Elon Musk y Twitter: una incursión en la dimensión desconocida
Claudia Schatan

De qué se trata

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Aparentemente ningún individuo por su cuenta puede resolver los graves problemas de comunicación que existen hoy en las redes sociales.

Lectura: ( Palabras)

Mi fuerte sentido intuitivo me indica que el contar con una plataforma
pública que goce de la máxima confianza y sea ampliamente inclusiva es
extremadamente importante para el futuro de la civilización.
No me importa el aspecto económico en absoluto.
Elon Musk
(cita de un TED Talk)

Estas palabras de Elon Musk reflejan un espíritu mesiánico que quizás sólo el hombre más rico del mundo puede darse el lujo de tener y, a la vez, tratar de poner en práctica. La osadía de Elon Musk es de muchos conocida y su esfuerzo incansable para lograr sus metas también lo son.

Es difícil negar el perfil visionario de Elon Musk desde la creación de su compañía Tesla (en 2003) conduciendo a la industria automotriz hacia el uso de energía eléctrica, aunque contraintuitivamente, porque entonces era casi imposible pensar que se podía producir un vehículo eléctrico competitivo en el mercado. La creación de la compañía espacial, Space X, con la finalidad de reducir los costos para viajar al espacio, llegar a Marte y recrear ahí la civilización humana no es menos sorprendente. Y los logros de su Space X son múltiples y enormes, por ejemplo, al ser la primera empresa privada que ha logrado enviar una nave a la Estación Espacial Internacional. Su compañía Boring A.C., que pretende resolver los problemas de embotellamientos de tráfico de automotores en el mundo es muy ambicioso también. La corporación Neuralink fundada por Elon Musk impresiona tanto o más que sus demás emprendimientos: es una empresa de neurotecnología que desarrolla interfaces cerebro-computadora mediante el implante de chips en el cerebro que puedan captar la actividad neuronal. En el corto plazo la idea es ayudar a las personas que sufren de trastornos neuronales a comunicarse e interactuar con el mundo externo por esa vía. En el largo plazo la empresa apuesta a que todos los individuos puedan tener una simbiosis total entre su cerebro y la inteligencia artificial. En todas estas iniciativas hay una gran capacidad de invención y eso no se puede negar de Elon Musk, a pesar de ser un personaje muy controvertido.

Y ahora se las juega por privatizar y asumir el control de Twitter. No es el primer magnate que adquiere una empresa gigante de comunicación. En 2013, Jeff Bezos compró The Washington Post, en 2018 el multimillonario Patrick Soon-Shiong de Sudáfrica compró Los Angeles Times y el San Diego Union-Tribune. Asimismo, la viuda de Steve Jobs, ha hecho inversiones en los medios, especialmente en The Atlantic. Pero Musk dice ir más allá de una proyección personal en los medios o conseguir más seguidores en las redes sociales (tiene ya 84.5 millones de ellos en Twitter). Más bien quiere salvar la libertad de expresión en las redes. Considera que Twitter está sobreregulado y él quiere quitar esos controles para asegurar la libre expresión, pero al mismo tiempo evitar que los tuits sean falsos, distorsionantes, o ilegítimos. Si Twitter es, según lo entiende Musk, la “plaza de la ciudad digital” donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad, entonces vale la pena que funcione lo mejor posible.

elon musk twitter

El propósito de Twitter, expresado en su página web es “…servir a la conversación pública. Esta conversación pública ayuda al mundo a aprender más rápidamente, y resolver problemas comunes” y más adelante sostiene que “nuestra meta es alcanzar un balance apropiado entre el empoderamiento de la libertad de expresión y crear un servicio seguro para una conversación participativa y pública”. Propósitos nobles pero muy difíciles de alcanzar. Twitter en la práctica ha tendido a transformarse en un campo de batalla en muchas ocasiones, con ataques frecuentemente anónimos a personas, empresas, organizaciones, etc… El momento culminante de este problema ocurrió en torno al ataque al Capitolio en Washington D.C. el 6 de enero de 2021, cuando las redes sociales se convirtieron en una vía para incitar a la violencia como forma de expresar una gran inconformidad debido a un supuesto fraude electoral. También los que se oponían a tales acciones manifestaban su condena a estos actos de violencia. Twitter, entonces, tomó medidas para evitar ser un vehículo que originara violencia fuera de su plataforma, incluyendo la controvertida expulsión de ella del Pdte. Donald Trump. A partir de entonces, Twitter intensificó el etiquetado y bloqueo de mensajes que a su juicio transmitían desinformación, lo cual se agudizó con la pandemia de la COVID-19. Así, Twitter eliminó 5.9 millones de mensajes durante el primer semestre de 2021, en contraste con 1.9 millones en igual lapso del año anterior. Asimismo, se suspendieron 1.2 millones de cuentas de esa Plataforma, casi el doble en comparación con el período anterior.

En medio de la vorágine de noticias falsas y tendenciosas, en la que la opinión pública está a merced del mal uso de los medios y las redes, puede ser una muy buena noticia que alguien con visión y con el propósito de sanear al menos una plataforma de redes sociales lo intente hacer seriamente. Cabe preguntarse si es posible.

El compromiso de Elon Musk es fuerte. El 25 de abril, este empresario logró reunir 44 mil millones de dólares para comprar Twitter, de los cuales 21 mil millones saldrían de su propio bolsillo (alrededor de 8% de su fortuna) y 12.5 mil millones los obtuvo en forma de préstamos contra sus acciones de su empresa Tesla.

Musk, sin duda, tiene algunas ventajas importantes para tratar de “limpiar” a Twitter, hacerlo más transparente e inclusivo y, por tanto, más confiable. Aunque no está del todo claro lo que pretende hacer con los procedimientos que usa la empresa, se sabe de algunos pasos que el magnate quiere seguir y que suenan muy acertados. Entre ellos se pretende hacer transparentes los algoritmos y que éstos sean de código abierto de manera que terceras personas fuera de la empresa puedan analizarlos y hacer recomendaciones de cambios; eliminar los bots de spam (es decir, programas informáticos que pueden mandar mensajes falsos, eliminar la información de contacto, generar cuentas de usuario falsas o incluso manejar cuentas de redes sociales robadas); exigir la autentificación de todos los usuarios. A lo anterior se agregarían una menor dependencia de la publicidad y el impulso a mayores suscripciones para su financiamiento, lo cual interferiría menos con los contenidos.

elon musk twitter

La estrategia que seguiría Twitter bajo los auspicios de Musk sería de menor censura a los usuarios, es decir, eliminaría muchos menos tuits y no recurriría tanto al veto de usuarios (él ha declarado que, en todo caso, prefiere la suspensión a la expulsión de usuarios). Hay muchos aspectos que aún se desconocen, como si se va a incluir un botón de edición en Twitter que permita al usuario corregir un tuit que ya ha enviado (y que otros ya pueden haber re-tuitiado), que es objeto de controversia.

A pesar de todos los avances tecnológicos y éticos que Elon Musk parece querer introducir en Twitter para volverlo una arena de intercambio honesto entre sus participantes, no es fácil que lo logre. Al final de cuentas es muy posible que los nuevos instrumentos que se introduzcan y que transparenten el funcionamiento de la plataforma no quite los prejuicios, las opiniones muy personales, las creencias de la gente que usará la plataforma, con lo cual puede seguir habiendo intercambios agresivos poco deseables y transmisión de información falsa o, al menos, muy sesgada. Adicionalmente, detrás de los propios algoritmos que revisan los mensajes se encuentran los humanos que los diseñan y que inevitablemente tienen sus sesgos, lo que no necesariamente se supera con el sistema de código abierto. Además, la tecnología de los algoritmos no es aún suficientemente confiable para ser eficiente en su evaluación de contenidos, por lo cual se necesitan humanos revisores que, sin embargo, por ser humanos tienen sus propias distorsiones (Twitter contrata decenas de miles de estas personas). Así, en definitiva, no puede dejarse al sólo criterio de los algoritmos y de los humanos que apoyan la revisión de contenidos el juzgar la información o los mensajes que se transmiten. Elon Musk no puede corregir o resolver este dilema, pues es un problema de la esfera de la cultura que sólo puede abordarse por medios culturales (ciencia, filosofía, semántica, historia, estética).

En las discusiones acerca de la forma en que opera Twitter ha ocurrido una tremenda politización acerca de su proceder, en la cual los conservadores culpan a la empresa de favorecer a los demócratas y al gobierno de Joe Biden, mientras ellos han sido acallados. Los filodemócratas, por su parte, consideran que los conservadores deberían poder decir menos de lo que aún lo hacen. En realidad, una plataforma puede intencionalmente o involuntariamente favorecer o desfavorecer a sectores de la población, o sencillamente ofrecer una vía para que ocurran cosas terribles. ¿Puede Elon Musk y su nuevo enfoque evitar que a través de esa red social se recluten terroristas o se organicen manifestaciones violentas?

Elon Musk, ha advertido que, en todo caso, una vez que maneje la empresa, se adherirá a las leyes de cada país. Será respetuoso de ellas. Aquí hay un primer tope a sus intenciones de una “plaza pública virtual neutral”. Los gobiernos, preocupados de los efectos de las redes sociales en sus países progresivamente han introducido regulaciones sobre qué pueden y qué no pueden transmitir estas plataformas. Australia, Gran Bretaña, la Unión Europea e India (para no hablar de China o Rusia) han estado trabajando sobre la regulación para las redes sociales y, por supuesto, difieren entre sí.

Aparentemente ningún individuo por su cuenta puede resolver los graves problemas de comunicación que existen hoy en las redes sociales. Al comprar Twitter, Elon Musk entrará en una dimensión desconocida. Estaremos atentos a lo que intentará hacer.

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