Es posible que nuestro amigo lector en su vida diaria hoy tome decisiones de compra influenciado por su deseo de disminuir la degradación del medio ambiente, mediante el uso de productos que provienen de materiales reciclados o reutilizados y de esta forma está contribuyendo a promover circularidad en la economía.
La humanidad se ha dado cuenta por fin, del grave deterioro que le hemos causado a nuestra tierra, por nuestro modo desordenado de vida, de altísimos niveles de consumo y de ahí que ha tomado fuerza el concepto de sustentabilidad. Relacionado con esto surge el término de la economía circular, en el que se le busca dar al ciclo de producción y de consumo de bienes un manejo responsable, buscando entre otras cosas reducir la cantidad de materiales vírgenes usados en la fabricación de productos y alargar la vida útil de los mismos y una vez cumplida esta, buscar que los componentes que les dieron origen sean reutilizados en la fabricación de otros productos y de esta forma minimizar aquellos que terminarán como residuos.
Claramente lo anterior, contrasta con el sistema que actualmente predomina para la producción y el consumo que se conoce como lineal, donde tomamos elementos vírgenes de la naturaleza para producir bienes y después de un periodo cada vez más corto de uso, los desechamos y terminan en incineradores o en tiraderos de basura. Sobra decir los altísimos efectos nocivos que este modelo tiene, sobre las reservas de recursos naturales y el altísimo consumo energético para su transporte y disposición final.
Hoy en día, de cara a los compromisos de desarrollo sustentable suscritos por muchas naciones ante la ONU, con objetivos definidos para el 2030, es necesidad imperante de nuestras sociedades transitar hacia una mayor sustentabilidad, y hoy podemos afirmar que todos de una forma u otra estamos avanzando, aunque algunos lo hagan a pasos más lentos. Sin duda Europa lleva la delantera y está en plena transición, mientras que México y latinoamericana estamos aún en desarrollo.
En el tema del manejo de los residuos, y que abona a la circularidad, existen varias estrategias que pueden seguirse para buscar la reducción de estos, y aunque todas aportan al objetivo, sin duda hay algunas de mayor impacto y por lo tanto más deseables, como se aprecia en la gráfica a continuación.
Si hablamos de aquellas estrategias de menor valor que se ubican en la parte baja de la gráfica, encontramos todos aquellos esfuerzos que se han dado para: i) la separación de la basura, ii) para la creación de rellenos sanitarios evitando se tire la basura a cielo abierto, iii) trabajos con los pepenadores para separación, revalorización y reintegración de ciertos materiales, entre otras estrategias.
Asimismo, cuando hablamos de reciclaje, todos somos conscientes y hemos participado muy posiblemente en campañas o iniciativas para fomentar el reciclaje por ejemplo de botellas de PET, donde los esfuerzos de la sociedad, de las autoridades y de la industria refresquera, han logrado disminuir en forma muy importante la basura que estos envases generan.
Todo lo anterior, aunque muy relevante y loable, queda corto aún respecto del concepto pleno de circularidad, que está mayormente relacionado a los dos conceptos de mayor valor agregado como son la reutilización y la prevención.
Sin duda la reutilización va de la mano del reciclaje, ya que implica que debe crearse un sistema de suministro que permita recolectar los materiales para darles un nuevo uso, ya sea para convertirlos en el mismo producto o en productos diferentes. Seguro se nos vienen a la cabeza un gran número de productos que se han fabricado mediante la reutilización de materiales reciclados tales como:
- ∙ Calzado y textiles hechos de fibras de plásticos reciclados, o de cueros reciclados
- ∙ Césped de estadios, hechos de fibras plásticas o desechos
- ∙ Baldosas con materiales reciclados de construcción
- ∙ Reutilización de aceites para fabricar biodiesel o regeneración de estos
- ∙ Cientos de productos fabricados con materiales reciclados de vidrio, aluminio, cartón, etc.
Sin duda, la estrategia de mayor valor está relacionada con la prevención, es decir evitar que existan desechos y esto se logra con mayor circularidad; hoy es posible prevenir desde la etapa de diseño del producto, buscando sean fabricados con menor consumo de materiales, buscando asimismo alargar su vida útil, utilizando componentes intercambiables y reemplazables, que faciliten su reparación y de utilizar obviamente la mayor cantidad de materiales reutilizables.
Este esfuerzo por cambiar del modelo de economía lineal al de economía circular parece sencillo en teoría pero es de difícil implementación en la práctica, ya que conlleva trastocar muchos elementos del ciclo de producción y de consumo modificando la manera en que funciona hoy en día, desde: i) la procura de las materias primas y las cadenas de suministros, ii) cambios en los modelos de negocio, iii) cambios en los procesos productivos, iv) cambios en patrones de consumo, y asimismo v) cambios en la cadena de manejo de desechos y su revalorización.
De poco sirve que alguna empresa modifique su modelo de negocio, sus prácticas de procura, sus cadenas de suministro y comercialización para fomentar la mayor utilización de materiales reciclados, si esto resulta en productos que puedan tener un mayor costo, y/o que su diseño o materiales utilizados, no resulten del agrado del consumidor.
Tenemos que asegurar que la tendencia actual hacia una mayor circularidad se adopte en cada uno de nuestros países y se establezca como un objetivo prioritario y que se generen toda una serie de regulaciones e incentivos que favorezcan que todos los miembros de la sociedad incluyendo empresas e individuos encuentran una motivación para propiciar este cambio. En adición a esto, será necesario realizar un fuerte esfuerzo de educación a la población, que nos permita adoptar este concepto tan valioso de la circularidad. México cuenta desde el 2019 con una Ley General de Economía Circular que ofrece ya un marco normativo y debe ayudar a facilitar la transición; ahora sólo es cuestión de poner las manos a la obra.
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