Estados Unidos-China: ¿consolidación de las disputas bajo Biden?
Enrique Dussel Peters

Desde la Socioeconomía

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Las bases para futuras negociaciones entre ambas partes están claramente establecidas, con algunas coincidencias –combate contra el Covid-19 y el cambio climático– y significativas diferencias.

Imagen: Milenio.
Imagen: Milenio.

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Durante la era de la administración Trump con respecto a China múltiples medidas fueron “novedosas”:  definir la relación bilateral como de “competencia entre grandes potencias” desde 2017, medidas económicas y comerciales en contra de las importaciones chinas en general vía aranceles y a través de medidas específicas en contra de empresas chinas. Las medidas financieras –en aras de prohibir la participación de empresas chinas en las bolsas de Estados Unidos–, diplomáticas –el cierre de consulados en China– y tecnológicas –restringiendo severamente el acceso a productos como semiconductores y software a empresas chinas– fueron todas “nuevas” hasta el 19 de enero de 2021. Estos aspectos han sido analizados con detalle en esta columna.

Estas condiciones, sin embargo, parecieran haberse “normalizado” bajo la administración de Biden desde el 20.1.2021, es decir, la administración Biden por el momento no ha cancelado ninguno de estos mecanismos y, por el contrario, ha incluido nuevos elementos para la discusión bilateral.

El encuentro entre ambas partes en Alaska el 18 y 19 de marzo refleja incluso un retroceso fundamental –incluso en cuestiones diplomáticas básicas– entre ambas partes. Si bien la reunión será la primera de múltiples en los próximos años, reflejó las profundas diferencias entre ambas potencias. La transcripción de la inauguración de la primera parte de la reunión refleja la rudeza (ver el término de la transcripción y las quejas del Ministro Wang Yi), respectivos argumentos y serias dificultades en la propia organización del evento. Los temas seguramente serán relevantes en la relación Estados Unidos-China, también por la sorprendente franqueza de ambas partes.

China y USA
Imagen: Voice of America.

La perspectiva estadounidense –presentada por el Secretario de Estado Antony Blinken y el asesor de seguridad Jake Sullivan– partió de los “intereses de Estados Unidos” y en contra de la coerción económica de China sobre sus aliados, mencionando explícitamente a Australia, Corea del Sur y Japón. Las preocupaciones estadounidenses son las “acciones de China, incluyendo en Xinjiang, Hong Kong, Taiwán, ciberataques en contra de Estados Unidos … Cada una de estas acciones amenazan el orden basado en reglas que mantiene la estabilidad global.”

La perspectiva china –presentada por el Ministro de Relaciones Exteriores de China Wang Yi, y el Director de la Comisión Central de Asuntos Externos y miembro del Buró Político del Partido Comunista de China, Yang Jiechi– fueron igualmente tajantes. Con base en las iniciativas socioeconómicas globales de China hasta 2050 y exigieron explícitamente que Estados Unidos “deje de imponer su propia democracia en el resto del mundo” y una “mentalidad de la guerra fría” con base en la fuerza militar y financiera estadounidense. Así, Estados Unidos, su opinión y democracia, no representan valores universales, sino que “sólo representan al gobierno de Estados Unidos” y las reglas creadas por un pequeño grupo de personas no representan el orden internacional.

Las bases para futuras negociaciones entre ambas partes están claramente establecidas, con algunas coincidencias –combate contra el Covid-19 y el cambio climático– y significativas diferencias.

Biden y China
Imagen: el Economista.

Tres breves reflexiones

Primero. A diferencia de expectativas iniciales, la nueva administración Biden pareciera “montarse” en las diversas medidas tomadas por la administración Trump y sugerir un abierto desencuentro entre ambos países, incluyendo ahora explícitamente el tema de derechos humanos y democracia en China; China considera el tópico una injerencia en sus asuntos internos y no ha demostrado flexibilidad ni interés alguno de debatir estos aspectos ni con Estados Unidos ni con otros países.

Segundo. La creciente animadversión en contra de China en Estados Unidos es un aspecto crucial, y más allá de votantes del partido demócrata o republicano: las últimas encuestas estadounidenses del PEW Research Center de marzo de 2021 reflejan que alrededor del 90% de los estadounidenses consideran a China como un competidor (y no socio) y que casi dos terceras partes de la población en Estados Unidos percibe a China en forma negativa (vs. el 46% en 2018). El termómetro político en Estados Unidos es de la mayor relevancia en el corto y mediano plazo. El nacionalismo antiestadounidense también se ha incrementado recientemente en China.

Tercero. La discusión sobre la “universalidad” de la definición y medición sobre los derechos humanos y la democracia –indicado explícitamente en contra de China por autores como Acemoglu y Robinson en 2012– será de la mayor relevancia en el futuro y para terceros países en la creciente confrontación entre Estados Unidos y China. China, por su lado, hace apenas unos días dio respuesta explícita al tema, acusando al país norteamericano de serias violaciones a los derechos humanos y de utilizar un “doble estándar” con terceros países.

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