Hoy un gran reto en México es ser empresario en tiempos de COVID.
Recapitulando un poco por lo que hemos transitado, en primer término, hay que recordar que al empezar la pandemia hubo que sobreponerse a varios miedos y circunstancias.
La pandemia involucraba muchos supuestos tanto económicos como de salud, era terreno desconocido, había mucha incertidumbre tanto de la gravedad de este maldito virus, su intensidad y su duración.
Ante esto, el primer reto a vencer era, tanto en lo personal como con nuestra familia, el miedo de contagio y el riesgo de muerte que esto implicaba; en segundo término, el riesgo que también tenían nuestros colaboradores, y desde luego nuestro patrimonio.
De repente, prácticamente sin previo aviso y sin habernos podido preparar, estábamos cerrando los negocios, no sabíamos por cuánto tiempo, pero lo que era seguro es que los ingresos estaban suspendidos y los gastos seguirían corriendo.

Se mandó a todo el personal a su casa, y de alguna manera cada quien, según su particular circunstancia y capacidades, implementó en la medida de lo posible alguna continuidad, muy menor al principio.
Era claro que seguir pagando nómina y gastos sin tener ingresos sería insostenible, si no en el corto plazo, definitivamente no por mucho tiempo.
Por supuesto, simplemente dejar de pagarle el sueldo a nuestros colaboradores era criminal, hay que tomar en cuenta que prácticamente el 90% de los mexicanos no tiene ahorros, y lo que la mayoría hizo fue pactar seguir pagando pero con reducciones importantes en los sueldos.
Obviamente la descapitalización en estas circunstancias se fue dando, y los primeros dos o tres meses en que estuvimos cerrados para todos “los no esenciales”, fue muy complicado, así que fuimos entendiendo que para sobrevivir a esta pandemia habría que ser muy pacientes, muy inteligentes y había que estar conscientes de que nos iríamos desgastando irremediablemente tanto nuestros colaboradores como nuestros recursos económicos. La reacción de los bancos era de esperarse, apretaron los créditos y en muchos casos los cancelaron; a la fecha la situación no ha cambiado, el crédito bancario es escaso y caro.
A nivel mundial las cadenas productivas se rompieron y el abasto de muchos productos se complicó, además que se encareció el transporte; como mero ejemplo, los contenedores de China hacia México que normalmente costaban alrededor de 2,000 dólares, a la fecha andan sobre 8,000 dólares. Yo espero que esto se vaya normalizando poco a poco, pero es una realidad que los costos han subido y esto no se ha repercutido porque la demanda está reprimida. Es muy difícil predecir, pero la presión inflacionaria se dará en algún momento, ya veremos.

La realidad es que nos hemos ido acostumbrando a vivir en una realidad muy desagradable y sumamente hostil. Es muy triste darnos cuenta la insensibilidad en la que nos encontramos ante tantos muertos y cómo hemos perdido la capacidad de asombro ante tragedias que en otros tiempos nos hubieran escandalizado en lo personal y a nivel colectivo.
Recuerdo muy bien cómo poco a poco se empezó a retornar a la actividad productiva, las pérdidas eran importantes, pero para la mayoría de los que seguían con el negocio, trabajando con la esperanza de recuperarse aunque fuera paulatinamente.
Lamentablemente la segunda ola de la pandemia atacó y de forma intempestiva. El 19 de diciembre tuvimos que volver a interrumpir nuestras actividades, este golpe fue durísimo, pues los inventarios que se tenían listos para las ventas de fin de año se quedaron guardados; realmente fue un golpe muy importante para todos los negocios ya fuera directa o indirectamente.
Hoy vivimos tiempos convulsionados, en junio viviremos unas elecciones muy tensas y competidas. Por supuesto, el ambiente para invertir está muy enrarecido, y si a esto le agregamos los cambios en cuanto a las reglas laborales que se están dando, los cuales hay que entender muy bien y estar muy seguros de que no caigamos en alguna irregularidad que nos impida deducir el IVA o acreditar nuestros gastos contra el impuesto sobre la renta, pues sería devastador para las finanzas de nuestros negocios.
La verdad, no es que quiera invitarlos a tirarnos al piso y lamentarnos de la problemática que estamos viviendo, tenemos que reconocer que México ha sido un país muy generoso y que sumando años buenos y años malos hemos logrado superarnos, hacer una buena vida y ver a nuestra descendencia desarrollarse y crecer.

Pero es condición humana tratar de preservar el patrimonio logrado y proteger nuestros recursos cuando sentimos un riesgo mayor; veo difícil un cierre masivo de empresas, probablemente hasta incluso pudiera darse un poco de crecimiento, pero creo que todos debemos aceptar que independientemente de echar culpas o resentimientos, hoy en México hay mucha gente con carencias inaceptables y, lo que es peor, con un futuro muy poco prometedor.
Mantenernos en esta inercia no es la mejor fórmula para lograr el bienestar colectivo. Por eso es urgente un pacto a todos los niveles que nos una por un fin en común.
Es muy fácil resumirlo, que todos tengamos mejores servicios de salud, mayor seguridad, mejores servicios públicos, seguridad jurídica, y que todos tengamos derecho a un mejor ingreso a cambio de nuestro esfuerzo. Si tuviéramos claridad y confianza hacia el futuro, estoy seguro de que todos tomaríamos el riesgo de invertir y arriesgarnos.
La pandemia no es eterna, en algún momento cederá, y ya es momento de que todos los mexicanos a través de la libre empresa mexicana, hagamos un esfuerzo común para que poco a poco México despegue hacia un estatus mucho mejor para todos y que por supuesto es posible.
Totalmente de acuerdo.
Mil felicidades y abrazoooooo mi querido Salo. Muy buena visión del panorama. Totalmente de acuerdo.
Sin duda, totalmente acorde a lo que que estamos viviendo actualmente ¡