El presidente Andrés Manuel López Obrador siente que tiene el deber moral de exhibir lo que él considera como mentiras del periodismo y por eso creó una nueva sección en sus conferencias matutinas, ¨Quién en quién en las mentiras ¨. 

En lugar de ser un espacio de diálogo y debate sobre el manejo que se le da a la información en los medios de comunicación convencionales, ¨Quién es quién en las mentiras ¨ es un segmento de descalificaciones y sin argumentos para desmentir una noticia. 

El problema no es sólo que es un vago ejercicio en el combate de la desinformación, sino que, al querer señalar como mentirosa a una nota informativa, el presidente pretende ser quien ofrezca la ¨verdad¨sobre esa noticia. 

Si López Obrador quiere rebatir las mentiras, debería empezar él mismo a dejar de mentir, no puede asumirse dueño de la verdad bajo aseveraciones imprecisas o engañosas que desinforman y tienen las mismas consecuencias que una noticia falsa. 

Porque de acuerdo con el analista y consultor político Luis Estrada Straffon, AMLO dijo 56 mil 181 afirmaciones falaces o engañosas en 641 conferencias matutinas, es decir, un promedio de 88 por mañanera. 

Las mentiras, afirmaciones engañosas o las llamadas medias verdades están a la orden del día. Es que la verdad como término filosófico no es algo que esté en poder una sola persona. La verdad se construye entre todos en base a lo que se acerque a explicar de la mejor la realidad.

Es antidemocrático que el presidente se asuma como el tribunal de la verdad. Aún así, el gobierno está en la facultad de desmentir una noticia cuando esta sea imprecisa o falte a la verdad, pero eso se ejerce desde el rigor y la contundencia que este te ofrece.

Frases preocupantes de “Quién es quién en las mentiras¨

Más allá del pobre ejercicio que este nuevo segmento representó, hasta se ganó las críticas de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ¨Quién es quién en las mentiras ¨ dejó una serie de frases preocupantes: 

¨Se trata de informar con la verdad para que el pueblo de México pueda ejercer su derecho para el acceso a la información que le permita formar un criterio con certidumbres¨

Esta premisa de ¨informar con la verdad¨ que le permita al pueblo de México formarse un criterio tiene un sesgo. Es como si dijeran ¨como nosotros tenemos la verdad, vamos a informar con ella para que ustedes puedan formar su opinión. Sin nosotros, ustedes no pueden tener una mirada crítica¨.

Los gobiernos dan a conocer la información que a ellos les convengan y al momento que les conviene. El poder político nunca hará una acción por simple filantropía, detrás siempre habrá intereses que responder y satisfacer.

¨Este tipo de manifestaciones lacera la libertad de expresión, atenta contra la democracia, pero, sobretodo, obstaculiza que el pueblo decida¨.

Si bien es cierto que las noticias falsas atentan contra la construcción de una sociedad democrática, igual lo hace un gobierno que pretenden poner a consulta los derechos garantizados en la Constitución. 

¨Como si se tuviese la intención de infantilizar a la ciudadanía, utilizando prejuicios y armas tan dolorosas como el clasismo y el racismo¨.

El racismo y clasismo son, junto a la inequidad de género, los mayores problemas sociales que padece nuestro país, pero este gobierno no ha hecho nada para combatirlos o erradicarlos. Al contrario, los perpetúa con sus palabras. 

Según el presidente, las protestas feministas son parte de un ¨movimiento conservador¨ que se opone a su gobierno. Frase que deslegitima al movimiento.

¿Por qué no lo hacen con ellos mismos?

Hay una frase que dijo Ana Elizabeth García Vilchis, presentadora de la sección ¨Quién es quién en las mentiras¨, que no necesariamente responde a las consecuencias de las noticias falsas. 

¨La consecuencia de las noticias falsas es que unos cuantos tengan el poder de determinar qué está bien hecho y qué no, en qué se debe gastar y en qué no, quiénes tienen derechos y quién no, quién tiene la madurez de ejercer el recurso público y quién no¨. 

Esta frase aplica a la perfección con lo que ha sido todo este sexenio. El presidente siempre da a entender que él y su movimiento son quienes deben ostentar el poder porque son los únicos capaces de cambiar el país para bien. 

Para AMLO es correcto y congruente defender a un presunto violador para que sea gobernador porque ¨es un excelente luchador social¨ y merecía ser gobernador en su estado para llevar la Transformación a Guerrero. 

El presidente también impone qué es lo que se hace bien y lo que se hace mal. Según él todo lo del pasado estuvo mal hecho, y lo que su gobierno realiza está hecho a la perfección. 

La excusa favorita del jefe del ejecutivo para no dar resultados – ya sea en materia de salud, económica, política, social y de seguridad – es que los gobiernos anteriores le dejaron un desastre y que lo hicieron todo mal, pero su administración hace un ¨esfuerzo inhumano¨ en sacar adelante al país. 

El mandatario también decide en qué gastar y en qué no. La austeridad republicana llegó a perjudicar a múltiples instituciones de gobierno – especialmente las de salud y seguridad – pero para los megaproyectos como el Aeropuerto en Santa Lucía, Tren Maya y la refinería Dos Bocas hay presupuesto ilimitado. 

Una lucha por la imposición de narrativas

Aquí están enfrentados dos poderes. El político y mediático, el primero de ellos quiere combatir contra la narrativa que establecen los segundos. Por eso AMLO hace uso de la tribuna presidencial para intentar competir al mismo nivel.

AMLO entiende que su gobierno está perdiendo autoridad y legitimidad. Aunque hayan ganado la mayoría en la Cámara de Diputados, gracias a sus alianzas, perdieron 1 de cada 5 diputados que obtuvieron en la legislatura que está por terminar. 

Su deseo de personal de cumplir todo aquello que prometió durante 18 años, que sería el percusor del mayor cambio social en el país y que quedaría en el recuerdo como el mejor presidente, parece no cumplirse. 

Su ego es lo más importante, por eso arremete contra la narrativa de los medios de comunicación convencionales que exhiben su fracaso, para el poder instaurar la suya en la que hizo un montón de cosas buenas por el pueblo de México y que ¨no es igual a los del pasado¨.

¨Quién es quién en las mentiras¨ para nada tiene el propósito de exigir un periodismo ético y con apego de la verdad. AMLO pretende acabar con la confianza de los medios para que, en lo que queda de sexenio, la población lo vea a él como única fuente de información y de la verdad. 

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