Estados Unidos ha comenzado a desplegar con mucha intensidad su política regional hacia México y Centroamérica. Dos visitas lo demuestran, en los primeros días de junio, la primera del secretario de Estado Antony Blinken, quien fue a Costa Rica en una visita de dos días y que marcó las prioridades de la agenda estadounidense hacia la región: el respeto a los derechos humanos, seguridad, prosperidad y medio ambiente. Los temas pueden parecer los mismos de siempre (salvo en la administración Trump), pero tuvieron un ingrediente más específico, el tema de la corrupción, como central. La corrupción como raíz de la migración, que a los ojos de la nueva administración americana es una de las causas más importantes de la misma. La construcción de buenos gobiernos, propuso Blinken, es la manera para mitigar la erosión de los derechos humanos, de la independencia del poder judicial y la represión en los medios de comunicación independientes y las organizaciones no gubernamentales.
La otra visita, la de la vicepresidenta Kamala Harris a Guatemala y México, el 7 y 8 de junio, que abordará los temas mencionados, refuerza la visión de Estados Unidos sobre la región. Ambas visitas muestran un espíritu de cooperación en la región y como dirían los clásicos, primero la zanahoria, ¿será que después vendrá el garrote?
Al mismo tiempo que las visitas toman su curso, la Casa Blanca emitió su primer memorándum sobre Seguridad Nacional (NSSM1). El documento establece la lucha contra la corrupción, como el primordial interés nacional de esa nación y como parte del proyecto de la defensa de la democracia que es uno de los temas más sensibles para el presidente Biden (de hecho planea hacer una Cumbre en defensa de la Democracia para 2022). Una de las propuestas del memorándum es que todas las agencias y departamentos del gobierno de Estados Unidos hagan recomendaciones para reforzar las capacidades gubernamentales en la lucha contra la corrupción. Lucha que se hará en conjunto con sus aliados, el sector privado y la sociedad civil. La propuesta toma en cuenta la corrupción en Estados Unidos porque el presidente Biden busca forjar un liderazgo mundial, desde el ejemplo.
Una de las agencias pilares en el proyecto contra la corrupción es USAID, la agencia de desarrollo internacional del gobierno norteamericano, que se dedica a la cooperación internacional. La agencia busca de manera asistencial lograr, dicen ellos, la prosperidad en el mundo vía el fortalecimiento de las capacidades de los gobiernos y de la sociedad civil. Tiene proyectos de inversión para el desarrollo en 134 países y ha representado el 1% del presupuesto federal de Estados Unidos. El presidente Joe Biden propuso incrementar el paquete presupuestal para la USAID y el departamento de Estado en 10% para el año 2022. Los países que han sido receptores de la cooperación para el desarrollo de la agencia en la región han sido, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, el este y el sur del Caribe y Venezuela.
Los temas que trabajan son muy parecidos para todos los países, aunque se identifican las necesidades específicas de cada uno. Para el caso de México, por ejemplo, los temas más importantes son: transparencia, derechos humanos, crimen y violencia, estado de derecho y sustentabilidad. En la proyección hecha para México entre 2020 y el 2025 (USAID.gov), el objetivo principal de la estrategia de cooperación incluye la identificación de gobiernos estatales y locales que tengan un verdadero compromiso para luchar contra la delincuencia y apoyarlos. También se menciona una inversión en cadenas productivas sustentables para fortalecer la competitividad y mejorar el ambiente de negocios en el país, seguir fomentando la cooperación con la agencia mexicana de desarrollo, AMEXCID. Entre las propuestas encontramos una muy interesante que es una inversión de 100 millones de dólares para la extensión del programa sembrando vida y jóvenes construyendo futuro en el Salvador y Guatemala y Honduras. La estrategia incluye continuar con el apoyo a la sociedad civil organizada y otros actores para fortalecer los temas de transparencia, corrupción o inmunidad, entre otros.
La política regional de Estados Unidos hacia México y Centroamérica, envuelta en el manto del fortalecimiento de la democracia, nos demuestra que en el interés nacional norteamericano su seguridad pasa por la seguridad y la prosperidad de la región. Visión que no es nueva, pero que refuerza la lectura wilsoniana de abanderar el liderazgo vía el fortalecimiento democrático de la región y el mundo y nos recuerda el viejo lema de Woodrow Wilson: “make the world safe for democracy”. Los autócratas no tienen lugar en este proyecto.
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