Los impulsos unilaterales, sin el respaldo internacional, no hacen más que denotar que la humanidad actual le apuesta más al diálogo pacífico antes que a la fuerza brutal.
Pareciera que la ONU es una organización “liberalizadora de maleficios” pues aquí se proyectan las diversas inquietudes que “corroen el alma” de la política moderna.
Isabel II, en sus setenta años al mando de la monarquía anglosajona, “inscribió” su nombre en los anales históricos de la humanidad.
A mayor reconocimiento del legado político orientado a amplificar el bienestar común, mayor debe ser la solidaridad sociopolítica de los sistemas políticos.
En definitiva, no hay dudas de que los sueños se construyen a base de pinceladas, paso a paso, pieza por pieza, pigmento por pigmento.
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