Sonora, temible y venenosa, la serpiente de cascabel despierta admiración, curiosidad y también respeto.
Animal reverenciado en la Antigüedad, forma parte integral del imaginario colectivo de los antiguos pobladores de Mesoamérica.
Ellos concibieron un sitio especial en el que radicaban los dioses: Tamoanchan: ubicando según algunos, “arriba de los trece cielos”, de acuerdo con otros, “sobre todos los aires y los nueve cielos”.
El dios Quetzalcóatl transportó desde el inframundo hasta ese sitio, los huesos sagrados, con los que se hicieron los primeros hombres.
Quetzalcóatl es representado por una serpiente emplumada; extraordinaria figura sincrética que resulta de la unión del quetzal: una exótica ave de brillante plumaje y una serpiente, llamada coatl por los antiguos.
Los mayas lo conocían como Kukulcán. Es el Dios de los vientos y la lluvia, el creador de la humanidad. También protector de sacerdotes y comerciantes. Dios del aprendizaje, la ciencia, la agricultura, la artesanía y las artes. El inventor del calendario.
Su representación más antigua se encuentra en La Venta y pertenece a la cultura olmeca; también se puede admirar en Teotihuacán; allí, en la piedra tallada se distinguen claramente los cascabeles de las serpientes.
La unión indivisible de dos seres tan distintos, es la fáctica representación de un universo misterioso y alarmante en el que se conjugan lo desconocido y lo impredecible.
La serpiente de cascabel es parte integral de esta deidad a la que los antiguos atribuyeron multitud de poderes. Quetzalcóatl es hoy y será siempre símbolo de la tradición indígena.
Los europeos vieron por primera vez a la víbora de cascabel, después de los viajes de Cristóbal Colón; la sonaja de sus colas y el veneno que emana de sus colmillos despertaron una enorme curiosidad en los pobladores del Viejo Mundo.
Se conoce también con el nombre de crótalo, palabra que proviene del griego krotalo y significa sonaja, castañuela o cascabel. Existen 29 especies de víboras de cascabel; únicamente una de ellas carece de sonaja en la punta de la cola.
Son endémicas del continente americano. Su presencia es detectable desde el sureste de Canadá hasta el norte de Argentina. Su tamaño varía, algunas pueden llegar a medir hasta dos metros y medio. Tienen el cuerpo compacto y delgado, la cabeza se distingue del cuello y es plana.
El cuerpo del crótalo está cubierto de escamas; el fondo varía en colorido: puede ser amarillo, verde, rojo, pardo y también negro. La cascabel, exhibe orgullosa tres hileras de manchas romboidales, una en el dorso y las otras dos en ambos costados.
Debe su nombre al sonido que produce al agitar la sonaja que lleva en la cola; la cual está formada por una serie de eslabones de queratina; estos son huecos y se encuentran engarzados. Cuando el animal mueve la cola los eslabones chocan entre sí y generan un tañido, que alerta de la presencia del reptil.
Cuando la víbora de cascabel se siente amenazada, se aleja rápidamente; en cambio, si se percibe acorralada, ataca con rauda e inesperada agresividad.
Se alimenta de vertebrados, desde diminutas lagartijas, hasta mamíferos; en ocasiones, suele ingerir dos o tres animales a la vez.
Sus predadores son las serpientes de mayor tamaño y las aves rapaces, como el halcón, el búho y el águila, también algunos mamíferos, como el coyote y el gato salvaje.
Las víboras de cascabel cuentan con dos tipos de veneno, uno que paraliza a su presa y otro que le genera hemorragias internas. Son las serpientes más venenosas del continente; sin embargo, no todas ellas lo son.
Es un animal mimético, lo cual significa que la coloración, el patrón de sus escamas y su textura, le permite confundirse con el entorno; lo anterior le facilita acercarse a su presa sigilosamente, al tiempo que se enrosca, en preparación para el ataque.
Instantes más tarde, en menos de un segundo, la serpiente lanza la cabeza hacia adelante, abre la boca, atrapa a la presa con el maxilar inferior, del maxilar superior emergen sus poderosos colmillos huecos, que haciendo las veces de jeringas, inyectan los venenos.
Las serpientes no mastican, aun cuando la presa sea muy grande, la engullen de un solo bocado; para lo cual, cuentan con la habilidad de dislocar las mandíbulas. Su cuerpo es sumamente flexible y se ensancha dramáticamente cuando tragan un almuerzo de gran tamaño.
El veneno, además de inmovilizar a la presa comienza a digerirla, proceso que continúa en el interior del animal y es sumamente lento; a una serpiente puede tomarle varios meses digerir al animal que se tragó.
La serpiente de cascabel es un reptil perfectamente adaptado, un depredador esencial en el mantenimiento del equilibrio de los hábitats en que vive.
Para los mexicanos su relevancia, es además histórica, dado el papel que desempeñó en los usos y costumbres de los antiguos pobladores de estas tierras.
Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, está presente en la cotidianidad mexicana, será siempre parte esencial de las culturas de Mesoamérica.
Muy interesante. Por pura curiosidad: ¿Están en peligro de extinción? ¿Con qué frecuencia atacan a las personas y cual es el índice de mortalidad de Las personas que han sido atacadas una víbora de cascabel?
Gracias por leer el artículo y por comento. Algunas especies de crótalos se encuentran en riesgo, de hecho existen programas establecidos para su protección, como PACE Crótalus. Atacan al hombre únicamente cuando se perciben amenazadas, de hecho le temen. Se calcula que cada año fallece el 2% de las personas mordidas por serpientes de cascabel.
muchas gracias!!!