Las zonas serranas de Nuevo León y Coahuila están en llamas, están ardiendo literalmente. En ambos estados existen actualmente severos incendios que parecen incontrolables. Según reportes periodísticos, solamente en Nuevo León van más de 6,500 hectáreas consumidas por el fuego, más otros miles en el vecino estado de Coahuila.
En ambos casos, las autoridades estatales han contratado helicópteros con costos altísimos en dólares, pero que más allá de su costo, su capacidad de carga y descarga de agua es muy limitada. Aproximadamente 300 litros por descarga.
Por razones diversas, conozco bien a un grupo de fumigadores aéreos de la zona citrícola de Allende/Terán, Nuevo León, particularmente me prefiero a Roberto Chávez Balderas y Roberto Chávez Flores, padre e hijo, quienes disponen de varios aviones fumigadores con amplia capacidad de carga de líquidos (hasta 1000 litros por descarga), que podrían –y desean– contribuir para apagar los incendios.
Como gente metida en temas agrícolas, lo que está sucediendo en este momento en las zonas serranas les resulta de particular interés. El caso es que estas personas están dispuestas a participar, sin cobrar por su trabajo, e incluso han conseguido patrocinadores para afrontar los gastos de combustible de las aeronaves.
Adicionalmente, en la zona existen más empresas o personas con aviones de fumigación agrícola que, más allá de que estén o no dispuestos a volar para combatir el incendio, están obligados por la ley.
Efectivamente, la Norma Oficial Mexicana 052-FITO-1995, establece que los prestadores de servicios de fumigación están obligados a prestar sus servicios profesionales, en casos de emergencia y/o en casos de inminente interés social.
Como es evidente, contribuir a mitigar un incendio de la magnitud que ahora se presenta, es un caso de emergencia, o bien, uno de un inminente interés social.
En fin, todo esto como un gran preámbulo, pues lo que deseo destacar es que al menos los pilotos, Roberto Chávez, padre e hijo, están dispuestos a disponer de sus equipos, su tiempo y su expertise en aras de contribuir a sofocar los incendios y nadie les ha hecho caso.
De hecho un par de periódicos locales, han dado la nota sobre el ofrecimiento efectuado por los Chávez, pero a ninguna autoridad, ni de Coahuila ni de Nuevo León, les ha interesado la oferta.
Aquí las preguntas obligadas son: ¿se trata de negligencia?, ¿acaso las propias autoridades, estatales o incluso federales no conocen la NOM-052-FITO-1995?, o simplemente a costa de un gran ecocidio ¿se ocultan actos de corrupción?
Recordemos que la negligencia es una forma más de corrupción, entendida ésta como “el abuso de poder público para obtener un beneficio particular”. Así, resulta corrupto un gobierno (en este caso dos) que teniendo al alcance una solución que la propia ley les otorga (la NOM a la que he hecho referencia) no la utilicen.
Esperemos que, en aras de salvar lo que queda de nuestras sierras y toda la biodiversidad que en ellas se encuentra, las autoridades escuchen las generosas ofertas de personas que quieren contribuir para mitigar y en su caso controlar y/o acabar con estos incendios que son, hay que decirlo, los peores en décadas.
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