Cuatro temas importantes
Luis Wertman

Construcción Ciudadana

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Si la capital del país fuera una persona, tendría colapsadas las venas y las arterias, con una esclerosis crónica que no deja pasar casi nada.

Lectura: ( Palabras)

La Ciudad de México es el centro del país en muchos sentidos, pero su futuro depende de atender enormes necesidades y enfrentar constantes retos del tamaño de una de las ciudades más pobladas del mundo. Resolverlos no solo afecta a la capital, sino a todo el país, simplemente porque debe seguir siendo el referente nacional y el estandarte de una nación.

Una metrópoli, que se constituyó gracias a la migración de millones en busca de una mejor vida, necesita consolidar el rumbo que toma y hacer de sus políticas públicas, comportamientos ciudadanos que se vuelvan hábitos que construyan un tejido social sólido y equitativo. Ir en esa dirección de crecimiento para la mayoría, demanda enfocarse en cuatro retos principales –de muchos que se derivan de estos– para continuar siendo punta de lanza en el desarrollo del país.

El primer desafío es el cuidado del agua. Aunque debiera estar en nuestra consciencia, el auténtico milagro de abrir la llave y que salga el líquido todavía no es lo suficientemente apreciado por los capitalinos, que lo vemos como un servicio proporcionado por el gobierno a cambio del pago de nuestros impuestos, cuando en realidad hablamos del uso responsable del recurso más importante para nuestra supervivencia.

En el próximo sexenio, al menos, uno de los grandes objetivos debe ser consolidar una cultura del cuidado del líquido vital y la adopción de hábitos ciudadanos para cosecharla, protegerla y distribuirla con justicia. Sin agua, perdón que insista, cualquier otro tema acerca de la Ciudad de México es irrelevante.

El segundo no es ninguna sorpresa: la movilidad. Si la capital del país fuera una persona, tendría colapsadas las venas y las arterias, con una esclerosis crónica que no deja pasar casi nada, tal y como nos ocurre cuando queremos circular de un punto a otro en “horas pico” que ya son casi todas las del día.

Urgen obras de mantenimiento y urgen más grandes obras; felizmente, ya se han puesto sobre la mesa las iniciativas de construir segundos pisos en las salidas hacia Puebla y el Estado de México; la construcción de un monorriel y la de un macro túnel que desahogue el paso del transporte de carga.

En este sentido, se deben tener presentes las principales demandas chilangas con respecto a sus autoridades: tapar los baches; banquetas en buen estado; alumbrado público suficiente y encendido; recolección de basura y reciclaje; y retiro de automóviles abandonados. En estos problemas cotidianos está el 70 por ciento de las quejas vecinales en la Ciudad de México, no importa la alcaldía a la que nos referimos.

En la historia de la capital ya contamos con el antecedente del Segundo Piso, de la recuperación del Centro Histórico y del nacimiento del Metrobús en avenida Insurgentes; después vinieron tres años de un mantenimiento mayor a ejes, avenidas y vías primarias, a la par de una extensión en varios tramos de la obra emblema arriba del Periférico que hoy sigue conectando con el Estado de México y con la salida hacia Cuernavaca.

Punto aparte es la atención permanente al Metro y a la red de autobuses, trolebuses y tren ligero, que son un servicio básico para millones de personas. Esta red es el pulso de la capital y hemos comprobado que nuestro ánimo como chilangos está vinculado estrechamente con estos tipos de transporte. Lo que pasa en ella nos afecta o nos beneficia a todos. Y no olvidemos otras formas de traslado, en particular la ampliación en kilómetros de ciclovías, la bicicleta puede ser la solución para varios problemas a la vez.

El tercer tema, no porque sea menos relevante, es la seguridad. Sin embargo, lo ubico aquí desde la visión ciudadana y la corresponsabilidad con la que debemos actuar en los próximos años. De nada sirve todo el esfuerzo, o la falta de éste, para tener calles seguras, si no hay un incremento notable en la denuncia de delitos y de faltas administrativas.

Sentirnos seguros y disminuir la incidencia delictiva no es un asunto solo de patrullas, policías y pistolas. No hay delito que prospere, sin alguien que lo tolere. Lamentablemente, al no ejercer nuestro derecho, que es también una obligación, de interponer una denuncia, dejamos que quienes buscan afectarnos se salgan con la suya.

Por supuesto deben existir mecanismos, ya hay casos de éxito en el pasado, para denunciar de manera segura, sin temor a represalias e incluso de manera anónima, para que esa información se convierta en inteligencia y en materia jurídica para proceder en contra de quien infringe las normas.

Hemos avanzado mucho en estos seis años para recomponer el tejido social y contar con un entorno más seguro en la Ciudad de México, pero los siguientes tendrán que ser de consolidación de la cultura de la denuncia y de la participación ciudadana eficiente y efectiva.

Y el último tema a seguir es continuar con el sentido social de todas las acciones que se lleven a cabo. Las y los chilangos pusimos el ejemplo al darle visibilidad a las y los adultos mayores; a las jefas de familia, a las y los jóvenes y segmentos de la población que antes estaban olvidados. La política de desarrollo social ha sido clave para el progreso capitalino y modelo para el resto del país. La sociedad más politizada de la República puede dar varios pasos hacia delante y hacer de derechos y decisiones sociales, la base para que las nuevas generaciones cuiden y disfruten una de las capitales más incluyentes, tolerantes y de mejor calidad de vida del planeta. Todo a partir de estos cuatro temas. Si hay más, abramos el diálogo.

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