La idealización de la realidad crea otra realidad, más verídica para nuestra psique, más deseada, y memorable. La mitificación inicia en el arte, la literatura recrea el heroísmo y lo saca de la proporción humana, la pintura y la escultura trasladan la biografía del modelo al plano simbólico, aparecen como césares romanos o santos. Desde la ventana del tiempo los contemplamos y esa simbología los hace eternos, seductores, inalcanzables.
Estamos en la época de lo pedestre carente de simbolismos y por lo tanto de significado. La realidad es vulgar y su ficción es procaz. Entonces está ahí, magnifica la Ronda Nocturna de Rembrandt. Según los expertos no es nocturna, es una escena diurna, se ha oscurecido por la suciedad ambiental y los barnices aplicados durante años. Los restauradores son capaces de decir cualquier cosa para retirar veladuras y dejar obras maestras como cromos de calendario. La obra fue comisionada en 1639 por el capitán Banninck Cocq para las paredes del cuartel general de la compañía de guardia civil que él dirigía en la ciudad de Ámsterdam.
La dimensión de la obra es mural, los personajes son de tamaño natural, la mitificación está en sus vestuarios, el capitán viste de negro trae un sombrero de ala, y lleva una banda roja que le cruza el pecho, los encajes pintados con delicadeza, es el único que está hablando, y con la mano señala la dirección que deben seguir. Al lado está el teniente que escucha atento y camina, es el fashionista de la obra, lleva un uniforma dorado, con un sombrero alto con una gran pluma blanca, el cabello largo y peinado, la barba cuidada, una casaca con brocados, faja de seda, pantalones bordados, y botas de punta cuadrada.
El resto de los personajes son unos retratos tan humanos que es imposible dudar que hayan existido. La maestría de Rembrandt hizo de esa compañía algo tan seductor como una novela de aventuras. La simbología de los personajes está en la verosimilitud de los retratos y el cuidado en la recreación del vestuario, para Rembrandt no eran simples prendas, eran el vehículo para construir el heroísmo de los guardias. Las decisiones estéticas de una obra maestra no son gratuitas, es causa y efecto.
Con ellos está una niña, “la mascota de la compañía”, es un ser inocente, su pureza protege a la compañía, en el caso de que en realidad sea “nocturna” es más intrigante imaginar a una niña rodeada de hombres en la noche. Lleva en la cintura una pata de gallina lo que significa que la compañía es de mosqueteros.
Es una puesta en escena, el capitán da órdenes, los hombres escuchan y obedecen, no es la pose de regimiento, Rembrandt está contando una historia. Los héroes se plasman en la batalla, lo excepcional es que Rembrandt plasmó la cotidianeidad, la labor de vigilancia, en contraste con un vestuario de excéntrica elegancia. El mito está hecho, el capitán Banninck Cocq, siguió el camino de Rembrandt y encontró la inmortalidad.