Las nuevas generaciones nos han enseñado algo muy importante en esto de los negocios, ya que hoy muchas de sus preferencias de consumo van asociadas a empresas con las cuales se identifican en cuanto a valores y la importancia que le dan a que las mismas estén comprometidas en apoyar alguna causa, siendo sensibles a las grandísimas carencias que existen en nuestra sociedad.
De ahí que no es de extrañar, el gran éxito que han tenido modelos de negocio como Patagonia, Toms, Warby Parker, solo por mencionar a algunas marcas, que han decidido abanderar algunas causas, dirigiendo parte de sus ganancias a apoyar las mismas, y/o subsanar carencias de algún grupo social, o comprometerse con algún tema medioambiental, entre muchos otros.
A la filosofía empresarial que subyace detrás de lo anterior se le conoce como “Inversión de impacto” y tiene una fórmula muy sencilla “hacer negocio, pero al mismo tiempo buscar hacer el bien”. Esto no es un del todo nuevo tema nuevo, ya que quizá antes le llamábamos “inversión social”, pero es importante reconocer la gran visibilidad que hoy existe en el mundo empresarial y de inversión alrededor de esta tendencia, que cobra cada día mayor fuerza, y donde una de sus aristas es la inversión con criterios de sostenibilidad ASG, del que ya hemos hablado en ocasiones anteriores.
Desde la teoría económica todo parece indicar que el mundo hoy reconoce que el neoliberalismo de Friedman, donde las fuerzas de mercado actúan libres, nos ha dejado un mundo con mucha mayor desigualdad y desequilibrios, aunque también ha permitido que gran cantidad de gente ha salido de la pobreza extrema, sin embargo hoy en día es pertinente traer a la mesa modelos de tipo keynesianos, donde sea necesaria una mayor intervención del gobierno y sus políticas e incentivos para que junto con la participación decidida del resto de la sociedad, sea posible reencauzar la inversión para buscar el bien común, mejorar los niveles de vida de los más necesitados y el cuidado del medio ambiente.
Para el desarrollo del modelo de “inversión de impacto”, es necesario no sólo que exista un emprendedor y una causa, sino que existan inversionistas de capital de riesgo dispuestos a apoyar dichas iniciativas, desde etapas muy tempranas de desarrollo. En EE.UU. en la década de los 70-80´s surgieron una serie de inversionistas denominados “Venture Capital o VC” que en su momento apoyaron el desarrollo muy exitoso del sector tecnológico en Silicon Valley, y desde hace unos años han volteado sus energías a buscar apoyar emprendedores con sentido social. En 2020, según encuesta de Global Impact Investment Network (“GIIN”) existen más de 1,700 inversionistas de impacto con activos bajo administración que exceden los 715 Billones de USD, cifras que crecen aceleradamente año con año. Existen numerosos inversionistas ya sea de tipo individual, family offices, patronatos, fundaciones o inversionistas institucionales (fondos de pensiones, aseguradoras, etc), quienes están detrás de esta gran ola de apoyo, y que le dan hoy gran sustento a este modelo.
Estoy seguro de que nuestros lectores han visto en ocasiones algún programa televisivo tal como “Shark Tank” en el que distintos emprendedores que han desarrollado un plan de negocios se presentan ante inversionistas para buscar apoyo financiero para su proyecto. Esto ejemplifica el típico camino que sigue hoy en día cualquier emprendedor y quienes comúnmente reciben sus primeros apoyos financieros de “Amigos y Familia”, para posteriormente buscar a otros inversores ya sean aceleradoras de negocios públicas o privadas, y/o inversionistas llamados ángeles. En etapas posteriores del desarrollo de su plan de negocios, tendrán acceso muy probablemente a nuevas rondas de levantamiento de capital con fondos de VC a través de series referidas comúnmente como A, B, C etc., que les permitirán desdoblar y desplegar el mayor potencial de sus negocios, buscando lograr tener el mayor impacto posible sin descuidar la rentabilidad. Algunas de estas empresas eventualmente podrán ser adquiridas por otras, o en algunos casos llegar a listarse en el mercado vía Ofertas Públicas iniciales.
Hace unos días tuve el privilegio de asistir a un Foro que ocurre cada año en Mérida Yucatán llamado Foro latinoamericano de inversión de impacto “FLII Latinoamérica” en el que se dan cita cientos de miembros de este “ecosistema” y que incluyen a emprendedores con causa, inversionistas de impacto, y muchos otros actores, que buscan movilizar capital para actuar como catalizador de muy variadas iniciativas. Es apasionante ver la manera en que este grupo de personas buscan emprender, apoyar y dar seguimiento a proyectos con altísimo contenido de beneficio social y de impacto en comunidades, y en el medio ambiente.
Los temas de los emprendimientos son muy numerosos: agricultura tecnificada, Fintech (soluciones de pago, crédito para pymes, etc.), atención médica y educativa a los más necesitados, empleo a personas encarceladas, empleo para comunidades indígenas, economía circular (teléfonos, enseres domésticos), entre muchos otros. Se respira un ambiente muy agradable de emprendedores e inversionistas comprometidos que buscan genuinamente ofrecer soluciones para muchos de los problemas que hoy aquejan a nuestras sociedades. Me dicen que este foro suele tener resultados muy positivos, donde un alto porcentaje de las interacciones entre emprendedores e inversionistas resultan en decisiones positivas de inversión.
Previo a que existiera este gran movimiento de inversión de impacto, el pensamiento tradicional era que muchos de estos proyectos de índole social debían ser financiados o apoyados por instituciones de tipo filantrópico, en donde vía donativos a fondo perdido, miembros de la sociedad, apoyaban a ciertas causas o buscaban incidir sobre ciertos problemas sociales o ambientales. Este modelo de ayuda, muy loable, sigue siendo vigente y sin duda se ha sofisticado, se ha vuelto más eficiente y donde existe mayor seguimiento sobre el cumplimiento de sus objetivos; este modelo convive hoy en día con el de inversión de impacto, apoyando de manera integral proyectos productivos a nivel global.
Es esperanzador observar el gran optimismo que se respira en este ecosistema, ya que día con día, se suman un mayor número de inversionistas a nivel global a esta tendencia de inversión de impacto, lo que hace que se pueda soñar que existan unicornios de impacto, no porque su valuación sea de 1,000 millones de dólares, sino porque logren impactar a 1,000 millones de personas.
La gran revolución tecnológica que se está dando con la digitalización, inteligencia artificial, blockchain, criptomonedas, realidad virtual, etc permite ser muy optimista sobre la velocidad y la rapidez de adopción que muchos de estos nuevos modelos empresariales de impacto lograrán y que permitirán conseguir escala y acelerar la disrupción sobre modelos establecidos, y lo mejor de todo causando un gran beneficio social además del económico.
Existe aún mucho trabajo que debemos todos hacer para que este ecosistema funcione de manera más armónica, incluyendo la actuación de gobiernos y entes regulatorios para otorgar apoyos de tipo financiero y no financiero para emprendedores, mayor participación de fondos de aceleración empresarial, legislación que fomente que los recursos de fondos de pensiones se dirijan a “inversión de impacto”, y que nosotros como consumidores modifiquemos nuestras decisiones de compra beneficiando a aquellos empresas con causa, entre muchas otras.
Mientras mas personsas existamos con intenciones de realizar proyectos sociales, el resto vendrá por añadidura,
Muy interesante el artículo estoy en el área de Proyectos me estoy formando para ello y mi intención es llegar a muchas personas con la ayuda de entidades internacionales y empresas multinacionales que quieran hacer presencia de marca en todo el mundo. Vamos por un mundo mejor. Bendiciones.
Santiago
santiago te felicito por lo que estás pretendiendo hacer; México necesita mucho emprendimiento social y coincido que los buenos proyectos de impacto consiguen siempre apoyo