La teoría se materializa, se comprueba y abre paso a la tesis. En varias ocasiones he especulado que en el proceso de superficialidad y especulación que vive el arte, iba a llegar un momento en que el dinero sería la obra de arte. Las cifras estratosféricas en las subastas hacen famosas a las obras no por su importancia estética, sino por el precio que alcanzan en las pujas entre compradores y especuladores, han trastocado y pervertido el concepto de “valor”. Lo más ridículo es que los artistas VIP, tan humanos y consientes, se desgastan cuestionando el capitalismo, del que ellos son producto y del que medran para vender sus irrelevantes objetos y acciones con precios que no corresponden a su calidad.
La cuestión es: ¿qué vale más? Y el artista conceptual VIP Niclas Castello en una epifanía de lucidez e inspiración, se respondió a sí mismo: el oro. Eureka. Con pocas ideas, a Castello le gusta copiar, si pinta imita a Basquiat, lo cual no es muy difícil y su única escultura son unos labios como los de Dalí, en sillones, pisa papeles, etcétera, etcétera. Ante esa sequía creativa decidió prestarse como pantalla de los especuladores, y mandó hacer un cubo de oro de 24 kilates, de 186 kilos de peso y valuado en 11.7 millones de dólares. El ultra publicitado artista VIP, no ha revelado de dónde sacó el dinero para pagar ese oro, ni qué banco se lo vendió, ni ha mostrado certificado alguno, una movida tipo la calavera de diamantes de Damien Hirst. En resumen, los artistas VIP son capaces de convertir cualquier cosa en oro. Ellos fanáticos del proceso de las obras en esta ocasión omite mostrarnos el apasionante proceso de comprar ese oro, fundirlo, trasladarlo, etcétera, etcétera.
El cubo, nos dice la luminaria Castello, no será vendido, hay un NFT sobre el cubo que sólo podrá ser adquirido con su moneda virtual “Castello coins”. La operación es simple, el cubo es el gancho para que su moneda, o de quién en realidad sea, exista y adquiera valor en la operación de venta. El golden cube fue exhibido en Central Park de Nueva York, y los neoyorquitas se murieran de la risa, en esa ciudad es muy difícil impresionar, con famosos en cada calle, o por lo menos gente que parece famosa, un cubo no les sirvió ni de selfie. Lo acaban de llevar a Venecia, aprovechando la Bienal de arte, ahí lo develaron con gran pompa. El cubo seguirá de gira. En las dos ciudades se han portado muy bien, y nadie ha tratado de robarlo.
Solicitamos que el próximo destino sea la Ciudad de México, que lo lleven al Zócalo, y se lo den en custodia y avaluó a la Mafia de Tepito, y si ellos dicen que es de oro, entonces es de oro. En un performance lo van a desmaterializar en menos de 3 minutos, colocando en su lugar otro cubo de aluminio pintado de dorado. La desaparición se sumará al discurso conceptual demostrando que el arte está en la mirada del espectador. En el supuesto que el artista haya mentido y no sea de oro, la Mafia tendrá un método para enseñarle el camino de la verdad.
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