El terror se apodera de las calles, se escuchan disparos y tras varios minutos, cuando regresa la relativa calma, se deben de levantar del suelo a las víctimas de la tragedia. Así se vivió la semana más violenta en lo que va del sexenio de la cual se tenga registro.
Cuando en 2018 llegó a la presidencia Andrés Manuel López Obrador, una de sus promesas – más allá de acabar con la corrupción y la pobreza – fue disminuir la inseguridad y reducir el exorbitante número de masacres y homicidios dolosos que día a día se viven en este país.
Aquella promesa la hizo campaña con el lema ¨abrazos, no balazos¨. El presidente pensó que no haría falta una estrategia concreta para combatir al crimen organizado que toma mayor poder y control territorial.
Para esta administración las políticas sociales serían el antídoto perfecto del mal de la inseguridad y el crimen organizado. A poco más de cinco meses de que este gobierno cumpla 5 meses en funciones, parece ser que la estrategia no ha funcionado del todo.
En entidades como Tamaulipas, Jalisco, Guerrero, Michoacán, Sonora, Guanajuato y Chihuahua, el terror está a la orden del día. Para este gobierno se ha vuelto normal tener cifras de 70 y hasta 80 homicidios dolosos.
Sin seguir entendiendo cuales son las causas raíz de los problemas de inseguridad en México y mucho menos con la idea concreta de lo que debe ser una estrategia de seguridad ciudadana, el gobierno pretende militarizar la seguridad pública al pasar la Guardia Nacional a la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena).
¿Cuál ha sido el resultado de toda esta incompetencia? Pues esta semana, lamentablemente, tuvimos la más violenta en masacres y víctimas del crimen organizado en lo que va del sexenio de las que se tengan registro.
Una semana, 3 masacres, más de 40 asesinatos
Como en un país en guerra, la semana inició con la noticia que, en la localidad de Salvatierra, Guanajuato se registró el asesinato de, al menos, siete personas. Luego de que criminales irrumpieran en un pequeño taller de motos. Dos de las víctimas resultaron ser menores de edad.
Un día antes, en distintos puntos de Reynosa, grupos criminales asesinaron a 19 personas, de las cuales 15 eran civiles y los cuatro restantes presuntos antisociales.
Las autoridades informaron que se trató de un enfrentamiento entre grupos del Cártel del Golfo.
Por su parte, la secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez informó que ya habían detenido a cinco presuntos delincuentes relacionados con esta masacre.
De los cuales dos estaban ¨plenamente identificados como responsables de atacar a los civiles¨.
Otra masacre se registró en Zacatecas. El viernes la Secretaría de Seguridad Pública de la entidad informó que un choque entre grupos criminales de Sinaloa y Jalisco dejaron un saldo de 18 personas asesinadas.
La Fiscalía de Justicia estatal que en la sierra de la Comunidad de San Juan de Capistrano – localidad que limita entre Jalisco y Durango – hallaron dos camionetas incendiadas con entre 14 y 18 cuerpos calcinados a su interior.
No sólo fue ese hecho violento en Zacatecas, el día inició con la identificación de los cuerpos de dos policías de San Luis Potosí asesinados que colgaban de un puente.
En la comunidad del Fresnillo, también grupos criminales irrumpieron a una casa habitacional con armas largas y asesinaron a siete personas, de las cuales cuatro eran mujeres y tres hombres.
Urge tomar acciones contundentes
Queda claro que más presencia de fuerzas del Estado o que se militarice la seguridad pública no son acciones suficientes para combatir contra la inseguridad y el crimen organizado.
En octubre de 2019 nos tuvo que quedar bastante claro que, tras el ¨culiacanazo¨, la estrategia de este gobierno para erradicar la violencia se basa en la administración y contemplación del desastre.
Aquellos momentos terroríficos que vivieron las ciudadanas y ciudadanos de Culiacán, Sinaloa, son la muestra más contundente de cómo el crimen organizado superó en todos los sentidos a las fuerzas del Estado.
Su operativo fallido le costó la vida a personas y siguen sin entender que el camino trazado desde un principio no es el indicado, pero seguirán insistiendo porque no quieren aceptar que se equivocaron.
Parece ser que la receta secreta del presidente, con la que juró acabar con la inseguridad en México, funciona sólo en Palacio Nacional. Para la ciudadana y ciudadano de a pie que hoy, entre lágrimas, tiene que dar el injustificado último adiós a su familiar, no.
Mientras tanto, el mandatario seguirá actuando con el más grande de los cinismos, aunque eso implique agradecerle al crimen organizado por ¨haberse portado bien¨.
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