrema izquierda y derecha coincidieron en protestas contra el alto endeudamiento, el alza de precios – por el boicot al petróleo ruso – y a la ayuda militar a Kiev.

Aunque Scholz anunció un plan de 200 000 millones de euros pra enfrentar la crisis energética, los altos precios en la electricidad y su efecto en otros sectores profundizaron el disgusto social.

Hoy, la multi diversa estrategia contestataria de los insumisos profundiza el temor de que desemboque en Berlín una ‘Primavera Ardiente’. La inflación ya es imparable, justo cuando se prolonga el conflicto que Estados Unidos mantiene contra Rusia en Ucrania. He ahí el dilema para los tres grandes europeos, pues su alianza con Washington estaría en vilo si se confirma la re-edición de la clásica lucha de clases.

Más columnas del autor:
Todas las columnas Columnas de

Una respuesta a “Europeos insumisos ¿Revive la lucha de clases?”

Deja un comentario

Lo que opinan nuestros lectores a la fecha