“No me atrevo a soñar un futuro bueno”, ¿se puede visualizar algo positivo en lo que no se entiende?, probablemente no.
La niñez es un período lleno de asombro y tropezones en que se pone a prueba toda nuestra capacidad de adaptación, tolerancia y aprendizaje para aprender a vivir…
Entonces, ¿cómo estamos pensando el futuro?, ¿lo hacemos desde el voluntarismo, desde el deseo, desde el asombro, desde el miedo tal vez? Lo que vendrá, pone siempre en juego a la incertidumbre y al anhelo.
La popularidad ideológica es una carnada compleja; como bien sabemos, no hay líder a quien el aplauso y la aclamación no lo seduzca.
A todos nos ha pasado, de tiempo en tiempo nos habitan emociones y sentimientos, pero no hay capacidad de hacer encajar lo que se vive con lo que se puede expresar.
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