En mi casa desde niño se hablaba de política, particularmente mi padre era una persona muy racional y analista de la vida nacional. En este contexto recuerdo diversos hechos históricos que me hacen concluir que “siempre” he vivido en crisis.
En 1976, cuando yo tenía apenas 8 años, sucedió la primera gran devaluación de la moneda en México, después de al menos 22 años de estabilidad. Así, nuestra moneda se devaluó pasando de 12.50 a 22 pesos por dólar.
En los años ochenta México llegó a ocupar el cuarto lugar en el mundo como productor de petróleo, sólo por detrás de la Unión Soviética, Arabia Saudita y Estados Unidos. En aquella época los ingresos de la nación por concepto de extracción y venta del petróleo rebasaron los 100 mil millones de dólares durante el sexenio de López Portillo, quien entusiasmado por dichos ingresos, acuñó la siguiente frase: Los mexicanos que han sufrido carencias ancestrales, ahora tendrán que aprender a administrar la abundancia.
Sin embargo, cuando yo tenía cerca de 18 años e iniciaba mis estudios de licenciatura, sobrevino la primera gran crisis de los ochenta, fue a finales del sexenio, precisamente de López Portillo en 1982 cuando se desató, por una serie de medidas equivocadas dicha crisis económica. Recuerdo que decían que era tan profunda que de ella no saldríamos en menos de cinco años. En febrero de aquel año nuestra moneda volvió a devaluarse pasando de 22 a 46 pesos por dólar.
En ese contexto, y con la ingenuidad que te da la juventud, me creía casi afortunado, pues mi razonamiento era que, en lo que yo concluía mis estudios de licenciatura, la situación se corregiría y, entonces, al egresar me tocaría una época de bonanza.
Craso error, ya con De la Madrid nuestra moneda llegó a devaluarse casi un 500% pasando primero de aquellos 46 pesos a 149 por dólar. Los siguientes años fueron una locura, en la que entrábamos y salíamos de una crisis tras otra. Para 1983 el dólar llegó a 161 pesos; en 1984 a 210; 453 en 1985; en 1986 llegó a 913 pesos por dólar y ya para 1987 para comprar un solo dólar requeríamos de 2,225 pesos; luego en el 88 ya eran necesarios 2,298 pesos por un dólar.
Con la renegociación de la deuda externa en 1989 –deuda que se llegó a pensar que México no podría pagar– logramos una relativa estabilidad. Entre finales del 89 y el 30 de noviembre de 1994 –ya con un peso al que se le habían eliminado tres ceros–, la devaluación continuó a un promedio de 5.0 % al año.
Ya para finales, precisamente del 94, con el famoso error de diciembre, necesitábamos más de 5 pesos por un dólar. No hay que olvidar que eran nuevos pesos, por lo que en los viejos pesos significaba que necesitábamos más de 5,000 pesos por un dólar.
Y, bueno, la historia de quienes son de mi edad ha sido, como inicié señalando, una historia de crisis. No recuerdo períodos de verdadera estabilidad, después del 94 siguieron crisis y más crisis. Hoy para comprar un dólar, puesto en pesos viejos, requeriríamos de más de casi 19,000 pesos.
Es por todo lo anterior que tengo miedo que de nueva cuenta y por enésima vez, caigamos otra vez en una crisis económica. Con una economía que decreció el año anterior, y con una perspectiva de crecimiento casi nula, no veo en las acciones económicas del actual gobierno medidas serias para dar certeza y estabilidad a nuestro país. De hecho, seguimos en crisis y creo que los de mi generación moriremos en crisis.
Hoy continuamos con diversas crisis. Crisis de seguridad jurídica, crisis de seguridad pública, crisis de seguridad y certeza en las pensiones y jubilaciones, crisis y falta de certidumbre en el ámbito de la salud y… mejor le paro, porque así podría seguir ad infinitum.
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