“Todo es presencia, todos los siglos son este presente”
Octavio Paz.
En el pasado remoto, los pobladores de la península de Yucatán, vivían en permanente contacto con la naturaleza, conocían los secretos de su tierra y de todos los seres que la habitaban.
Los mayas de hoy han logrado preservar esta relación.
Mucho se ha estudiado acerca de la relación que existe entre la ubicación de los templos mayas y las estructuras del subsuelo de la península de Yucatán.
El célebre arqueólogo y antropólogo Román Piña Chan, (1920-2001) aseguró que una denominación adecuada `para la ciudad de Chichén Itzá es “la ciudad de los brujos del agua” a diferencia de algunos de sus colegas que afirmaban que el nombre significaba “A la orilla del pozo de los itzaes”.
Esta precisión es de suma relevancia, porque asume la certeza de que los antiguos mayas, sabían de la existencia de más de un cenote en la zona y al igual que los mayas de hoy, conocían la relevancia del agua.
El arquitecto y antropólogo Ignacio Marquina (1888-1981), descubrió que la pirámide más importante de Chichén Itzá, está edificada precisamente en el punto medio, entre dos cenotes: Xtoloc y el Cenote Sagrado.
A una distancia de 2.6 kilómetros al oeste de la plaza central de Chichén Itzá, se localiza un tercer cenote: Holtún, y a su vez, un cuarto cenote: Xkanjunúm se encuentra al este de la plaza, alineado perfectamente con Holtún
De modo que una línea recta entre ambos cenotes, pasaría por debajo de la plaza central de la zona arqueológica.

Estas dos líneas perpendiculares, se cruzan justo en el sitio en el que está edificado el templo más importante de Chichén Itzá: El Castillo de Kukulkan.
El Dios Kukulkán, representado por una serpiente emplumada, era considerado por los Mayas el creador supremo, además era la deidad del viento y el agua.
Estos descubrimientos se dieron hace varias décadas; la cultura maya y los restos arqueológicos que hoy conocemos, forman parte esencial del imaginario colectivo del pueblo de México.
De acuerdo con las investigaciones del arqueólogo De Anda, quien encabeza el proyecto Gran Acuífero Maya, (GAM), lo anterior constituye un cosmograma perfecta. (De Anda et. al., 1916).
La investigación del sitio y su relación con el agua subterránea, sigue siendo tema de estudio. El Geofísico René Chaves, experto en Geomagnetismo y exploración Geofísica, por medio de estudios de electrorresistividad, sugiere que debajo del castillo hay un quinto cenote.
De confirmarse lo anterior, habría que estudiar el sitio desde una nueva perspectiva, esencialmente porque su nombre probablemente no se referiría al cenote sagrado, sino a aquel que se localiza debajo de la pirámide, convirtiendo a la misma en el centro del universo maya, el axis mundi.
Lo anterior nos da una idea muy somera de lo que aún falta por descubrir; ya que en ese cenote central, debe haber multitud de ofrendas que datan de épocas muy remotas y podrían iluminar, con mayor claridad cómo fue la cultura maya en su época temprana.
Ingresar a esas aguas, es sumamente complicado y riesgoso, tanto por los daños que pueden ocasionarse en El Castillo, como por la dificultad humana.
Afortunadamente, los integrantes del proyecto GAM, continúan en su desmedido afán por descubrir los secretos que durante siglos ha custodiado el acuífero.

Los mayas consideraban al agua un don divino, que merecía la edificación de templos en sitios ubicados con precisión matemática en relación con los cenotes.
En la actualidad investigadores de diversas disciplinas, al igual que los pueblos Mayas, se esfuerzan en proteger la integridad del Gran Acuífero Maya.
Se oponen, basados en datos duros, a la construcción del Tren Maya.
Sin embargo, todo indica que la Administración hace caso omiso de los estudios realizados; los citados en este artículo y muchos otros, así mismo no escucha las voces de los pobladores de la península.
Por un lado, no se ha divulgado aún, (si es que existe) el MIA (Manifiesto de Impacto Ambiental) que avale este proyecto.
Por otro, tampoco se han publicado cuales serían los beneficios económicos que acarrearía esta magna obra, el costo de la cual, dicho sea de paso, se incrementa día con día.
La zona arqueológica de Chichén Itzá se encuentra muy próxima a la ruta del Tren Maya, el daño que este proyecto generará tanto en los restos, como en el GAM, resultará devastador.
Los mayas de hoy lo saben; los científicos también.
Los antiguos mayas fueron extraordinarios ingenieros; es obligación de los todos mexicanos, preservar su legado; sin embargo, pareciera que no contamos con una voz suficientemente poderosa para ponerle un alto al cataclismo ecológico, arqueológico, geológico e histórico, que está sucediendo.
Las creaciones de hace siglos, avalan nuestro presente y se deben preservar a toda costa, de lo contrario, dejaremos de ser lo que somos.
Excelente artículo!
gracias
Porque Estabas desaparecida?