“Un hombre sin ética es una bestia salvaje soltada a este mundo”.
Albert Camus.
En mi artículo España 23 de febrero, publicado en Voces México el pasado el 1º de marzo, comenté los antecedentes y la serie de actividades que desarrollé como Coordinador de Consejerías Comerciales para Europea Occidental del Instituto Mexicano de Comercio Exterior (IMCE), mismas que me impulsaron mi designación como Consejero Comercial Adjunto en la Embajada de México para España, con sede en Madrid, en 1977, con motivo de la reanudación de las relaciones diplomáticas de entre ambos países y, posteriormente, como Jefe de la Oficina Comercial de México para Cataluña y la Comunidad Valenciana, con sede en Barcelona.
También hablé de la gran afabilidad y apertura que hubo en la conversación que sostuve con el General Manuel Gutiérrez Mellado –Vicepresidente del Gobierno para Asuntos de la Defensa de España, en el Pabellón de México en la Feria Internacional de Barcelona FIB’80– sin embargo, hubo cosas que no le quise comentar pues, como oficial del gobierno mexicano representante en España, no podía hablar de una realidad que iba en detrimento de la imagen positiva que estábamos tratando de construir y reflejar de nuestro México querido, dejando a un lado la idea de un país tercermundista y bárbaro que en la mente de muchos europeos había.
En la realidad, el viaje de estudios del General Arnulfo R. Gómez a Estados Unidos y a Europa fue un destierro que ordenó el “presidente de facto en 1925” Álvaro Obregón, debido a que, el presidente constitucional para el período 1924-1928, Plutarco Elías Calles –su pelele– había pensado en designar como Secretario de Guerra y Marina a mi abuelo, pero como el General Arnulfo R. Gómez se negó a obedecer las órdenes de Álvaro Obregón de asesinar al candidato, don Adolfo de la Huerta en 1923, la oposición de Obregón contra la designación de mi abuelo fue total.
En su lugar, Obregón quería imponer como Secretario de Guerra y Marina a su “perro de presa”, Joaquín Amaro, nombramiento al que Plutarco Elías Calles se oponía porque, adicional a sus lacras y deficiencias, no era un ente de su confianza y porque bajo esa perspectiva, tendría como colaboradores principales a dos incondicionales de Obregón: Joaquín Amaro y Fernando Torreblanca.
Por esta circunstancia, Amaro sólo fue aceptado por Calles como Subsecretario de Guerra y Marina Encargado del Despacho y, hasta el 25 de julio de 1925, fue impuesto por Obregón como Secretario de Guerra y Marina, después de la salida del General Gómez del territorio nacional hacia Estados Unidos.
La idea de Obregón de enviar al General Gómez al destierro para que lo olvidaran, resultó contraria a lo deseado, pues mi abuelo había ganado el prestigio de ser el General de División que había participado exitosamente en 21 campañas y 71 hechos de armas entre los años 1911-1922, y que constituía un récord que ningún otro General había alcanzado, se acrecentó.
En la Hoja de Servicios del General Gómez se señala que desde el año 1921, su actividad estaba orientada al establecimiento de protocolos de organización y disciplina en el Instituto Armado con el objetivo de reestructurarlo a fin de lograr su mejor desarrollo y modernización. En la misma se consigna que “el General Gómez por su educación, firmeza de carácter, y grandes dotes de mando, goza de la confianza de la Superioridad y estimación de sus subalternos. Tiene brillante carrera revolucionaria y en la actualidad su principal objetivo es la organización y disciplina del Ejército”.
Como parte sustantiva de este proceso de reestructuración y capacitación, en el año de 1922 fundó la Revista Militar Marte, en la cual plasmó la serie de conocimientos, experiencias e ideas que había acumulado en el desarrollo de su exitosa carrera militar.
El objetivo de esta publicación era transmitir los conocimientos que había adquirido y sistematizado, a la tropa y oficialidad del Ejército Mexicano, a fin de instruir al soldado en relación con el arte de la guerra, de proporcionarle una más amplia educación, así como elevar su nivel de cultura con el fin último de crear un Instituto Armado fuerte y eficiente que, al darle solidez a su estructura, cumpliera adecuadamente con su función sustantiva, y que también pudiera hacer aportaciones al desarrollo de la vida política, económica y social del país.
En 1923, Álvaro Obregón, a fin de reconocer los enormes méritos del General Arnulfo R. Gómez, había creado el Trofeo Copa General Arnulfo R. Gómez, que tenía como objetivo premiar a la Excelencia en el Ejército Nacional Mexicano, siendo éste, el primer trofeo creado en vida de un homenajeado y sin que hubiera alcanzado el máximo grado dentro del escalafón militar vigente.
En la foto incluida a continuación, el General Arnulfo R. Gómez aparece firmando las actas de los Programas de Estudio del Nuevo Colegio Militar con la presencia del General Plutarco Elías Calles.

A fin de lograr la adecuada reestructuración del Instituto Armado, en 1924, el General Gómez publicó su primer libro, El Centinela, también conocido como Manual del Ordenanza, lo que fortaleció su imagen como un militar íntegro y preparado, dedicado al servicio de la Patria, dejando a un lado la politiquería tortuosa y barata que caracterizaba a nuestro medio político y a numerosos altos mandos militares improvisados, con poca convicción y escasa cultura.
Importante es señalar que, el General Gómez consideraba fundamental que los militares no se mezclaran en política a fin de poder cumplir correctamente con su deber, evitando contaminar y distorsionar sus funciones y sus objetivos, situación que lo señaló en su libro El Centinela.
Así, el General Gómez fue “comisionado” –como ya había acontecido con otros militares que convirtieron esa comisión en una francachela a todo lujo– para realizar un viaje al extranjero a fin de alejarlo del país, sin embargo, el General Arnulfo R. Gómez convirtió esa comisión, en un viaje de estudios e investigación muy productivo y exitoso para él, y que también debería haberlo sido para el Ejército Nacional del país, pero la perfidia, la ignorancia, bajo nivel intelectual, falta de ética y mala fe de Joaquín Amaro, no permitieron que lo fuera como lo ilustraré posteriormente.
El viaje de estudios que el General Arnulfo R. Gómez realizaría lo preparó a conciencia y, a pesar de la urgencia que tenía Obregón de sacarlo del país, se dio el tiempo para planearlo y tuvo detalles que nos hablan de su profesionalismo, de la excelente relación y preocupación que tenía por el Instituto Armado, así como por compañeros de armas y sus subalternos, entre los cuales se puede contar que su automóvil, un Lincoln 1924, decidió obsequiarlo sorteándolo entre ellos, siendo el agraciado el General Maximino Ávila Camacho.
A continuación, incluyo una fotografía de dicho vehículo y, como anexo, me es grato incluir una carta de la Embajada de Alemania en México, al Subsecretario de Guerra y Marina encargado del despacho, solicitando información en relación con la visita que haría el General Gómez a la República del Reich, en 1925.


Entre los mensajes de buenaventura y enormes deseos de éxito que el General Gómez recibió de parte de sus compañeros de armas, podemos incluir el del General Lázaro Cárdenas, quien fuera su subalterno y amigo, y que a la letra dice:
P. Viejo Ver. Agosto 6-1925
Sr. Gral. de Div. R. Gómez
Madrid, España
Muy estimado General y Amigo:
Lo saludo afectuosamente. Hoy tuve el gusto de recibir su atta. enviada de París el 20 del pasado.
Escribí a Ud. remitiendo la carta a París, al c/o Consulado. – Ignoro si llegaría a su poder.
Deseo siga Ud. sin novedad su viaje y que siempre tenga motivos de satisfacción.
Por acá siguen las cosas en el mismo estado en que Ud. las dejó. Los amigos hacemos gratos y sinceros recuerdos de Ud. y esperamos verlo, en la fecha en que nos dice, entre nosotros. Si algo se le ofrece sabe que soy el mismo subordinado para Ud.
Su visita a esos países será muy provechosa, principalmente, para la organización de nuestro Ejto. Indiscutiblemente que hay mucho que aprender de los Ejércitos Europeos: su organización, armamento, elementos que últimamente han venido empleándose en la guerra, escuelas del mismo Ejto y otros mil detalles como son sistemas de comunicaciones etc. serán observados por Ud. para que estudiando lo que sea más práctico implantar en nuestro Ejto sea puesto en práctica por Ud. que ha sido un entusiasta factor en nuestro joven Ejército y seguramente que agregadas estas observaciones a los conocimientos que ya tiene sobre la condición del soldado mexicano influirán grandemente en el mejoramiento instructivo de nuestros soldados.
Con mi sincera estimación de siempre me repito de Ud. atto subordinado y amigo.
Ruégole saludarme al Chato Portilllo que se fue con Usted.
Lázaro Cárdenas.
Con base en su experiencia y los objetivos planteados, el General Gómez diseñó un programa muy detallado para aprovechar al máximo su viaje de estudios y, lo primero que visitó fue la Academia Militar de West Point, el instituto de formación militar más antiguo de Estados Unidos. También visitó el Fort Benning, principal sede de la Infantería y Centro de Excelencia de Maniobras del Ejército Norteamericano; y Fort Riley, sede de la 1ª División de Infantería Mecanizada de la 1ª División Blindada y del Cuerpo de Ingenieros de Combate de Estados Unidos.
En Europa visitó las principales escuelas, academias y establecimientos militares en España: Academia de Infantería en Toledo, Academia de Caballería de Carabanchel, Escuela de Aviación de Cuatro Vientos, Talleres Generales de Ingenieros en Guadalajara, Fábrica de Armas de Oviedo, las fortificaciones españolas en el Protectorado de Marruecos y demás.
En Francia visitó la Academia Militar de Saint Cyr, la Escuela de Aviación de Le Bourget, los establecimientos de Schneider Canet –fabricantes de cañones–, asimismo las fortificaciones y los campos de batalla de la 1ª Guerra Mundial; de igual forma asistió a los más importantes establecimientos militares en Alemania, Bélgica e Italia.
A continuación, incluyo el texto de una de las notas sobre la visita del General Gómez a España, publicada por el Diario ABC en Madrid, el 28 de agosto de 1925 que señala:
El General Mejicano Don Arnulfo R. Gómez
Se encuentra entre nosotros desde hace algunos días el bizarro general mexicano Don Arnulfo R. Gómez, descendiente de españoles y soldado de gran notoriedad en el Ejército de México, tanto por su actuación en las operaciones, cuánto por su clara inteligencia, y recia cultura, demostradas recientemente en la publicación de su obra “Manual del Subalterno”, que ha merecido grandes elogios de la Prensa Militar Americana y Española.
El General R. Gómez mostró en los momentos difíciles de la Revolución Mexicana, singular simpatía por lo españoles a los que prestó valiosísimos servicios que justifican la efusión con que se le recibe en nuestro país.
Después de visitar los Estados Unidos y Francia, el general mexicano viene a España para conocer de cerca su vida, su progreso, sus hombres de ciencia, y especialmente el estado y la organización de su Ejército, por el que siente gran admiración.
Al dar la bienvenida al ilustre general mejicano, le deseamos que sea grata su estancia en nuestro país.

En mi próximo artículo narraré el exitoso regreso del General Arnulfo R. Gómez a México, incluyendo precisiones sobre la serie de propuestas que realizó teniendo como referencia los estudios realizados en las diversas academias e instalaciones militares en Estados Unidos, Europa y norte de África, con el objetivo de reestructurar, modernizar y lograr el mejor desarrollo del Instituto Armado mismas que tenían como base su propuesta fundamental de crear la Escuela Superior de Guerra, ideas que plasmó en su libro Estudios Militares, presentado el 15 de enero de 1926.
Hola, muy interesante. Mi bisabuela era Rosa Amelia Gómez Robles.