Cerca de una crisis sin retorno

Si logramos superar pronto, y ojalá así sea, los estragos de la pandemia por COVID-19, nos enfrentaremos a una crisis mucho mayor.

Fotografía: Getty Images
Fotografía: Getty Images

Michael González

Lectura: ( Palabras)

La crisis de la pandemia por COVID-19 ha acaparado los esfuerzos de todos los gobiernos a nivel mundial y no es por menos, está crisis sanitaria le quitó la vida a más de 3 millones de personas e hizo pedazos las economías de muchas naciones. 

Aunque México no es un verdadero ejemplo de manejo de la pandemia – con una de las tasas de mortalidad más alta a nivel mundial – y mucho menos en la agilidad del proceso de vacunación, que hasta el partido en el poder Morena la ha utilizado como campaña política.

Aún así, la tendencia de contagios, en las últimas semanas, viene a la baja y es algo que se debe de celebrar porque esta pandemia nos impactó en muchos sentidos y ojalá se puedan superar los estragos lo más pronto posible y conseguir la inmunidad colectiva vacunando a la mayor parte de la población.

Pero este extremo enfoque en la atención de la pandemia, ha derivado que se desatiendan otros problemas igual de graves y estos se vayan empeorando poco a poco. 

Uno de ellos es la sequía que estamos afrontando, una de las peores de las cuales se tengan registro, que pone a 15 entidades federativas en riesgo de quedarse sin agua. 

Cerca de una crisis sin retorno
Fotografía: JUMAPAG

El llamado ¨Día Cero¨, esta frase que se utiliza para referirse cuando una ciudad se termina el suministro y acceso libre de agua potable para comenzar a ser racionada, está más cerca de lo que esperamos y si no se toman acciones correctivas que surtan efectos para revertir esta tendencia, estaremos ante una catástrofe sin dimensiones.

El agua no es como cualquier otro recurso, es finita y está de nuestra parte cuidarla para que, en un futuro, su acceso pase de ser un derecho para ser un privilegio. 

Responsabilizar a los verdaderos culpables

Afortunadamente no está tan cercano el escenario catastrófico de alcanzar el estrés hídrico, pero eso no significa que no nos preocupemos o que esperemos a que el problema lo tengamos en frente para empezar a tomar acciones. 

También es cierto que la culpa de este problema no recae sobre las ciudadanas o ciudadanos, porque nuestro consumo, aunque lo debemos de moderar, no se compara con lo que gastan y consumen las grandes industrias.  

Es una falacia decir que somos nosotros quienes provocamos esta situación por no cerrar la llave al momento de cepillarnos los dientes, dejar perder agua cuando nos duchamos y esperamos que salga el agua caliente, entre otras acciones.

Que si bien, son acciones que podemos cambiar por el propósito de hacer más eficiente el uso que le damos al agua o: ¨hacer más con menos¨. Es evidente que debe haber consciencia colectiva de nuestra parte. Pero también hay que exigir a nuestros gobernantes que promulguen leyes para racionar el acceso de este recurso a grandes consorcios que la desperdician. 

Por ejemplo, la industria minera, una de las actividades que mayor impacto tiene sobre el medio ambiente, extrajo 437 millones de metros cúbicos de agua, cantidad suficiente para surtir del vital líquido a una población de más de 10 millones de personas durante un año.

Pero, a pesar de esa astronómica cifra, la actividad minera no es la que más agua consume o desperdicia. De acuerdo con la ONU y la UNAMla industria de producción y la agricultura consumen la mayoría del agua que se utiliza en México

Por parte del sector agrícola, se desperdicia más del 57% por la infraestructura obsoleta. La industria de producción es la que más contamina, la equivalente a la generada por más de 100 millones de personas. 

Temas de interés:
Todas las columnas Otras noticias de

Deja un comentario

Lo que opinan nuestros lectores a la fecha