El amor responde a lógicas y leyes que tienen un física propia; no hay, afortunadamente, reglas o respuestas universales para esta experiencia.
Saber y tiempo, ambos infinitos, ambos actuando como remolinos o laberintos por los que transitamos, y en los que, inevitablemente, nos diluimos.
Si el futuro es una enorme interrogante, ¿qué mejor razón para calibrar sus instrumentos, inventar otros nuevos y salir a navegar?
No olvidar, así de simple. Todos los pueblos, toda comunidad, todo ser humano, tiene el derecho y el deber de la memoria.
Estamos hechos de palabras, somos palabra; nos constituimos gracias a ellas, nos explicamos en ellas, discutimos gracias a ellas.
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