Residente de casi todos los océanos desde hace 16 millones de años, este gigantesco pez puede alcanzar a medir más de 9 metros de largo.
Su cuerpo en forma de huso pareciera reproducir intencionalmente un diseño aerodinámico; esa anatomía le facilita desplazare a velocidades cercanas a los 25 km por hora.
Sin duda alguna se trata de un exquisito prodigio de la naturaleza; prueba incontestable de la sobrevivencia del mejor adaptado.
Su boca pareciera sonreír amablemente, sin embargo, es uno de los animales más temibles del mundo. El tiburón blanco está muy lejos de ser un pez manso y amigable; sin embargo, su fama de voracidad y violencia supera en mucho a la realidad.
El ataque al hombre sucede únicamente cuando confunde a un nadador o un buzo con una foca o alguna otra presa, lo cual por fortuna es poco frecuente.
El corpulento escualo cuenta al menos con 300 dientes aserrados, de forma cónica, dispuestos en varias hileras sucesivas. Se calcula que la fuerza de su mordida equivale a más de 12 toneladas.
Es capaz de introducir en su boca, de un solo bocado, una presa hasta de 14 kg. Cuando la caza es de mayor tamaño, al capturarla, sus poderosas mandíbulas le deforman el cráneo instantáneamente.
Se trata del depredador más grande del planeta. Su alimentación es muy variada, come todo tipo de peces; mamíferos marinos como focas, marsopas, delfines y aún ballenas. En ocasiones se alimenta de aves marinas y cuando no encuentra nada más sabroso, sacia su apetito con calamares, pulpos y cangrejos.
Sus sentidos son sumamente agudos, tiene la capacidad de recoger vibraciones en el agua y gracias a ello ubica con gran precisión a sus presas. Aunado a lo anterior, por medio del olfato consigue detectar una pequeña cantidad de sangre a varios kilómetros de distancia.
La piel del tiburón blanco es áspera al tacto; su dorso de color gris pizarra le permite confundirse con el fondo del mar en las zonas rocosas; la tonalidad va disminuyendo en los costados y en el vientre es blanca.
Tiene dos aletas dorsales triangulares, la anterior es muy grande y asoma a la superficie del mar, en ocasiones suele observarse desde la playa, toda vez que el tiburón nade no muy alejado de la orilla. Esa imagen aparece en la película Tiburón acompañada de música sombría y amenazante, generando implacablemente alaridos de terror en la sala.
Un hecho casi inconcebible es que el esqueleto de este enorme carnívoro es cartilaginoso y cuando muere se descompone con gran rapidez, dejando únicamente las poderosas fauces de hueso, bordeadas por esas temibles hileras de dientes.
El tiburón blanco vive en zonas cercanas a las costas, sin embargo, también se le puede observar en mar abierto, ya que realiza grandes migraciones.
A lo largo del tiempo, la especie ha generado en el hombre además de temor, una inmensa curiosidad. Esto dio lugar a que lo antes impensable, hoy sea factible; para sorpresa de muchos, en algunos sitios es posible acercarse al enorme depredador.
En el océano Pacífico, a 241 km de la costa de la península de Baja California, se localiza la Isla Guadalupe. Habitada por una pequeña población de pescadores, cuenta además con una base militar y una pista de aterrizaje.
Entre los meses de agosto y octubre el tiburón blanco nada en la proximidad de esta isla de origen volcánico; convirtiéndola en uno de los pocos lugares del mundo, en donde se logra el avistamiento del majestuoso escualo.
Sin lugar a dudas, quienes lo intentan son adeptos de las emociones fuertes. Con el fin de lograr un encuentro seguro, y admirar de cerca a las célebres creaturas, el buzo debe sumergirse en el interior de una jaula.
Así resguardado, con el equipo necesario y la supervisión profesional, es posible acercarse a los temibles escualos y corroborar la grandeza de la naturaleza.
A pesar de tratarse de una especie perfectamente adaptada a vivir en un área sumamente extensa desde hace millones de años. Hoy este impactante pez se encuentra en peligro de extinción a causa de la actividad humana. Las principales amenazas son la cacería indiscriminada, la pesca accidental y la contaminación de su hábitat.
El tiburón blanco es una especie que representa, entre otras cosas, la posibilidad de permanencia en la Tierra durante millones de años.
Además, su contribución al balance del ecosistema que habita es de suma relevancia; por lo cual, resulta imperativo protegerlo y asegurar su sobrevivencia. Sería inaudito privar a las generaciones futuras de conocer a estos célebres gigantes marinos.
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P.S. Mi agradecimiento al fotógrafo José del Rio por las bellísimas imágenes que complementan este artículo.
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