Escritores artificiales
Avelina Lésper

Arte y Dinero

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En menos tiempo del que se toma un becario, y más barato, la AI saca una novela de 300 páginas, con glosarios y posibilidades de una secuela.

Lectura: ( Palabras)

La idealización de la tecnología es un síntoma de nuestra sociedad utilitarista obsesionada con el progreso. Cada día hay una nueva noticia acerca de los éxitos o logros de las Inteligencias Artificiales, en las que lo más artificial es el nombre, porque no son inteligentes, ni son capaces de imitar el proceso cognitivo humano.

Anuncian que una fotografía realizada por una AI ganó un concurso de fotografía, una canción se convirtió en un hitazo, exhiben en la exposición homenaje a Vermeer una horrenda Mujer con el arete de perla “creada” por un programa, son penosos balbuceos de lo que sería un sistema eficiente, y la insistencia en sus virtudes, más que información, es una campaña de proselitismo para hacernos “creer” en las virtudes de algo que se supone que nos va a sustituir.

Sin embargo, las AI sí tienen un área plena de ventajas: la literatura. Las AI que escriben “ensayos” y “poesía” hacen collages o ceviches de fragmentos de textos que toman de las toneladas que están alojados en internet, incluidos los míos. Es decir, lo mismo que hacen muchos escritores y sus asistentes, ya que varios laureados contratan escritores para que les hagan sus libros, ahora la tecnología hará ese trabajo.  

Los escritores mediocres pueden tener mucho miedo de estas AI porque a un escritor sin talento lo pueden sustituir rápidamente, ya sea por una máquina o por otro escritor igual de mediocre, y además premiado. En esas circunstancias sugiero que implementen premios literarios para los ensayos, novelas, cuentos y poemas escritor por AI. Estos premios tendrán la novedad de que no se los darán a los mismos enchufados de siempre.

Para escribir con AI un libro susceptible de ser premiado sólo hay que meter los ingredientes de moda: autoficción conmiserativa y llorica, personajes no binarios, violencia, narco, consignas sociales, denuncia al cambio climático, y traumas familiares e infantiles. La AI revuelve estos indigentes, programan que lo haga con estilo de premiado con el Sor Juana o con el Villaurrutia, o el Anagrama, claro que incluimos los nombres de siempre, abonados a los premios y las becas.

En menos tiempo del que se toma un becario, y más barato, la AI saca una novela de 300 páginas, con glosarios y posibilidades de una secuela. Se van a poner difíciles los premios, porque si todos estos escritores, que están tan acostumbrados a que se reparten los premios entre los jurados y los amigos, con esta revolución tecnológica, la democratización será real. ¿Cuál puede ser la diferencia entre dos o cien novelas realizadas con AI? ¿La calidad del equipo de cómputo? ¿La cantidad de características que le dieron a la AI? La suerte, el día del año, el clima. Ni idea, es un asunto del azar, como debe de ser para estos escritores y escritoras, que viven en la incertidumbre de una mediocridad que debe su nombre a su habilidad de realizar trámites y besar suelas de zapatos.

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