Educación Superior, el petróleo chino
Carlos Iván Moreno

El Apunte Global

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Mientras acá seguimos discutiendo sobre la pertinencia del inglés en las escuelas, China se ha convertido en el principal emisor de estudiantes internacionales y el tercer receptor de estudiantes de…

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El gobierno de México está obsesionado con el petróleo, el de China con la educación superior. Siempre hay dinero para las prioridades. En un contexto de austeridad extrema, la noticia providencial del mes de mayo fue la adquisición de una refinería extranjera, Deer Park en Texas, por 600 millones de dólares (12 mil millones de pesos; el presupuesto de la Universidad de Guadalajara durante un año). Esta vieja refinería, junto con la de Dos Bocas, asegurarían el oro mexicano: los combustibles fósiles. Se estima que el proyecto de Tabasco costará unos 10 mil millones de dólares (200 mil millones de pesos; cuatro veces el presupuesto de la UNAM).

Los chinos invierten más de esa cantidad al año, unos 16 mil millones de dólares, en educar a más de 372 mil estudiantes en las mejores universidades de Estados Unidos. Los mexicanos no destinamos ni el 1% de lo invertido por China para enviar a sus estudiantes a formarse en las universidades norteamericanas de clase mundial (tan sólo 524 millones de dólares). De hecho, México no reluce por su gasto en educación superior: de 2019 a 2021, el crecimiento presupuestal en este rubro fue apenas de un 2%; y el de Ciencia y Tecnología no sólo no aumentó, sino disminuyó un 12%.

La educación superior es el oro chino. A inicios de los 60, mientras gozábamos del “milagro mexicano”, el gigante asiático sufría la peor hambruna de su historia. Sabemos lo que pasó después: las reformas de Deng Xiaoping hicieron de China una superpotencia, y la educación fue clave. En la década de los 90 China se propuso crear universidades de clase mundial, con los Proyectos 211 y 985, y en 2015 el Double First Class University Plan. De igual manera, en 2010 se lanzó el Plan Nacional de China para la Reforma y el Desarrollo Educativos a Mediano y Largo Plazo (2010-2020), el objetivo: edificar uno de los sistemas educativos más fuertes del orbe. En el XII Plan Quinquenal se establece que China debe ser “uno de los países más competitivos en talento del mundo”.

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Deng Xiaoping (Foto: Chandler Asset Protection Ltd).

Este tipo de iniciativas han tenido resultados visiblemente favorables. Por ejemplo, la matrícula de educación superior creció más del mil por ciento de 1990 a 2019 (de 3.9 a 46 millones de estudiantes). Además, al menos 42 universidades chinas han logrado posicionarse en el grupo de universidades de clase mundial, seis de ellas en el Top 100 del ranking QS (ninguna universidad mexicana está dentro de este Top 100).

Mientras acá seguimos discutiendo sobre la pertinencia del inglés en las escuelas, China se ha convertido en el principal emisor de estudiantes internacionales y el tercer receptor de estudiantes de otros países. La movilidad de estudiantes chinos representa el 17.8% de la movilidad a nivel mundial, mientras que la proveniente de México representa apenas el 0.1%. Alrededor de un millón de jóvenes chinos se encuentran en las mejores universidades del orbe, de los cuales una tercera parte se encuentran en Estados Unidos, principalmente en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Por otro lado, se calcula que en 2019 China recibió más de 200 mil estudiantes, mientras que México recibió sólo 7 mil (UNESCO 2021).

china y educación
Imagen: Mundo Agropecuario.

México envía apenas 34 mil estudiantes al extranjero. De 2018 a 2021, el número de becas para posgrados nacionales cayó 31% y para internacionales disminuyó 58%. Este año, el CONACYT reporta sólo 2 mil 265 becas para estudios fuera del país. 

El gigante asiático busca que su política de generación de talento sea redonda. Beijing logra repatriar al 78% de estudiantes; y, además, impulsa medidas como el “Plan de los mil talentos” para contratar investigadores internacionales de alto nivel en sus universidades. En cambio, nuestro gobierno parece no tener una política clara para evitar la fuga de cerebros.

Con lo gastado en Dos Bocas y Deer Park, podríamos invertir en el programa de talento científico más grande de Latinoamérica. Eso sí sería soberanía científica. Se vale soñar.

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