El yo arrobado: absorción estética y presencia partícipe
José Luis Díaz Gómez
94 opiniones • veces leído

La mente del lector se engarza directamente con la narración y el mundo inventado, olvidándose de tiempo, del espacio y de sí misma.

Imagen: Arsitek.
Imagen: Arsitek.

Lectura: ( Palabras)

Una experiencia estética se alcanza mediante la percepción y el procesamiento consciente de artificios creativos que permiten recrear vivencias profundamente significativas para la vida humana de tipo emocional, figurativo, cognitivo, simbólico, volitivo y motor. Cuando un relato, un poema, una pintura, una escultura, una melodía, una danza, una puesta en escena o un edificio capturan la atención de un receptor, el sujeto cautivado siente y experimenta un estado de conciencia peculiar que fluye. El psicólogo social Mihály Czíkszentmihályi ha explorado los estados de conciencia que no requieren la colocación deliberada y sostenida de la atención, a los cuales denomina flujo o fluir porque implican entrega y absorción. Por ejemplo, durante la lectura de una obra fascinante, en muchos momentos el libro, las páginas y las letras desaparecen de la conciencia, en tanto la mente del lector se engarza directamente con la narración y el mundo inventado, olvidándose de tiempo, del espacio y de sí misma para entregarse a ese otro mundo hábilmente fabricado por un escritor.

Mihaly y su libro
El psicólogo serbio-estadounidense Mihály Csíkszentmihályi y portada de la traducción de su libro “Fluir”.

Tal absorción estética constituye un procesamiento mental óptimo porque la persona se encuentra inmersa e involucrada en una actividad o en la contemplación de una obra y su atención galopa a lomos del artificio en un lúcido y lúdico abandono. La absorción es un ápice de la vivencia estética que ocurre en los embelesos de la emoción musical o poética, en la suspensión de la incredulidad en la lectura de ficción, en la simulación corporizada en las artes plásticas o la danza, en el goce o sufrimiento al contemplar una película fascinante. Estas emociones evocadas al participar de un artificio estético pueden ser más profundas que las que suceden en respuesta a los estímulos de la vida cotidiana.

La absorción estética implica un enlace de recursos perceptuales, atencionales, afectivos y motrices del sujeto receptor en su relación dinámica con el objeto artístico. En este vértice vivencial ocurre una intensa resonancia entre la obra de arte y la conciencia del observador, pues éste no sólo percibe la obra, sino que experimenta dos formas complementarias de autoconciencia: por un lado, siente que comprende o descifra el objeto artístico y por el otro que éste expresa sus propias emociones, pensamientos o valores. En el primer caso, la comprensión de la obra de arte constituye una apropiación porque las propiedades del objeto artístico se incorporan en el observador mediante la captación y decodificación de sus símbolos. En el segundo caso, la recreación estética constituye una proyección de la identidad, del ánimo y la voluntad que modula la peculiar relación del observador con la obra de arte. Las asociaciones evocadas por la detección de los rasgos del objeto artístico y la captación de sus símbolos por el receptor se fortalecen por su nivel de erudición, creatividad, imaginación y apertura a la experiencia y se establece un círculo virtuoso entre la capacidad de gozo y la apropiación de la obra de arte, con el consecutivo enriquecimiento de su capacidad estética y su sabiduría.

neuroestetica bases cerebrales
La neuroestética estudia las bases cerebrales de las experiencias estéticas. Figura tomada de https://twitter.com/inneuroaestheti

Las estructuras plásticas y artificiales que reconocemos como obras de arte son capaces de representar, expresar y acarrear significados simbólicos al involucrar sistemas neuronales de funciones sensoriales, motoras, afectivas y cognitivas. El cerebro humano está equipado para realizar este complejo y dramático ajuste de una manera involuntaria, pues la simulación surge espontáneamente al capturar la atención y poner en marcha a la imaginación, la emoción y las facultades propias de la autoconciencia y la conciencia del otro. Por ejemplo, hay un sistema cerebral de neuronas espejo que se activa no sólo por los movimientos del propio cuerpo, sino también por la observación del mismo movimiento en otro. Dado que las mismas neuronas se activan con el movimiento propio y el ajeno, debe existir una función cerebral de recreación que las involucra. Esta función incluye la llamada red default o red basal del cerebro que se activa cuando el sujeto no está ejecutando una tarea cognitiva, ni poniendo atención en alguna tarea. La actividad de esta red se asocia a procesos cognitivos como la introspección, la autoconciencia, la prospección, la memoria autobiográfica y la comprensión de los estados emocionales propios y ajenos, funciones que participan en la absorción estética.

En la experiencia estética desarrollada y plena ocurre una actividad lúdica propia del juego, en la que el espectador juega un papel protagónico y participativo y la obra de arte el de un prodigioso juguete. Aún más, en esos periodos de absorción y entrega al lúdico artificio acontece un furtivo y reversible difuminado del yo porque el receptor comparte su conciencia con la obra, con su intérprete o curador, con otros partícipes o testigos del evento y en más de un sentido, con su creador. Al coincidir un estado cerebral similar en los varios individuos involucrados en una estructuración estética, como es el caso del compositor o creador, del intérprete y del receptor, el otro se vuelve otro yo, en el afortunado concepto del notable investigador italiano Vittorio Gallese, psicobiólogo de la Universidad de Roma y profesor de estética experimental en la Universidad de Londres. Esto quiere decir que el sujeto deja de ser un espectador alejado y pasivo para convertirse en un celebrante, un recreador y un partícipe.

Vittotio Gallese
El psicobiólogo y profesor de estética experimental italiano Vittorio Gallese.

La simulación estética involucra una arcaica capacidad lúdica y recreativa no sólo del cerebro, sino el cuerpo todo. Junto al significado y el símbolo que desde la obra de arte enganchan la atención del observador y modulan su experiencia o vivencia estética, se agrega el hecho contundente de la presencia. En efecto, en la contemplación estética el observador suele estar presente en cuerpo y atención y este acto favorece la simulación corporizada, pues un elemento crucial en la respuesta estética consiste en la activación de mecanismos corporizados que implican la simulación de acciones, emociones o sensaciones. Las personas utilizan sus propios estados mentales en formato corporal y conductual para atribuirlos a los objetos y procesos de arte. Gracias a la simulación las personas no sólo ven una emoción determinada en el gesto facial de un actor o de un retrato, sino que evocan los estados corporales que esas acciones implican; por ejemplo, la habilidad que consideran tener para reproducir los arduos movimientos de los bailarines en una coreografía.

experiencia estetica en un museo
La experiencia estética absorta implica usualmente la presencia, tanto corporal como atencional, de un receptor.

Vemos así que hay un importante elemento de simulación en la experiencia estética y la idea de simulación está emparentada con la de mimesis, es decir, con la facultad de copiar, modelar o imitar algo. Si bien la vivencia artística implica una ilusión o una simulación, es importante remarcar que el proceso mental durante una experiencia estética no es una simulación en un sentido de fingimiento, pues el saber y el conocimiento que se derivan de ella son reales en el sentido de que pertenecen e informan al sujeto y fructifican en formas de conocimiento e inteligencia. En la simulación estética hay algo esencial que no es ilusorio, pues llega a incorporarse al acervo de experiencias relevantes de la persona.

Todo lo dicho debe ser parte de las razones de orden cognitivo, afectivo, cerebral, conductual y cultural que expliquen la valoración que profesamos de las artes y contradice de forma contundente la extraña idea de que no tienen utilidad. Comulgar con el mundo y con otras personas a través de esas maravillosas creaciones que denominamos “obras de arte” constituye uno de los dones más excelsos y útiles de la existencia humana.


También te puede interesar: El yo subyugado: adicción, voluntad y autocontrol.

Más columnas del autor:
Todas las columnas Columnas de

Deja un comentario

Lo que opinan nuestros lectores a la fecha