La situación política-social en Nicaragua es preocupante, la nación centroamericana vive momentos críticos a cinco meses de las elecciones generales en las que Daniel Ortega busca su quinto periodo, el tercero consecutivo.
Hasta este momento el gobierno ha detenido arbitrariamente a 17 opositores entre periodistas, defensores de derechos humanos y precandidatos presidenciales.
El gobierno nicaragüense se aprovecha de su mayoría en el Congreso para poder llevar a cabo estas aprehensiones ilegales bajo la excusa de que los detenidos ¨llevan acciones contra la soberanía de Nicaragua¨.
Además, emprendieron una ¨reforma electoral¨ que derivó en el cambio de todos los miembros del Consejo Supremo Electoral (CSE) por otros afines al régimen, a la vez que también otorgaron facultades al Ejecutivo de inhabilitar a opositores políticos a su antojo.
Entre los políticos opositores detenidos se encuentran Arturo Cruz Sequeira tras llegar en un avión proveniente de Estados Unidos, se le acusa de un supuesto ¨atentado contra la sociedad nicaragüense¨.
Juan Sebastián Chamorro, Miguel Mora y Félix Maradiaga también fueron detenidos por las fuerzas de seguridad del Estado nicaragüense por presuntamente y no han tenido ninguna comunicación con familiares o defensores desde que fueron aprisionados.
Los delitos por los que están siendo investigados son por presunta ¨organización con financiamiento de potencias extranjeras para ejecutar actos de terrorismo y desestabilización¨, ¨incitar a la injerencia extranjera en asuntos internos¨, ¨pedir intervenciones militares¨.
De acuerdo con Human Right Watch documentó que estas detenciones arbitrarias de opositores al régimen nicaragüense, como las violaciones a derechos humanos, se trata de una estrategia del gobierno para ¨reprimir el disenso, infundir el temor y restingar la participación política¨.
Una situación que se arrastra de años atrás
La situación en Nicaragua no es novedosa, los abusos por parte del régimen de Daniel Ortega han sido una constante desde que regresó al poder en 2007 y donde trata de incrustarse de forma vitalicia, como un dictador.
En 2018 las y los nicaragüenses también salieron a protestar en contra del gobierno por la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social (INSS) impuesta por Daniel Ortega en la que aumentaba las contribuciones de trabajadores y empresarios.
Además, se impuso una retención del 5% a las pensiones de las y los jubilados.
De acuerdo con organismos internacionales y organizaciones Defensoras de los Derechos Humanos y protección de la democracia señalaron que hubieron más de 300 muertos en las protestas de aquel año.
Podemos decir que las manifestaciones actuales son una continuación de aquellas en 2018, la ciudadanía sale a mostrar su inconformidad ante la ineptitud del gobierno de Daniel Ortega.
En lugar de escuchar a la ciudadanía, intercambiar posturas con opositores en busca de un mejor futuro para las ciudadanas y ciudadanos nicaragüenses, Daniel Ortega respondió con represión y violencia.
Periodistas nicaragüenses han denunciado que la capital del país centroamericano, Managua se ha convertido en un Estado de Sitio, donde la policía custodia todas las calles de la ciudad.
Pero no para ofrecer protección y seguridad sino para reprimir y atacar a quien se atreva a protestar en contra del gobierno.
También denunciaron que policías esperan a las afueras de los domicilios de políticos opositores, activistas, defensores de derechos humanos y periodistas para detenerlos o vigilar sus actividades.
México sin tomar postura
En la pasada reunión del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), 59 países firmaron una declaración conjunta condenando las violaciones de derechos humanos en Nicaragua, exigiendo la liberación de políticos opositores e instaron a celebrar elecciones libres.
Pero, Argentina y México se abstuvieron de firmar el documento y se ofrecieron a facilitar un diálogo entre ambas partes.
En un comunicado emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), en conjunto con el gobierno argentino, el pasado 15 de junio manifestaron su preocupación por la situación en Nicaragua, ¨especialmente por la detención de figuras políticas de oposición¨.
En el texto indican no estar de acuerdo con la intención de imponer pautas desde afuera o prejuzgar indebidamente el proceso electoral en Nicaragua, ya que eso viola el principio de autodeterminación y no intervención en asuntos internos.
La postura de México es congruente con la política exterior de ¨autodeterminación y no intervención¨, pese a que para el caso de Bolivia sí decidieron enviar un avión privado para sacar a Evo Morales y traerlo a México, allí sí intervinieron.
Más allá de esa incongruencia, la propuesta de un diálogo entre fuerzas parece no ser la mejor opción. El régimen nicaragüense se ha mostrado cerrado al diálogo y a la realización de elecciones libres y transparentes con las detenciones arbitrarias de opositores.
Está perfecto que no deseen intervenir en lo que ocurre en otros países, pero deben abogar para que Nicaragua se encarrile hacia una vía democrática y se ponga un alto a las violaciones de derechos humanos.
Dejar que el régimen de Ortega siga abusando del poder sólo engrandecerá la crisis social de Nicaragua y profundizará la problemática migratoria de la región.
La voz que puede producir un cambio en Nicaragua
Al ser México el país más importante de la región latinoamericana, su postura referente a un tema llega a influir muchísimo.
Tal es así que, cuando decidieron rescatar a Evo Morales de Bolivia, el expresidente pudo volver y un candidato afín a él ganó las siguientes elecciones presidenciales.
Hay mucha historia entre México y Nicaragua. En mayo de 1979 el expresidente José López Portillo decidió romper las relaciones diplomáticas con el país centroamericano por las evidentes violaciones de Derechos Humanos que se vivían bajo la dictadura de Anastasio Somoza.
¨En estos momentos estoy instruyendo al canciller Jorge Castañeda para que rompa relaciones con Nicaragua¨, dijo en aquel momento López Portillo.
El exmandatario tenía simpatía con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), llegó a recibir en Los Pinos a miembros del Grupo Doce del FSLN y la Embajada mexicana en Nicaragua sirvió de refugio para los sandinistas.
En aquel momento la intervención mexicana fue fundamental para que se consumara la revolución sandinista y que esta se incrustara en el poder de Nicaragua hasta el presente.
Aunque ello también derivó en ciertos roces en la relación con Estados Unidos, ya que el país norteamericano apoyaba abiertamente al régimen de Anastasio Somoza.
Hoy México se inclina por abstenerse a tomar una postura, pese a que esto beneficie más al régimen de Daniel Ortega, pero cuando se decida en ponerle un freno a esta situación, posiblemente se geste otro cambio de las magnitudes de aquel que se consumó en julio 1979 cuando Somoza huyó de Nicaragua.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
- Duro revés a la FGR, se cae la investigación en contra de científicos
- Aseguran dejar recursos suficientes a nueva administración en Miguel Hidalgo
- Entorpecer para vencer
- Intensifican universidades públicas cooperación para combatir la violencia de género
- Pondrán ‘ojo’ a verificadores para evitar extorsiones en Miguel Hidalgo