Alfabetización digital para el mundo de hoy, el desafío
Antonio Tenorio

Innovación, Tecnología y Sociedad

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Hace una semana, más o menos, se celebró el Día Internacional de la Alfabetización. Esfuerzo de la Organización de las Naciones Unidas por dar visibilidad a unos de los lastres más vergonzosos del mundo a…

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Hace una semana, más o menos, se celebró el Día Internacional de la Alfabetización. Esfuerzo de la Organización de las Naciones Unidas por dar visibilidad a unos de los lastres más vergonzosos del mundo a estas alturas del siglo XXI.

Según datos de la Unesco, en el mundo de hoy, capaz de recoger muestras de la corteza de Marte, hay todavía alrededor de 760 millones de personas que no saben leer ni escribir.

El analfabetismo, flagelo inconcebible por sí mismo, es además un fenómeno, que como tantas otras desigualdades, vuelven aún más vulnerables a los que ya de por sí lo eran.

No es extraño en esta lógica que de esos 760 millones de personas que no saben leer ni escribir, dos tercios de ese total sean precisamente mujeres.

Evolución.
Imagen: Pinterest.

Es decir, 500 millones de quienes no tienen acceso a documentos por no saber leer, o que difícilmente se pueden desplazar, al carecer de herramientas para identificar rutas, son mujeres.

De por sí confinadas a condiciones de insalubridad, mala alimentación, precaria salud y violencia de todo tipo, estos 500 millones de mujeres, como suelen ocurrir, son marginadas entre los marginados, condenándoles, pareciera que de por vida, a un círculo de lo infrahumano, del que difícilmente saldrán, a menos que, pronto, hagamos algo.

El segundo gran grupo humano al que se le ha restringido el primero y más elemental de los derechos, el que abre la puerta a todos los demás, que es saber leer y escribir, son los jóvenes.

Cerca de 115 millones de jóvenes, cuyas edades oscilan entre los 15 y los 24 años, no han tenido la oportunidad, siquiera, de acceder a la educación básica.

Es cierto que en los 25 años que pasaron entre 1990 y 2015, el esfuerzo internacional logró remontar hasta en un 25% el rezago en materia de analfabetismo entre jóvenes.

Analfabetismo.
Imagen: iStock.

Pero no menos real es que la cantidad de personas que están privadas de la habilidad esencial para el acceso a una condición real de ciudadanos sigue siendo alarmante.

Concentrado básicamente en África, el analfabetismo sigue presente en América Latina. Región donde se calculan en más de 60 millones el número de personas que no saben leer ni escribir aún.

Argentina, Chile y Costa Rica ocupan las más altas posiciones en porcentajes de alfabetización, superando el 90% de su población.

En el otro extremo, por debajo de este umbral, se encuentran países como El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Todos ellos, países cuyas condiciones estructurales de pobreza y marginación los han orillado en los últimos años a ser naciones con altas tasas de migración.

Marginación.
Imagen: Cuerpoymente.

Está más que claro que la formación de una ciudadanía participativa, crítica, vigilante del cumplimiento de sus derechos, pasa necesariamente por saber leer y escribir, aun cuando esto no sea por sí mismo condición suficiente.

Del mismo modo, resulta evidente que el rezago en materia de alfabetización impacta en nuestra época sobre lo que se ha dado en llamar, “la segunda alfabetización”, la digital.

No se trata, empero, en el caso de la inclusión digital, de una enseñanza en el sentido estricto. Es decir, el centro de su acción no descansa en “dar clases” sobre cómo operar los celulares o las transacciones financieras virtuales.

Importa, y mucho, que las personas sepan utilizar los dispositivos. Sin embargo, a inclusión a la “nueva era”, pasa por una operación de mayor envergadura, el cambio en las formas de pensamiento.

¿Se pueden disponer de los mejores y más actuales dispositivos y al mismo tiempo mantenerse en una condición de analfabeta digital?

Nueva Era.
Imagen: Pinterest.

Hemos dicho ya antes, no sólo que sí, sino que personas con muy altas responsabilidades públicas y privadas ostentan esa condición.

La alfabetización digital es el trabajo dirigido no al objeto (el dispositivo) sino al sujeto. A sus capacidades para pensar el mundo de otra manera. A sus creatividades para adaptarse a una nueva imagen del mundo.

La inclusión, entendida como formas de pensamiento, y el estímulo de las creatividades digitales, constituyen el centro neurálgico de las nuevas tareas de alfabetización que es apremiante llevar a cabo.

El costo de no comprender la magnitud de lo que significa la alfabetización digital, condenará a quienes ya viven marginados del leer y el escribir tradicionales, a seguirlo estando, de eso no hay duda.

Mas, de un modo convergente, corremos el riesgo real de que quienes hoy utilizan dispositivos de época, pero carecen de alfabetización digital, ahonden su condición de consumidores acríticos de contenidos nocivos, de baja calidad y denigrantes.

Atrapado.
Imagen: Digitalia.

La alfabetización tradicional y la alfabetización digital se entrecruzan, pues, sobre un mismo nodo. Son condiciones indispensables para la viabilidad de sociedades inclusivas, críticas, y participativas.

La garantía de inclusión y el estímulo a las creatividades digitales, hoy, como nunca, toca el corazón de esa vieja deuda que el mundo tiene con quienes no saben leer ni escribir.

Pero no menos con quienes sabiendo leer y escribir letras, es urgente que arriben a la posibilidad de saber leer el nuevo mundo, y a escribir en los renglones de la nueva era.

Ni más ni menos.

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FERNANDO SABIDO

Es importante considerar la responsabilidad que deben asumir los maestros y las instituciones de educación superior en esta labor de alfabetización digital.

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