A mis amigos Javier Quijano y Xavier Cortina,

defensores de la libertad de expresión.

Para enfrentar la crisis del BREXIT generada exprofeso por el irresponsable ex Primer Ministro David Cameron, quien puso en manos del lumpen la decisión de mantenerse o no dentro de la Unión Europea, el Reino Unido cuenta con uno de los mejores sistemas democráticos del mundo, basado en los pesos y contrapesos entre sus poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en la rendición de cuentas y en la transparencia de sus milenarias instituciones.  La fortaleza de su democracia deriva fundamentalmente del propio sistema y no de quienes detentan los cargos, quienes van y vienen sin mas relevancia que el trabajo desempeñado.

Para recordar periódicamente los principales valores que dan sustento a su original monarquía constitucional parlamentaria, el Reino Unido mantiene ancestrales y excéntricas tradiciones que constituyen verdaderos espectáculos públicos que combinan elementos históricos con las artes tales como el teatro, la música, la danza y las artes plásticas y visuales, incluyendo la pintura, la fotografía y el video, así como el diseño de moda.

Una de esas fantásticas tradiciones, cuya realización anual implica un verdadero performance, es la pomposa ceremonia de apertura del Parlamento, celebrada en la Cámara de los Lores, la cual comienza con la revisión por parte de los alabarderos de la Corona de los sótanos del Palacio de Westminster, para prevenir complots similares a la “conspiración de la pólvora de 1605”, un intento fallido de los católicos ingleses para asesinar al Rey protestante Jacobo I.  Esta práctica simboliza la importancia que para el Estado tiene la seguridad de su soberano. Posteriormente el monarca llega al Palacio, acompañado por su consorte, en una carroza tirada por caballos, ingresando por la Entrada del Soberano y colocándose la Toga de Estado y la Corina del Estado Imperial en la Robing Chamber, todo ello para dejar patente el aspecto sagrado del sistema monárquico.

Posteriormente, cuando el monarca está listo, el Caballero Ujier del Bastón Negro se dirige a la Cámara de los Comunes para convocar a los parlamentarios en la Cámara de los Lores. Cuando se acerca a los Comunes, la puerta se cierra ante él, obligándole a tocar la puerta. El Bastón Negro debe llamar tres veces antes de ser invitado a entrar. Ese protocolo simboliza la independencia del Parlamento con respecto a la Corona. Acto seguido, los diputados se trasladan por parejas a la Cámara de los Lores y posteriormente el soberano da su discurso y fija la agenda de la legislatura, el cual es escrito por el Primer Ministro. Esta tradición pone de manifiesto la forma en la que el poder político colabora con la Corona y la humildad de ésta frente a dicho poder político. Desde 1642 la ceremonia se realiza en la Cámara de los Lores y no en la Cámara de los Comunes, debido a que en ese año, el Rey Carlos I intentó en esta última arrestar a cinco miembros del Parlamento, lo que el Speaker le impidió hacer.

Otro ritual simbólico que sorprendentemente aún se conserva es la “Entrega del Rehén”, iniciada por dicho monarca, quien para garantizar su seguridad en el Parlamento, tomaba como rehén a un diputado que debía permanecer en el Palacio de Buckingham durante toda la ceremonia de apertura y sólo era liberado cuando el Rey regresaba sano y salvo. Hoy día al lord que queda detenido en Buckingham en calidad de rehén, mientras la Reina va y viene a Westminster, sólo se le da un sherry. Este evento que reúne en el hemiciclo a los diputados, los lores, los miembros más destacados del aparato judicial y al servicio diplomático sirve para recordar la importancia del cuidado que el Parlamento debe tener del monarca.

Una más de las excéntricas instituciones británicas es la del Remembrancer de la City of London Corporation que data de 1571.  Se trata del encargado del protocolo y ceremonial de la City y el canal de comunicación entre el Lord Mayor y la propia City of London, por un lado, y el soberano, el Royal Households (los departamentos que brindan apoyo a la familia real) y el Parlamento, por el otro. El Remembrancer es un agente parlamentario con derecho a observar las sesiones de la Cámara de los Comunes, con asiento de frente al Speaker, pero sin derecho de voz ni de voto, sin la posibilidad de participar o influenciar los procesos legislativos y sin el derecho de tener acceso a documentación alguna antes de que sea del conocimiento público; y su derecho a someter propuestas al Parlamento es el mismo que tiene cualquier otra persona. Es un lobbyista oficial con cuya sola presencia asegura que lo que sea legislado, tiene que tener en cuenta los derechos y privilegios de la Ciudad de Londres, entendida como el Centro Histórico de la ciudad, de origen romano, y el distrito de negocios constituido principalmente por instituciones bancarias y de seguros.

Por su parte, el Queen’s Remembrancer, es el más antiguo cargo judicial en el sistema legal inglés, creado en 1154 por el Rey Enrique II para recordar al Lord Treasurer y a la Corte de los Barones de entonces los derechos de la Corona, especialmente los de naturaleza económica y fiscal, y su obligación de llevar los registros fiscales del Reino. Este importante símbolo recuerda actualmente a las autoridades fiscales del Reino la necesidad de proteger los derechos económicos de la Corona.

La importancia que el Reino Unido da, en pleno siglo XXI, a estos performances histórico-teatrales que suelen acompañarse de música, escenografías e indumentarias medievales que podrían parecer anacrónicos, contribuyen a mantener presente algunos de los valores mas preciados de su historia y que constituyen hoy día su razón de ser: una monarquía parlamentaria, con un Parlamento independiente con respecto a la Corona, pero con canales de comunicación oficiales y mecanismos parlamentarios que obligan a los legisladores a mirar de frente a la Corona y al poder económico de la isla.

Aunque muy poco podemos encontrar de común entre la historia y la realidad del Reino Unido y México, sí podemos sacar provecho de las suyas, revalorando la importancia de robustecer las instituciones democráticas y lo que simbolizan, incluyendo los sistemas de pesos y contrapesos entre los poderes políticos, de rendición de cuentas y de transparencia, y limitando nuestra desenfrenada tendencia a sustentar nuestras esperanzas en una sola persona.

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