Fue lo mejor de la noche. Elegante, decidido, valiente, subió al escenario iluminado, vigilado por decenas de cámaras de televisión. Millones de personas presenciaban el espectáculo, y sucedió como un regalo: Will Smith, ofendido por una broma sobre su esposa, con su brazo largo y fuerte, cruza con una bofetada la cara del conductor de la ceremonia, Chris Rock, y le exige, además, que no vuelva a pronunciar el nombre de su esposa.
La entrega de los Oscares de la Academia Americana de Cine es un espectáculo largo, aburrido, que ha perdido espectadores por su falta de audacia, su previsible corrección. Trataron de romper con esto escribiendo un guion para su anfitrión, con bromas del tipo de los comentarios que circulan en las redes. Contratan guionistas carísimos para escribir parlamentos idiotas. La broma fue de mal gusto, se burlaba de la enfermedad de la esposa de Will Smith que estaba nominado al premio a Mejor Actor, es inconcebible.
En la obsesión por la “corrección política” se supone que hay que cumplir el reglamento de la Academia, y soportar esas bromas sin inmutarse, porque ellos mandan. Smith reaccionó de la forma correcta, se indignó porque se involucraron con un ser amado enfrente de millones de personas. La bofetada es la respuesta a una ofensa, no fue un golpe con el puño, en el siglo XVII se hubieran citado en un duelo con espadas. Smith reaccionó como un caballero de esa época, cuando el honor existía.
La Academia, ese comité invisible y dictatorial, declaró que van a “revisar” si expulsan a Smith temporalmente o de forma permanente. Se supone que violó el reglamente que, entre otras cosas, impide tocarse en el escenario, ¿el reglamento no prohíbe burlarse de la enfermedad de una persona? Asumen que para no ser un paria en Hollywood hay que soportar incluso burlas públicas. En su discurso de agradecimiento del premio a Mejor Actor, que le entregaron minutos después de la bofetada, Smith dijo que “por amor se hacen locuras”.
El amor y el honor no son correctos, para la “corrección política”. La Academia es feroz, han destruido carreras de cientos de artistas, si deciden condenar a Smith lo van hacer un mártir de la puritana forma de ver la vida que infecta las pantallas de cine, que censura películas, y nos dicta su escala de valores. Mantener las formas, aunque las formas vayan en contra de la dignidad. La bofetada fue un gesto libertario, fue la reivindicación de miles de personas que deben soportar las ofensas de las redes sólo porque condenarlas es un “atentado contra la libertad de expresión”. Es una incongruencia que premian CODA, una película sobre las personas que padecen sordera, y se burlen de la enfermedad de una persona, ése es el código, el Poder decide qué es correcto y qué es incorrecto. El establishment necesita varias bofetadas.
Bien dicho. Basta de esta falta de respeto a todos y a todo, que impera en Hollywood.