El cuadro más caro del mundo, subastado en 450 millones de dólares, es falso. El Salvator Mundi, atribuido a Leonardo da Vinci, “Es del taller, pero no es de la mano de Leonardo”, es la conclusión a la que llegaron los investigadores del Museo de Louvre de París al analizarlo con un acelerador de partículas, lo más avanzado para estudiar obras antiguas. En 2017 cuando subastaron la pintura escribí que no era de Leonardo.
No es necesario un acelerador de partículas, es evidente que las teorías de Leonardo se contradecían en esa obra. El asunto es que el jeque árabe que pagó por la pintura esa cantidad obscena, está disgustado porque el acelerador de partículas fuera insobornable, a diferencia de los “expertos” que lo autentificaron.
El periodista francés Antoine Vitkine reveló en un valiente documental que el heredero saudí Mohamed Bin Salman, presionó al gobierno francés para que expusieran la pintura en el Louvre, al lado de la Mona Lisa y la autentificaran. No lo hicieron en una muestra de ética artística. Es una práctica común que para autentificar una obra falsa se pagan a unos “expertos”, inventen su dictamen, posteriormente la expongan, una vez catalogada, y luego esa obra se considera auténtica. Es un lío, porque así la obra no sirve ni para tapar un hoyo en la pared, vaya, ni para imprimir calendarios o ceniceros.
Tranquilos, aquí tengo la solución: hacer el museo “Money is the artwork” para las obras más caras del mundo. Las salas expondrán las obras por su precio, no por autenticidad, cronología, autoría o estilo. La curaduría se irá modificando según vayan los precios en subasta. La publicidad dirá que en ese museo guardan más dinero que en todos los bancos de varios países del Tercer Mundo. Al final del recorrido, entre las actividades educativas estará jugar a la subasta, una nueva versión del Monopoly, y en los souvenirs habría fajos de dólares y euros con obras de arte impresas al reverso. En este museo la calidad de la obra no cuenta, así que las obras carísimas del vulgar Jeff Koons estarán expuestas como lo merecen, igual que la falsa calavera de diamantes de Damien Hirst. Lo que no cabe son las “novedosas obras de arte digital” en NFT o el token para especular y robar, porque se desplomaron en una semana a menos del 70% de su valor.
Es lo que esta gente quiere, que digan que se queman cientos de millones de dólares en los casinos que son las subastas de Christie’s y Sotheby’s, no compran arte, compran fama, prestigio, y un objeto que pueden revender en dos horas. En el museo “Money is the artwork”, el Salvator Mundi estaría salvado de su desprestigio.
Es inimaginable que el príncipe saudí, experto en hacer negocios, en tratar con vendedores de armas y espías ultrasecretos, no supiera que sus “expertos” lo estaban engañando, es más lógico pensar que conocía la verdadera provenance del cuadro, y su falsa atribución. Así es el mundo de los negocios, money is a funny game.