El fascismo de la corrección política está determinado a destruir el arte, la literatura y el conocimiento para imponer su visión de la sociedad y de la realidad. Las dictaduras totalitarias ya habían utilizado ese método de censurar los libros y las obras de arte críticas o que no se alineaban a sus fines demagógicos. La diferencia es que el día de hoy es la sociedad misma la que está censurando. Es una minoría que juzga y decide qué es “contrario a las ideas de la actualidad” o que “lastima sensibilidades” y tiene más peso que el resto de la población y que la Historia del Arte.
En Florida despiden a la directora de una escuela por mostrar al David de Miguel Ángel como obra del Renacimiento. La consideró pornográfica el padre de un alumno. La familia de Agatha Christie ha autorizado que los editores “revisen” sus libros y retiren de ellos palabras “ofensivas” para algunos grupos. Los libros infantiles de Roal Dahl, autor de Matilda y Charlie y la Fábrica de Chocolate, les han mutilado palabras como gordo, loco, feo. Calificar a un personaje femenino es agresivo y peligroso. La hiper sensibilidad contemporánea no está capacitada para leer ficción como una realidad paralela creada por un artista.
La corrección política, por un lado, abrazan a la ignorancia y por otro están obsesionados con el arte, la literatura, el cine, todo debe ser “actualizado”, por eso ya existen versiones “feministas” de los clásicos, y están censurando a filósofos por misóginos. El lenguaje “inclusivo” excluye coherencia, destruye la sintaxis, acaba con la dramaturgia y la poesía, pero sirve para que un grupo se sienta cómodo, y falsamente incluido. Dicen que no es censura, que debemos “adaptarnos a los nuevos tiempos”, y esos grupos deciden qué son esos tiempos y cómo debemos vivirlos.
Estos fascistas están violando los derechos de autor y los derechos humanos de los autores de todas esas obras, con la alevosía de saber que están muertos y no pueden defenderse. Son una dictadura que impone un arte al servicio del sistema, para divulgar sus consignas. Los autores tienen derecho a que se respete la integridad de sus obras, porque fueron escritas en su contexto, con sus propias visiones y búsquedas.
Las obras están mutiladas por “expertos en sensibilidad”, sociólogos, psicólogos y activistas, es decir nada qué ver con el arte, de la misma forma que en el maoísmo, el franquismo o el estalinismo. Incluso se están revisando las biografías de los artistas para cancelarlos, como la iniciativa de una performancera para expulsar a Picasso de los museos.
Los invito a que no lean, no vayan al teatro, no vean cine, y que produzcan sus propias obras, escritas con emojis en lugar de palabras, con sus parámetros de corrección, estas obras serán manuales de proselitismo, nunca arte, y servirán para satisfacer el puritanismo fascista. Mientras los que amamos el arte puro, sin intervenciones ejerceremos nuestra libertad individual al leer los originales, sin miedo, sin prejuicios.
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