El teatro de la justicia en México
Rodrigo Peña

Más Maquiavelo

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La detención de funcionarios como García Luna o Cárdenas Palomino ilustran que la teatralización de la justicia no sólo se realiza a partir de detenciones falsas que carecen del debido proceso, o que violan la presunción de inocencia…

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Lectura: ( Palabras)

Luis Cárdenas Palomino, exdirector de Seguridad Regional de la Policía Federal durante el gobierno de Felipe Calderón, pasó de ser condecorado como el mejor policía de México en 2010, a detenido por tortura el pasado domingo por la noche. La detención fue llevada a cabo por la Fiscalía General de la República en colaboración con otras instituciones federales según lo informó la propia Fiscalía a través de su cuenta de Twitter. Cárdenas Palomino, resulta fundamental recordarlo, fue uno de los más cercanos colaboradores (si no es que el más cercano) de Genaro García Luna, actualmente detenido y acusado de delitos de narcotráfico en Estados Unidos.

¿Qué aporta esta detención en términos del análisis del período de la guerra contra las drogas y en general de la política de seguridad durante el gobierno de Calderón? Entre otras cosas, confirma y refuerza el empeño de funcionarios públicos en el área de seguridad por simular la justicia en momentos de profunda violencia e impunidad en México (que, por lo demás, no han acabado). La teatralización de la justicia consiste en una serie de rituales dirigidos hacia aparentar legalidad a través de constituir prácticas que simulan una idea de Estado de derecho sin que, al final, exista respeto a las leyes de hecho. Esta teatralización es un rasgo común del ejercicio de la autoridad en la Latinoamérica contemporánea, aunque no exclusivamente.

Calderón y Cárdenas Palomino

Aun hoy en día, la teatralización de la justicia es común en México. Sin embargo, el período de la guerra contra el crimen organizado desató una cadena de casos que se explican de esa manera, y que estuvieron dirigidas hacia aparentar que se realizaba justicia cuando, en realidad, lo que se realizaban eran puestas en escena del mencionado Estado de derecho o de una idea retorcida de ello. Probablemente el caso más emblemático, y que en alguna medida desató la desafortunada serie posterior de casos, fue protagonizada por la supuesta captura de Florence Cassez e Israel Vallarta en 2005, detención que resultó en un montaje realizado en vivo, en directo y en cadena nacional.

La detención de funcionarios como García Luna o Cárdenas Palomino ilustran que la teatralización de la justicia no sólo se realiza a partir de detenciones falsas que carecen del debido proceso, o que violan la presunción de inocencia, o que simplemente se caracterizan por los altos vuelos mediáticos. Teatralizar la justicia también puede realizarse a través de ensalzar al policía que produce el teatro legal. Para muestra varios botones: el ahora detenido fue condecorado en varias ocasiones por su labor policial. En el 2001, por el Federal Bureau of Investigation (FBI); en el 2005 recibió el premio Innova por la “implementación de Tecnología de Punta para la identificación y desarticulación de bandas delictivas”; en el 2009 recibió la Orden del Mérito Policial del Gobierno Español y la Medalla al Valor de manos del expresidente Calderón; y en el 2010 fue considerado el mejor policía de México por la Comunidad de Policías de México.

Luis Cardenas Palomino
Foto: Noticias PV.

En el período en el que las condecoraciones ocurrieron pueden enlistarse un sinfín de detenciones de presuntos narcotraficantes a quienes se les detenía arbitrariamente o que no se les imputaron cargos por falta de pruebas, entre otras serias carencias legales y judiciales. Además, complementaban acciones que montaban el teatro desde otros ángulos (por ejemplo, la serie televisiva El Equipo, transmitida por Televisa y financiada por la Policía Federal para alimentar una supuesta buena imagen a la institución en un momento de enorme violencia en el país).

Muchos de los casos de teatralización de justicia terminarán siendo casos en los que jamás podremos tener verdad jurídica. En otras palabras, y debido a la falta de rigor y cuidado en la realización de los procesos de detención y las consiguientes acciones judiciales, hablamos de personas sobre las que difícilmente (o quizás de manera imposible) podremos saber si eran culpables o inocentes de los cargos que se le imputaban. Peor aún, las malas prácticas en estos casos propiciaron modus operandi institucionales que ayudan a explicar las deficiencias judiciales y en general de verdad en casos posteriores como Ayotzinapa, y eso por mencionar sólo uno. Seguimos aprendiendo de un período del que, lamentablemente, también seguimos padeciendo.

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