Una de las festividades más importantes de México es el “Día de Muertos”, el cual se celebra cada 2 de noviembre, aunque días antes ya se puede palpar el ambiente de celebración. En muchos países, sobre todo de tradición católica, se celebra el día de Todos los Santos ‒el 1º de noviembre‒ como recordatorio de los familiares difuntos, pero la conmemoración de los seres queridos suele limitarse a celebrar una misa en su honor y llevar flores al cementerio. En otros, de tradición protestante, el luto suele ser muy riguroso también. Pero en México, está celebración es un momento para recordar a los difuntos de una manera festiva. Se visitan cementerios en donde incluso se realizan comidas, amenizadas por pequeños grupos de músicos ofreciendo canciones a las familias para evocar a sus seres queridos. Asimismo, en vísperas de estas fiestas, las panaderías locales comienzan a elaborar el tradicional pan de Muerto, así como las calaveritas de azúcar, chocolate o amaranto que se pueden encontrar en todos los mercados populares o en las paradas de las calles; ambos alimentos suelen ponerse en los altares que se elaboran.
Hay toda una gran literatura sobre este día, como las rimas o “calaveras literarias” o las litografías de José Guadalupe Posada (1852-1913), arte que usaba las calacas como crítica y sátira de la sociedad y el país. Desde 2008, el “Día de Muertos”, forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, de la UNESCO.
La primera vez que visité México coincidió durante la celebración del Día de Muertos y sin duda fue algo que me sorprendió. Los altares que podían verse por toda la Ciudad de México, en lugares como el Palacio de Bellas Artes, el Palacio Postal o el Museo Nacional de Antropología, y también en casas particulares, eran realmente increíbles y bonitos. Me gustaron mucho las diferentes calacas distribuidas por toda la ciudad y las llamativas calaveras gigantes en el Paseo de la Reforma. Esta ornamentación también se apreciaba en bastantes iglesias, lo que demuestra que “El Día de Muertos” es un claro ejemplo del sincretismo religioso. Tiene influencias tanto aztecas como católicas.
Antes de que llegaran los españoles, se hacían celebraciones en homenaje a los muertos. En la mitología mixteca, la forma en que una persona moría determinaba a dónde iría y los que morían de forma natural, iban al Mictlán, que era donde se encontraba el dios de los muertos o también del inframundo, Mictlantecuhtli, junto con su esposa la diosa Mictecacíhuatl, quien regía el mundo subterráneo. Cuando la persona moría, su alma era acompañada por un perro xoloitzcuintle. El muerto era envuelto en un petate y enterrado con el alimento que más le agradaba, e incluso objetos de su pertenencia, además se organizaba una fiesta en su honor para guiarle en su camino al Mictlán.
Cada año, coincidiendo con la celebración del fin de las cosechas, se empezó a conmemorar el retorno de los muertos a la casa de su familia por unos días, en los que hacían ofrendas de comida; aunque esta celebración se realizaba a finales de agosto. Finalmente, cuando los españoles llegaron a España hubo una fusión de culturas y mundos que llevó a continuar celebrando el Día de Muertos pero coincidiendo con la celebración católica de Todos los Santos, el 1º de noviembre, y el Día de los Fieles Difuntos, el 2 del mismo mes; la primera instaurada por el Papa Gregorio IV en el siglo IX y la segunda un siglo después, coincidiendo éstas con las celebraciones de fin de la cosecha de algunos pueblos paganos del norte de Europa.
Después de la consolidación de México como país independiente, la celebración del Día de Muertos se fue reafirmando, sobre todo en el centro y sur del país. En un principio eran las clases populares quienes celebraban este día, mientras que las clases pudientes seguían las tradiciones europeas del luto. Pero poco a poco se ha ido convirtiendo en una celebración en la que participa todo el mundo. Cada celebración de los estados de la federación tiene sus propias características.
Para entender la fusión de los dos mundos, podemos verlo en las diferentes ofrendas o cosas que se hacen durante esta fecha. La presentación de ofrendas con dulces en forma de calavera o huesos se realizaba en algunos lugares de Europa durante el día de Difuntos, y en el México precolombino se ofrecía en las celebraciones de los muertos algunas tortillas de maíz. Algunas personas también opinan que el “Pan de Muerto” lo instauraron los españoles para sustituir así los sacrificios humanos de doncellas, de quienes tomaban como ofrenda el corazón, siendo sustituido por un pan. El caso es que, con el paso del tiempo, se fue consolidando este dulce como ofrenda en los altares de muertos y hoy en día se consume mucho, no sólo en México, sino también en Estados Unidos, debido a la fuerte inmigración mexicana que hay. Incluso en mi ciudad, Barcelona, he podido encontrar pastelerías que los elaboran. Sin olvidar, otro dulce famoso, las calaveritas de azúcar o de chocolate, muy presentes también en estas fechas.
Pero, especialmente en los altares, se suelen poner objetos y fotografías que pertenecieron al difunto a que se le brinda el homenaje. Además, es imprescindible la flor de cempasúchil, de tonos naranjas y amarillentos, cuyo olor guía a los difuntos hacia su casa y el tradicional papel picado. También, debe añadirse agua para la travesía de los difuntos hacia su antiguo hogar y sal para que el espíritu no se corrompa durante su camino; el incienso sirve para purificar el altar; y otra característica de origen cristiano son las velas o cirios para guiar a las almas y darles esperanza. Tampoco pueden faltar las pequeñas calaveras de barro pintadas, las cuales fácilmente se encuentran en muchos puestos o mercados.
Sin duda ésta es una celebración increíble que se ha convertido en un símbolo de identidad de México. En los últimos años este festejo se ha visto influenciado por su vecino del norte, con la celebración de Halloween en tierras mexicanas, aunque con algunas diferencias. En vez de calabaza, los niños llevan una calaverita y van pidiendo dulces de puerta en puerta, diciendo: “¿Me da mi calaverita?”; disfrazados de calaca o de algún monstruo, mayormente. Otro cambio que ha tenido esta celebración y, aún más reciente, es el desfile que se realiza unos días antes del 1º y 2 de noviembre ‒esto año se celebra el 30 de octubre, desde 2016‒. Tal como expliqué en un artículo anterior, sobre el cine extranjero en México, dicho desfile se empezó a hacer después de aparecer uno ficticio en la película de 007: Spectre (2015), y como una manera de atraer al turismo.
Esta celebración me causó impacto debido a que la muerte es vista de forma alegre, a pesar de la pérdida que representa la partida del ser querido, recordándolo con lo que más identificaba a esa persona. Lo que le gustaba en vida: música, comida, alguna expresión particular. Sin duda es una costumbre distinta, aunque comparta algunas particularidades con otros países donde la muerte se vive como un acontecimiento más triste.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.