Con los resultados a nivel federal de las elecciones de este 6 de junio no podemos determinar a un gran triunfador, ni el partido en el gobierno, Morena, con sus partidos “satélites” PT-PVEM, ni mucho menos las fuerzas opositoras del PRI – PAN – PRD.
Morena puede ver una victoria importante en dos puntos fundamentales: Las 11 gubernaturas de las 15 en disputa que ganó en alianza, cuando sólo gobernaba una de éstas. Además, como partido único, ganaría entre 190 y 203 escaños, cuando en 2018 obtuvo 191 curules de mayoría relativa (elecciones).
En los dos sexenios anteriores el partido en el gobierno perdía diputaciones de mayoría relativa, y por consiguiente en representación proporcional, en este caso Morena sacaría, en el mejor escenario, 12 más.
En las elecciones intermedias de 2009, el PAN pasó de tener 136 curules de mayoría relativa obtenidos en 2006 a 68. Perdió la mitad de las representaciones relativas en tan sólo tres años.
El PRI para el inicio del sexenio de Enrique Peña Nieto obtuvo 165 diputaciones de mayoría relativa, para las elecciones intermedias de 2015 obtuvo 155 curules en la Cámara de Diputados por la misma vía.
Morena cortó esa racha que el partido en gobierno perdía de forma independiente puestos en la Cámara de Diputados. Pero, es importante recalcar que su coalición perdió curules en comparación con 2018. En la anterior Legislatura contaba con 308 y para esta tendrá entre 265 y 292.
En resumen, Morena como partido único seguirá siendo mayoría parlamentaria, su coalición seguirá siendo mayoría absoluta, pero le queda un poco lejana la mayoría calificada requerida para las reformas constitucionales.
El partido en el gobierno tiene la certeza de que sigue siendo la mayor fuerza política a nivel nacional, controlando prácticamente todo el sur del país, y gran parte del centro y norte.
La ¨victoria de la oposición¨
Lo que ganó la coalición opositora del PRI – PAN – PRD es, básicamente, lo que dejó de ganar Morena, muy poco en base al mérito propio. Llámelo ¨voto castigo¨, ¨hartazgo¨ o ¨decepción¨.
Impedir que Morena ganara la mayoría calificada en la Cámara de Diputados no puede, ni debe verse con aires triunfalistas. Porque no hay cambios esenciales en la confección de la Cámara baja, ganar 30 diputaciones más después del fracaso de 2018 no es sinónimo de victoria.
Lo anterior se verifica con lo pésimo que le fue a la coalición en las elecciones de las gubernaturas, ya que no pudo ganar ni una sola en las que se presentó en alianza.
La oposición – y no en alianza – se llevaría, según los conteos preliminares, únicamente dos gubernaturas: la de Querétaro con el panista Mauricio Kuri, y Chihuahua con María Eugenia Campos de la coalición PAN – PRD.
Otra de las victorias importantes que se adjudica la oposición es la Ciudad de México. Arrebatarle la mayoría de las alcaldías (9 según el PREP capitalino), restarle protagonismo en el congreso local y dividir diputaciones federales tiene que ver más con los groseros errores de Morena en la capital.
A más de un mes de la tragedia en la Línea 12 del Metro (26 muertos y 90 heridos) sigue sin haber responsables y mucho menos alguien que se deslinde de su cargo; la represión a manifestaciones, especialmente a los colectivos feministas; y el poco avance en materia progresista a nivel local y federal fueron uno de los aspectos que condenaron a Morena en la Ciudad de México.
Entonces la oposición debe evaluar mejor los escenarios y olvidarse de que estas elecciones ellos son los ganadores, al contario, son los favorecidos de los errores del partido en el gobierno.
¿Qué deben hacer cada uno?
Lo mínimo que deberían de hacer cada bloque – tanto oficialista como opositor – es revisarse desde adentro y tener la autocrítica sobre las fortalezas y debilidades sobre lo hecho hasta el momento, porque lo que está en juego en el futuro es muy importante.
Sorprende que el presidente, Andrés Manuel López Obrador y la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum no esgriman un poco de autocrítica ante su descalabro – para nada menor – en la capital del país. Es incongruente apuntar al electorado y a la ¨campaña sucia¨ como causantes de esa derrota y no verse al propio espejo.
Por parte de la oposición, deberá de construirse bajo un proyecto claro, preciso y consistente sobre lo que pretenden y quieren para la nación. La actitud reaccionaria contra el presidente nunca podrá considerarse un proyecto.
Es muy importante que esto lo logren construir en el corto plazo porque en un país con un gobierno como el de López Obrador – que es poco abierto al diálogo y a concesiones – es necesario un referente ético/moral que guíe al otro sector.
Además, deben aprovechar este suceso de las elecciones – en el que Morena, de momento, no advierte de dónde vino el golpe – para construir un proceso en base a lo que viene, porque sino la coalición tendrá menos vida de lo que piensan en este momento.
No sólo pueden quedarse con las campañas de incertidumbre a la población de los peligros que puede representar el gobierno de López Obrador, con eso solo no les alcanza.
Morena, por su parte, a causa de su pragmatismo y nulo avance en la agenda progresista se perdió la oportunidad histórica de dar otro batacazo sobre la mesa similar al de 2018 y pierde, ligeramente, fuerza y convencimiento de cara al futuro próximo.
¿Qué viene próximamente?
En el futuro próximo viene la consulta para enjuiciar o no a los expresidentes por corrupción, seguido de ello vendrá la revocación de mandato, para que posteriormente estemos encima de lo que será el panorama hacia la elección Presidencial de 2024.
Estas elecciones intermedias deben ser usadas por cada fuerza política como una especie de encuesta o sondeo para identificar cómo están parados y hacia qué territorios deben reforzar sus discursos que logren persuadir y convencer a más personas.
Morena deberá revisar su dirigencia, principalmente a un personaje tan cuestionado como su presidente, Mario Delgado que, en menos de un año, debilitó al partido del mandatario nacional hasta puntos que no podíamos imaginarnos. Además, Delgado está señalado en el caso de la Línea 12 del Metro, pues cuando ésta se construyó él era secretario de Finanzas del gobierno de Marcelo Ebrard, y se le acusó por inflar los costos de la obra y sobre la adquisición de trenes.
Y la posición deberá esbozar una hoja de ruta clara que vaya mucho más allá de lo reaccionario. El terreno de las ideas es mucho más importante y parecen omitirlo, eso les puede terminar pasando factura ante una población que es menos ingenua de lo que creen.
Para las ciudadanas y ciudadanos debemos celebrar que el proceso se llevó en relativa calma y cada fuerza aceptó los resultados sin ningún chisteo. Eso es una buena señal para nuestra democracia.
Y, tenemos que agradecer que contamos con un organismo competente capaz de garantizar el ejercicio de la democracia como el INE, el cual bajo un contexto de pandemia pudo capacitar y organizar las elecciones más importantes en la historia moderna de nuestro país.
De nuestra parte queda seguir ejerciendo esa democracia, porque no sólo la desempañamos el día que salimos a votar, sino también diariamente manifestándonos, exigiendo y alzando la voz ante las injusticias que vienen desde la clase política.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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