No en mi nombre. Un grupo “activista” no puede, ni tiene derecho a hablar por “todas” las mujeres. Esas activistas, de las que además desconocemos nombres y procedencia, se han autoelegido como representantes de más de la mitad de la población de este país, sin ningún aval moral y en un gesto antidemocrático. Tomar por la fuerza un espacio, con argumentos tan débiles, no significa ni que tengan la razón ni que ese espacio lo merezcan y sea suyo. La toma de la antigua Glorieta Colón por esos “grupos feministas” para decidir qué se debe colocar en lugar de la estatua de Cristóbal Colón es un acto de prepotencia ideológica, populista, apoyado en la propaganda de las redes, su gran tribuna.
Le llaman “Glorieta de las mujeres que luchan”, para ellas estar en colectivos y en el Twitter es “luchar”; hacen mucho más por las mujeres las que desde su sitio social y personal demuestran un nivel de alta respetabilidad hacia su propia existencia. Una madre de familia, una trabajadora o una profesionista, hacen más que estos grupos ideológicos de minorías ruidosas, que han enemistado a la sociedad con una causa justa, creando una imagen de las mujeres reactiva, violenta y de argumentos elementaloides.
La antimonumenta es un adefesio estético, que no sólo no representa a las “mujeres que luchan”, denigran el espacio y la simbología de la presencia femenina en la sociedad y en la Historia. Es increíble que la trayectoria de las mujeres, nuestra definitiva influencia y trabajo en la evolución social, quede reducida a una imagen que parece letrero de sanitario de “damas”.


Con este adefesio, además, pretenden conquistar una autoridad sobre un espacio que les pertenece a todos los habitantes de esta ciudad, presentes y futuros, bautizándolo con una palabra que las describe en su incultura y desfasada concatenación de consignas.
El feminismo radical se está convirtiendo en un escaparate de desprestigio de la causa de las mujeres. Se mueve entre la incultura y el capricho, ya destrozaron la columna del Ángel de la Independencia y ahora van por la glorieta sin aportar nada más allá del vandalismo de sus acciones y sus ideas. Cristóbal Colón hizo más por nuestra cultura que estos grupos de choque. En la inmadurez social que ahora padecemos es imposible reconocer que, como cultura, somos producto de ese viaje que unió a nuestro continente con Europa.
El espacio público es rehén de los grupos activistas y el vandalismo ideológico, lo que dejan tras de sí es la degradación urbana.
La Glorieta de Colón ha perdido su belleza, la presencia de una hermosa escultura que representaba uno de los momentos más trascendentales de nuestra Historia, únicamente por la incultura y la inmadurez de un grupo. Ahora llegan estas feministas radicales a sumarse al ambiente de estulticia y agresividad social. Ése es su triunfo.