El viernes pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador envió a la Cámara de Diputados la iniciativa de reforma a la actual Ley de Hidrocarburos con la que busca rescatar la ¨soberanía energética¨ y recuperar económicamente a PEMEX y a la CFE.
El mandatario nacional sigue enfrascado en la idea de que el sector energético acabará con la pobreza en México y que el Estado se encargará eficientemente de proveer, abastecer y garantizar el suministro de los productos derivados a la población.
El documento enviado al Congreso se divide en cinco apartados que busca, esencialmente, castigar a aquellos importadores de gasolina que no cuenten con la capacidad física para llevar a cabo esa acción, restringir más el mercado de acceso a permisos para importación y comercialización de combustibles en el país hasta el punto de suspender o revocar estos y evitar la venta de combustible robado.
Además, la explicación de motivos por los que AMLO quiere realizar esta reforma va enfocada al señalamiento de los “gobiernos neoliberales¨ durante los cuales imperó la corrupción, el robo de combustibles y desabasto de gasolina.
Pero, en la iniciativa, hay más descalificaciones hacia el sector privado y a los ¨despropósitos¨ de los gobiernos anteriores que estrategias verdaderamente claras hacia lo que haría PEMEX cuando tenga la responsabilidad de cumplir con el abasto de combustible.
Al revisar los datos que presentan, es solo un repaso de situaciones que ya eran de dominio público sobre la diferencia como que México importa más gasolina de la que produce, las pérdidas económicas de PEMEX, entre otras.
No hay planteamientos claros de cómo recuperar económicamente a PEMEX, quieren hacerse de las industrias privadas y con eso piensan resolver todos los problemas.
Estado expropiador disfrazado de protector de la soberanía

Buscan, bajo el discurso de ¨proteger la economía nacional, los ingresos que percibe el Estado y la soberanía¨, contar un aparato legal que les permita quitar permisos a su antojo y operar ellos esas instalaciones y sí, no hay duda de que a eso se le llama expropiación.
Muchos dirán que son las empresas extranjeras que expropian nuestro territorio ya que producen, distribuyen y comercializan a partir de recursos obtenidos en México.
Si fuese así de fácil operar – dimensionando lo que implica eso en costos e infraestructura – una planta extractora y refinadora ¿por qué el Estado no llena de refinerías todo el país?
Lo vemos actualmente con la refinería Dos Bocas, costos excesivos, dinero que bien pudiese ser usado para otros fines más necesarios para el contexto actual como salud, educación, tecnología, transporte público, apoyos, entre otros más.
No podemos seguir bajo la idea que el Estado debe ser amo y señor de todos los sectores de la economía de un país, porque al asumirse responsable de una empresa – indistintamente a cuál sector pertenezca – ya pasa a ser un gasto para el Estado.
Toda empresa, con el objetivo de mantenerse productiva o ampliar sus mercados, solicita créditos, no puede únicamente hacerlo de las ganancias que genera, hasta nosotros mismo pedimos créditos para comprar una casa o un carro.
Ahora imagínense la escala y las implicaciones que traería que un Estado se haga cargo mayoritariamente de diversos sectores económicos.
El resultado, en algún punto, es que eso se volvería inviable y el Estado – en muchas ocasiones hasta naturales más que económicas – no podrá atender unas responsabilidades sin apartar o dejar olvidadas otras.
Atentado a la libre competencia energética

Es importante acotar, antes de desarrollar esta idea, que México, de acuerdo con el capítulo 8 del T-MEC, cuenta con la autoridad de ¨reformar su Constitución y su legislación interna¨, reconocido por Estados Unidos y Canadá.
Además, ¨México es dueño inalienable e imprescriptible de todos los hidrocarburos en el subsuelo del territorio nacional¨
Eso no se discute, lógicamente cualquier recurso disponible dentro de nuestras fronteras nos pertenece única y exclusivamente a nosotros y no a naciones extranjeras, eso sería un despojo.
Aún así, en el capítulo 21 titulado ¨política de competencia¨ dice lo siguiente:
¨Cada Parte mantendrá leyes nacionales de competencia que prohíban las prácticas de negocios anticompetitivas para promover la competencia a fin de aumentar la eficiencia económica y el bienestar del consumidor y adoptará las medidas apropiadas con respecto a esas prácticas¨.
Lo más importante es lo establecido en el párrafo 5; donde se indica que cada Parte (refiriendo a las naciones involucradas) asegurará que las políticas de sus autoridades nacionales de competencia deben incluir los siguientes parámetros, entre ellos, el referente a la sección A del párrafo.
¨Tratar a las personas de otra Parte no menos favorablemente que las personas de la Parte en circunstancias similares¨
Sólo en caso de que exista ¨un vínculo apropiado de daño o amenaza de daño afectando el territorio o el comercio de la Parte¨ se podrá limitar los recursos relacionados con estas prácticas.
El gobierno claramente, a partir de trabas propuestas en esta iniciativa, viola esta libre competencia entre los países del T-MEC y tendrá que mostrar argumentos más sólidos si quiere hacer ver que existe un daño en nuestro territorio o en el comercio del sector energético.
El ejemplo venezolano

Para ponerlo claramente, no fue Chávez quien nacionalizó la industria del petróleo – en todo caso la renacionalizó a partir de unas reformas – ese logro, si así gustan llamarlo, se le debe al expresidente Carlos Andrés Pérez – a quien Chávez intentó derrocar por medio de un Golpe de Estado –.
Chávez lo que hizo fue ofrecerles a las industrias trasnacionales ser socios minoritarios del sector energético y, en algunos casos, les obligó a vender sus acciones, de lo contrario serían expropiados.
Muy parecido al mensaje de AMLO, Chávez sostenía por allá del 2006 – tras haber ganado su reelección por otros seis años más – que las áreas estratégicas (haciendo referencia a la industria del petróleo) debían quedar reservadas al Estado y que sólo así Venezuela lograría ¨la soberanía en todo su sector energético¨.
Dicho y hecho, hubo trasnacionales que aceptaron las reglas del juego del gobierno venezolano, pero otras como ExxonMobil prefirieron retirar por completo sus inversiones de Venezuela y demandaron al gobierno en instancias internacionales, aunque sin mucho éxito.
Posteriormente, Chávez no sólo se enfocó a la industria del petróleo, sino que se fue también a la siderúrgica, y – bajo ese discurso de ¨si no accedes te expropio¨ – adquirió en 2008 cerca del 56% de la industria siderúrgica nacional que estaba a manos de capitales argentinos y mexicanos.
Hoy, como lo refleja esta gráfica en base a datos de Trading Economics, vemos los grandes beneficios económicos que trajo la nacionalización de la industria de acero más importante del país y cómo impactó favorablemente en el aumento de la producción de acero en Venezuela.

Lógicamente, como pudieron advertir, el anterior párrafo es una simple ironía a la debacle y crisis económica de Sidor, que la llevó a literalmente no producir absolutamente nada.
La soberanía que dejó sin luz y gasolina a todo un país

Como decía anteriormente, el gobierno venezolano se hizo de múltiples empresas del sector energético bajo la premisa de la ¨soberanía nacional y salvaguardar los intereses nacionales¨.
Incluso adquirió las empresas italianas del Complejo Petroquímico José Antonio Anzoátegui, ubicado en el Oriente del país, ya que estas se encargaban de la producción de MTBE, un aditivo esencial para oxigenar gasolina (compuesto químico cancerígeno).
Lo que ocurría es que estas empresas vendían el aditivo en dólares al Estado venezolano, el cual se usaba para abastecer, en buena parte, la demanda de gasolina nacional.
En 2015 se terminó por completar esa adquisición y el Estado tomó las riendas de la producción de la gasolina. Al año siguiente, ocurrió un aumento al precio de la gasolina, a pesar de que siguió siendo la más barata del mundo, aquello fue del 6,000%.
Después, precisamente el 30 de mayo del año pasado, el gobierno aumentó el precio del combustible a US$ 0,25 y permitió que se pagara con moneda extranjera.
Nos refleja que en tan sólo cinco años hubo dos aumentos importantes al precio, mientras que en los 15 anteriores a la adquisición no existió ninguno. La situación empeora si a esto le sumamos que existe un agudo desabasto de gasolina en Venezuela.
Hoy, en el país sudamericano, se normalizó esperar días en una fila para poder recargar el tanque de combustible – siendo uno de los países más ricos de petróleo en el mundo – y que los venezolanos lleguen a pasar hasta días enteros sin energía eléctrica o cualquier otro servicio básico.
¿Por qué no aprender de los errores de otros?

Me temo decirles que no fueron los Estados Unidos quienes boicotearon, a partir de las sanciones económicas, a las industrias venezolanas y provocaron el declive de la economía, en tal caso eso fue muy secundario.
Lo que verdaderamente terminó de quebrar las industrias del sector energético venezolano fueron ellas mismas y la terrible corrupción que existía – y todavía persiste – dentro de sus puertas.
Esa corrupción que se acentúo más con la presencia de militares en puestos gerenciales y directivos quienes cobraban jugosas comisiones a partir de contratos que otorgaban.
La falta de mantenimientos y del dinero que prefería destinarse para otros asuntos en lugar de mejorar la producción de las empresas crearon el caldo de cultivo que hoy se tiene en Venezuela.
Tomando en consideración la creciente incidencia de los militares en este país, no es de sorprenderse que, de cumplir su cometido, AMLO destine altos puestos de empresas del sector energético a algunos militares.
Si vemos en casos como el de Venezuela, en que se llega a un momento en que se vuelve inviable que el Estado se haga cargo de todo ¿por qué no aprender de los errores ajenos para no cometerlos?
Entiendo que la comparación es bastante necia y que no llega a gustar, pero si uno revisa cómo se fueron dando las situaciones en Venezuela y cómo está ocurriendo acá, encontrará muchas similitudes.
No nos dejemos llevar por sólo buenas ideas

Una idea – por más buena que parezca en apariencia – se termina convirtiendo en ilusión si no sabes cómo ejecutarla y eso pasa con esta reforma propuesta por López Obrador.
Mucho señalamiento a los errores del pasado y poca propuesta de estrategias y planes certeros que lleven a la mejora de esa situación, esto muestra que él, simplemente, busca ser el artífice de todo lo ¨bueno¨ que ocurre en este país.
Seguramente esto responda al contexto electoral en el que nos encontramos, recordemos también que este mes la gasolina llegó a su precio promedio más alto en la historia del país.
AMLO siempre prometió que los precios de los combustibles bajarían bajo su mandato y los hechos lo dejan en entredicho, y su deseo de ser reconocido un ¨buen presidente¨ lo llevan a tomar medidas que no corresponden.
Ojalá el presidente deje de lado sus intereses personales de ego y trabaje por el bien de un país, porque medidas como estas no resolverán a fondo el desabasto de gasolina – la profundizarán a la larga – y creará más precariedad que padecerán los más desprotegidos de nuestro país.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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