Roma y la visibilidad del trabajo doméstico
Manfredo Martínez

Sociedades del Siglo XXI

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Las actividades desempeñadas por estos conglomerados sociales vienen a “compensar” de cierta forma la falta de atención que los progenitores tienen hacia sus hijos, debido muchas veces a las “intensas demandas” del trabajo y…

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En la reciente entrega de los premios Oscar a finales de febrero, Alfonso Cuarón con la cinta “Roma” volvió a demostrar su capacidad innata y certera como realizador del séptimo arte al obtener tres estatuillas de parte de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en la 91 edición (como Mejor Director; Mejor Película Extranjera, primera obra mexicana en hacerlo; y, Mejor Fotografía), de las veinticuatro categorías premiadas en la gala anual de la meca del cine global (debido al alcance de la convocatoria y la globalidad en la apertura a la observancia de estas industrias culturales que por una u otra razón se convierten en íconos de los sueños y aspiraciones de los consumidores de cine a escala planetaria).

En un principio, el hecho que la producción haya sido desarrollada en blanco y negro es en sí mismo un mensaje a la industria del cine en el sentido de comunicar más naturalidad y “cercanía”, en contraposición a la superficialidad y glamour que caracteriza al cine contemporáneo. Creo que el director mexicano supo canalizar las energías de una outsider como lo es Yalitza Aparicio “Cleo”, (nominada a Mejor Actriz y que lastimosamente no ganó), quien a pesar de no tener experiencia previa en el campo logró replicar el guion con sobriedad y naturalidad.

Fotograma de la película 'Roma' de Alfonso Cuarón.
Fotograma de la película ‘Roma’ de Alfonso Cuarón (El País).

Por otra parte, el hecho de que esta película ambientada en la colonia homónima de Ciudad de México de los años setenta y rodada por una plataforma alternativa e independiente de cine (competencia de los grandes circuitos del medio), sin lugar a dudas se convierte en un impulso y reconocimiento al cine latinoamericano, que a pesar de no contar con presupuestos desorbitados, logra desarrollar obras maestras y llamativas como la ejecutada y producida por el cineasta azteca, lo cual deja entrever que las “limitaciones” económicas (unos quince millones de dólares) son compensadas con calidad artística y compromiso humano de parte de todo el equipo que trabaja en estas producciones (lo cual ha permitido a la plataforma inversora alzarse con la primera estatuilla en la categoría “Mejor Película”).

Bajo mi punto de vista, esta producción cinematográfica da elementos para repensar el papel de las trabajadoras del hogar, que generalmente provienen de escenarios de marginalidad y tienen muchas veces que “soportar” un trato vertical, por lo cual tienen que aprender los códigos de comportamientos de patronos y vástagos para lograr una “integración” que les permita torpedear y avanzar en un campo laboral muchas veces incomprendido, pero necesario para “satisfacer necesidades” básicas de personas de clase media-alta que así lo requieren.

De manera tal que, “Roma” es un reconocimiento a la labor doméstica que desempeñan estas mujeres que desempeñan “relativas” labores sustitutas de “madres” (en el ámbito del cuidado social) de los pequeños bajo su custodia. De hecho, de acuerdo con versiones del mismo Alfonso Cuarón, fue “Libo” (su niñera cuando era un pequeño), quien pudo inspirar e incubar en su mente la exitosa obra cinematográfica. En mi opinión, las actividades desempeñadas por estos conglomerados sociales vienen a “compensar” de cierta forma la falta de atención que los progenitores tienen hacia sus hijos, debido muchas veces a las “intensas demandas” del trabajo y las relaciones sociales muy presentes en nuestra era, en donde todo es vertiginosidad y presión desencadenados por la competencia y la “necesidad” de alcanzar metas a como de lugar.

En definitiva, “Roma” es un llamado tanto a nivel individual (en el seno de los hogares) como a nivel socio-estatal (instituciones públicas, empresariales, etc.), a corregir todas aquellas “fallas” de comportamiento contra las trabajadoras domésticas, quienes “sacrifican” tiempo, esfuerzo y empatía para lograr el beneplácito de sus jefes; aunque varias veces son invisibilizadas a raíz de la imposición de los criterios del poder socio-económico sobre sus propias perspectivas y concepciones de la vida en comunidad.

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