Para mi nieta Andrea.
Estoy sentada frente a mi computadora, mi herramienta de trabajo, mi conexión con mis consultantes, mis amigos, mi familia y mis amores. Mi ventana al mundo de afuera, al mundo que dejamos, del que no estamos presentes.
Estos meses me han llenado de diferentes emociones, dudas, miedos, incertidumbre tristezas y muchos duelos, también he disfrutado del cambio de ritmo, de la tranquilidad de no estar corriendo, de no estar en el tráfico, aunque debo de confesar que extraño escuchar mis podcasts, una acción que empecé a realizar para hacer más llevadero el tráfico de la Ciudad de México y que se ha vuelto una de mis más grandes pasiones, escuchar a mis mentores, hombres y mujeres que admiro y que siguen regalándome su sabiduría; soy de las personas a las que les gusta que les hablen mientras maneja… sé que hay otras a quienes les gusta que les canten.
Mucho ha cambiado, algunos de mis compañeros y amigos de Diálogos en Confianza ya no están, todo en el canal es diferente, el foro, los ritmos, las reglas, el programa, yo no he faltado ni un día desde enero y, aunque para mí los cambios fueron paulatinos, hay días que me siento desconcertada y triste y otros llena de energía.
Comencé mi proyecto “El arte de ser feliz” que tenía años “macerando”, me cuestioné muchísimo si era el momento adecuado o no para hacerlo, pero ya nada podía detenerme, mis ganas de llevarlo a cabo eran enormes. El resultado me ha llenado de satisfacciones, alegrías y muchísima felicidad, por mi plataforma han pasado generosamente mis colegas y amigos, dejando a su paso su sabiduría, su verdad, su expertise, su corazón. Uno de ellos me felicitó por estar haciendo una “Videoteca” virtual tan importante.
De este proyecto está naciendo “Código Felicidad”, nuestra A.C. Éste sí fue un regalo del universo que no me esperaba pero que recibo con los brazos abiertos y llena de humildad, orgullo y anhelo por ayudar a muchísimas personas, nuestro lema es: “La felicidad va de la mano de la salud mental”, buscamos ayudar a las personas acercándose a profesionales de la salud mental para poder resolver sus problemas y encontrar la felicidad.
Los días han pasado, las semanas, los meses y el COVID nos alcanzó, llegó a nuestra casa, entró por la ventana y nos asustó, ahora nos deja una gran lección. Me di cuenta que una vez más el dinero hace la diferencia y esto es realmente triste, tener acceso a las medicinas, los médicos, el oxímetro, el termómetro. Es toda la diferencia; es un alto porcentaje de probabilidad de que no llegues al hospital si lo atiendes a tiempo, de la manera correcta, con las medicinas y los médicos. No voy a dejar de decir que también influye en un alto porcentaje tu salud en general, haber tenido acceso a vitaminas, alimentos de buena calidad, buenos hábitos de comida, que se traducen en un sistema inmunológico fuerte.
Como todos los que hemos tenido COVID, también sufrimos el rechazo, los amigos y familia que saben que lo tienes, se alejan y no los culpo, seguramente yo hubiera hecho lo mismo, tenemos miedo, no sabemos cómo nos va a atacar, pero sentir el rechazo duele, el alejamiento, la falta de contacto, justo lo que más necesita uno en momentos vulnerables, es el abrazo, la caricia, el apapacho, el miedo al COVID nos lo quita, nos priva de sentir el amor que es tan necesario. No podía dejar de pensar… ¿y si me pongo mal y ya no recibí ningún abrazo? ¿Y si es la última vez que veo a mis hijos, mi esposa, mis hermanas y mi papá?
Qué horrible pandemia, qué cruel, yo decidí desde el principio de la pandemia no vivir con miedo y creo que en la mayoría del tiempo lo he logrado, sí me cuestione cómo quería vivir mis últimos días si es que moría de COVID y decidí que no dejaría que el miedo fuera mi compañero, decidí seguir viviendo con alegría y tomando un día a la vez.
En medio de esta pandemia recibí la mejor de las noticias, mi nieta Andrea, viene en camino, mi hija Ximena y mi yerno Rodrigo están esperando su llegada y con ellos toda la familia, es hermoso cómo la vida sigue y mejora con nuevos anhelos, esperanzas y amores.
Esta dimensión nueva de ser abuela me llena de felicidad, quiero conocer a mi nieta, ser testigo de su vida, me encanta ver a mi hija y mi yerno formando su familia, con la emoción y el miedo que implica ser primerizos. Sé que van a ser fantásticos.
¿Quién quiero ser después de esta pandemia? Quiero seguir con este ritmo más pausado y sin estar corriendo.
Espero haber entendido varias lecciones, la fragilidad de la vida, que el tiempo es oro, la importancia de estar cerca de las personas que amas, de los amigos, de la familia. Lo vital que es un abrazo, la falta que nos hacen las caricias, la alegría del reencuentro, el valor de la salud.
Quiero preocuparme menos y disfrutar más, quiero seguir construyendo y aprendiendo, quiero seguir trabajando en convertirme en la mejor versión de mí misma.
Quiero trabajar con mis manos, además de mi mente, quiero seguir jugando y riendo a carcajadas.
Quiero sentirme ligera y dejar atrás las cargas, los pleitos y los malos entendidos, quiero aprender a vivir con desacuerdos y no ser tan necia, cultivar la armonía, ejercitar la paciencia, vivir en el aquí y en el ahora.
Quiero la humildad como parte central de mi vida, quiero que lo que me mueva sea el amor, el amor a mí misma, el amor a los otros, el amor a la vida.
Quiero que el mundo al que llega mi nieta Andrea sea más generoso, compasivo, comprometido, incluyente, cuidadoso, amoroso y con más conciencia, para eso trabajo todos los días.
Quiero salir de esta pandemia más sabia y feliz.
¿Tú quién quieres ser después de esta pandemia?
Esto es para ti, mi amada Andrea, bienvenida.
Y también para ti, que siempre estás del otro lado leyéndome.
Gracias y bendiciones.
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