Fin del Caribe mexicano
Conocí el Caribe mexicano en 1969, del siglo pasado. Sobra decir que sólo existían algunos pequeños poblados en el camino. No había aeropuerto ni vuelos directos. No había hoteles. Y el camino por la carretera era largo, tortuoso y muy complicado debido a las lluvias.
Cientos de changos y víboras cruzaban la carretera con frecuencia. Al llegar a lo que sería Cancún encontramos unos pescadores que alquilaban dos tortugas —que manejaban ellos— para hacer un pequeño “viaje en esquí” sobre los dos quelonios.
El mar era limpísimo. La naturaleza fluía por todos lados. Y acampar en esa zona fue algo nunca imaginado… Eso es lo que recuerdo.
En 1979 regresé ahí por segunda vez. Ya había tres hoteles en Cancún, incluido El Presidente, donde trabajaba un antiguo compañero de la Universidad.
Salimos de la CDMX y tardamos dos semanas en llegar ahí. Mi viaje fue con Arturo Figueroa (otro muy querido compañero), con quien realicé este nuevo viaje inolvidable.
Sobran las anécdotas de todo lo que sucedió. Pero hay una que llama mi atención. Las ruinas de Tulum estaban a dos horas de camino de Cancún. La zona estaba protegida pero aún no contaba con servicios turísticos.
En el camino a Tulum, había una pequeña concentración de pescadores que manejaban las lanchas para ir a Cozumel. No había mucha gente. Era un punto de descanso perfecto para comprar un refresco o una torta y seguir el camino… Éste fue el origen de Playa del Carmen.
Nuestro pequeño vehículo fue un Renault 73. Con él me dediqué a llevar grupos de tres o cuatro turistas gringos que llegaban al hotel Presidente y querían visitar las pirámides… ¡Fue un magnífico negocio!
Con ese dinero permanecimos en el área por dos meses conociendo otros lugares y platicando con la comunidad. Las ruinas de Tulum estaban ahí, sin ninguna explicación. Memoricé una narración inventada sobre esas piedras, sus significados y localicé varios sitios donde platicar algunos acontecimientos que (seguramente) nunca existieron.
En Tulum vivían cinco o seis parejas de franceses. Nudistas. Ellos construyeron tiendas de campaña muy rústicas y decidieron quién podía quedarse con ellos.
¡El Caribe Mexicano era espectacular! Todo eso contribuyó mundialmente a calificar esa zona como “Un sitio que se debe visitar”.
Pero… llegó la modernidad.
El inicio del desastre
Luis Echeverría invirtió muchísimo dinero para fortalecer el desarrollo de Cancún. “Será un ejemplo del progreso y el desarrollo para toda la sociedad”.
Y Cancún creció. Y se devastaron sus manglares. Y se compraron terrenos ejidales a precios de risa para revenderlos a empresas turísticas.
Aparecieron nuevos inversionistas. Se formaron nuevos municipios. Llegaron los partidos políticos. Y la inmigración de mucha gente ansiaba llegar a Cancún para buscar una nueva forma de vida.
Se construyó un aeropuerto en Cancún (que ya tuvo dos remodelaciones y ampliaciones). Llegaron millonarias inversiones y muchas empresas transnacionales.
Los partidos políticos se dedicaron a proteger todos los negocios nacientes.
Se expropiaron antiguos terrenos ejidales y naturales para venderlos a consorcios hoteleros. Se crearon nuevas viviendas. Y ese trabajo es el terreno natural para el lavado de dinero y el paraíso del crimen organizado.
Apareció la delincuencia y se multiplicaron los muertos en la zona.
Me comentó un taxista: “Es tan malo el ambiente de Cancún que aquí vive el Niño Verde (Jorge Emilio González Martínez) y el Fer, cantante de Maná”.
Playa del Carmen siguió el mismo proceso. De la vieja comunidad de pescadores que llevaban las lanchas a Cozumel, el municipio se expandió y se transformó en Solidaridad, uno de los municipios más jóvenes de México.
El 28 de julio de 1993, por decreto del Congreso del Estado y a solicitud del exgobernador Mario Villanueva Madrid (hoy preso), se creó este municipio en lo que se conocía como Playa del Carmen.
La historia de Solidaridad es interesante. De una comunidad de 500 habitantes en 1980, pasó a siete mil en 1990. Con la llegada de Mario Villanueva Madrid a la gubernatura de Cancún (1993-1999), se transformó en el municipio Playa del Carmen.
Para conseguirlo, organizó una fuerte migración de los estados más cercanos —Tabasco, Chiapas y Oaxaca— para crear, en Playa del Carmen, la colonia Solidaridad (en honor a Carlos Salinas de Gortari).
Villanueva les ofreció empleos y terrenos para sus casas (empleos que no llegaron). Pero a ellos los registró como habitantes locales y consiguió los 25 mil habitantes que se requerían para crear un nuevo municipio.
Solidaridad alcanzó 28 mil habitantes en 1995. En 2000 sumó más de 63 mil. En 2005, 135 mil. En 2010, 159 mil. Y en el 2020 llegaron casi a los 250 mil habitantes… ¡Una verdadera locura!
Solidaridad (Playa del Carmen) es un claro ejemplo del crecimiento descontrolado cuya estrategia de sobrevivencia es el turismo.
Lo mismo sucedió en Tulum, en otra escala, que terminó por destruir los viejos sueños del Caribe.
En los últimos años, además, apareció el sargazo invadiendo todas las playas de esta zona, convirtiendo al Caribe en un auténtico cochinero que obligó a pensar en un plan “B”.
¿Qué hicieron? Miraron hacia la Península de Yucatán y los dueños de los negocios empezaron a aplicar la misma estrategia de Cancún.
Así llegó una nueva depredación a Yucatán. Con el mismo modelo neoliberal. Con el Tren Maya como punto de inicio. Con los nuevos Pueblos Mágicos… Y con un crecimiento urbano de las poblaciones que causará graves problemas en el futuro cercano si no se atienden sus orígenes.
¿Hasta dónde llegará?… NPI.
Depredación yucateca
Los millones de toneladas de sargazo en las playas de Quintana Roo destrozaron el Caribe mexicano. La naturaleza se cobró los severos daños al medio ambiente.
La invasión de las playas yucatecas está avance. Y va para largo.
¿Cuándo entenderemos lo que realmente nos sucede?
La Cueva del Delfín
Esperemos que el regreso a clase de los niños sea normal. No podemos sufrir más la pandemia.
¡Vientos huracanados! si no me mandan a Cancún nos veremos por acá la próxima semana…
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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