Rezago en pruebas de detección COVID-19 en CDMX, un problema de dimensiones mayúsculas

Parece inverosímil que la entidad que concentra el mayor número de casos en todo el país no cuente con las pruebas suficientes para detectar más casos.

Fotografía: Cuartoscuro
Fotografía: Cuartoscuro

Michael González

Lectura: ( Palabras)

La tercera ola de contagios de COVID-19 dejó de ser ese un simple ¨repunte¨ como la calificó el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell hace poco más de un mes

Desde que hizo aquella declaración se han notificado casi medio millón de nuevos casos – 495 mil 709 para ser exactos –, más de los registrados del primer día de marzo al 6 de julio, cuando se registraron 460 mil 581 casos en poco más de cuatro meses. 

Además, en aquella conferencia en Palacio Nacional, el subsecretario destacó que las hospitalizaciones no estaban ¨creciendo a la misma velocidad¨ y subrayó que se logró ¨reducir la mortalidad y los casos graves¨.

Pero desde entonces, la ocupación de camas por hospitalización general se duplicó – pasando del 20% al 54% – y la ocupación de camas con ventilador casi se triplicó – pasando del 16% al 46% –.

Esto no es ninguna diatriba contra de la vacunación, al contrario, desde este espacio invitamos a las personas que no se han inmunizado contra la enfermedad a que lo hagan lo más pronto posible, porque esa es la única forma en que podemos salir juntos de esta crisis. 

Lo único que se está cuestionando es la subestimación de la situación de la pandemia por parte de las autoridades, lo que diariamente cuesta cientos de vidas, historias que terminaron repentinamente y que, en un contexto más favorable, quizás no hayan tenido esos trágicos finales.

Uno de los problemas que todavía parecen no entender las autoridades, al menos en la Ciudad de México, es que para dimensionar qué tan grave, o controlada si se quiere, está la epidemia, es a través de la detección de puntos de alto contagio con ayuda de las pruebas. 

Kioskos rebasados, personas sin hacerse pruebas 

De acuerdo con los datos disponibles en la página destinada a la atención de COVID-19 del gobierno de la Ciudad de México, existen poco más de 90 kioskos para pruebas de detección de COVID-19. 

El problema radica en que en algunos sólo tienen capacidad para hacerle pruebas a 150 y en otras hasta 600. Las personas se forman desde las 6 de la mañana, pese a que estos centros abren a partir de las 9 am, para poder realizarse la prueba.

Muchas de ellas se quedan sin realizarse la prueba porque son tantas las formadas que no hay oportunidad para aplicarle la prueba a todos. Una de las personas encargadas de la unidad Dr. José María Rodríguez dijo:

¨Nosotros trabajamos de 9 a 2, pero hay gente formada desde las 6. Te recomiendo que vengas temprano si te quieres aplicar la prueba¨.

Se me negó la oportunidad de aplicarme una prueba en la unidad de triage respiratorio COVID-19 de Centro Médico ya que no presentaba ningún síntoma que haría pensar que tuviera la enfermedad. 

La doctora que recibe a los pacientes a las afueras de la unidad, quien iba vestida con un traje protector de alta calidad para evitar contagios, explicó la razón: ¨Aquí sólo le hacemos prueba a quienes tienen, al menos, dos síntomas¨. 

En ese sentido, agregó que sólo le permiten la entrada a aquellos que ya estén presentado fiebre, gripe, dolor en el cuerpo para que se puedan realizar la prueba

¨Si no tienes ninguno de esos síntomas es probable que salgas negativo¨, dijo. Al preguntarle qué ocurría en caso de que fuese asintomático, respondió, con sorpresa visible en sus ojos, luego de pensar un par de segundos: ¨En ese caso deberías ir a los kiosko, ahí deberían atenderte¨.

Localizar un kiosko, tarea que puede llevar todo el día 

Generalmente las personas que pretenden hacerse una prueba de detección de COVID-19 van a kioskos que estén cerca de su domicilio, lo cual es también lógico porque así reducen su trayecto y evitan generar, en caso de que sean positivos, cadenas de contagios. 

Pero hay un rezago importante de kioskos en alcaldías – sin ánimos de ser clasista – marginadas o de escasos recursos económicos, en Iztapalapa hay sólo 14 kioskos, Tláhuac 10, Iztacalco 5, a diferencia de otras delegaciones más pudientes donde hay más opciones. 

Esto es importante remarcarlo ya que una prueba en una farmacia privada puede llegar costar más de 400 pesos, un gasto que, lamentablemente, no pueden darse la mayoría de las personas de las personas de las delegaciones más empobrecidas de la Ciudad de México. 

Suponiendo que una persona que es positiva al COVID-19 no consigue realizarse la prueba y regresa a su casa, esta es capaz de generar toda una cadena de contagios por el simple hecho del traslado que realizó. 

Lo lamentable es que esta persona no lo hace intencionalmente, sino que su contexto desfavorable lo lleva a no hacerse la prueba y a tener la incertidumbre de que si está contagiado o no. 

El gobierno de la Ciudad de México debería de intensificar las jornadas de pruebas para conocer verdaderamente la situación de la pandemia. El plan de vacunación debe acompañarse de una jornada de pruebas, especialmente en esta preocupante tercera ola de contagios. 

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