“¿A quién pertenecen los mares de México?”
Gabriel Cuadri.
México tiene el enorme privilegio de estar ubicado entre dos océanos, lo cual se traduce en la singular riqueza biológica que albergan las playas, costas y mares de nuestro país, esto concede al territorio nacional una gran relevancia en el ámbito mundial.
En México hay varias Áreas Protegidas Marinas; sin embargo, eso no basta para asegurar su cuidado; aun hace falta la creación de una política pública específicamente avocada a la conservación y el cuidado de estos cuerpos de agua.
El ecologista Mario Gómez, especialista en la designación de Áreas Naturales Protegidas, señala que es posible detectar un frenesí alimenticio cuando se contemplan aves sobrevolando zonas marinas. Él asegura que esto es señal de que la cadena alimenticia no ha sido afectada y, por ende, existe un equilibrio sano en el hábitat.
Lo anterior, que debiera ser la normalidad, se ha convertido tristemente en excepción.
El gobierno ha otorgado concesiones a la industria pesquera en el Mar de Cortés que permiten la explotación total e indiscriminada de los recursos del mar.
La pesca industrial no sólo afecta directamente al sitio en el que se desempeña, sino que también impacta a un entorno mucho más amplio.
En los últimos años, la escasez de anchoveta y sardina en el Mar de Cortés ha ocasionado la disminución del 70% de los nidos del charrán elegante y la gaviota mexicana, en Isla Rosa, un pequeño islote ubicado en este cuerpo marino.
Lo anterior, es únicamente uno de los muchísimos ejemplos que señalan el daño que esta actividad ejerce perenemente en el equilibrio del ecosistema.
Lo que podría apreciarse como una importante fuente de ingreso, es en realidad el presagio de la devastación, el empobrecimiento; la paulatina e irreversible pérdida de riqueza y biodiversidad.
Grandes barcos pescarán las especies deseadas y junto con ellas perecerán muchas otras.
Los expertos calculan que hasta un 80% de la captura que realizan algunas compañías pesqueras es sacrificado o devuelto al mar, muchas veces para perecer en las aguas; en este grupo se encuentran peces, aves y mamíferos.
El mar, igual que cualquier ecosistema, se desempeña en sincronía; cada especie cumple su función y todas son esenciales para mantener el equilibrio ecológico del hábitat.
Lo anterior nos obliga a reflexionar e insistir de modo enérgico en el establecimiento de una legislación limitante y protectora, diseñada específicamente para asegurar el resguardo de los habitantes de los océanos y enfocada en la recuperación de la salud de las zonas marinas.
Destacados científicos han comprobado en años recientes que la creación de Áreas Protegidas Marinas brinda protección a los habitantes tanto del océano como de las áreas terrestres aledañas y, por si esto fuera poco, provee al planeta de un blindaje en contra del cambio climático.
México cuenta con un litoral de más de 11,000 kilómetros y una Superficie Marina Territorial que sumada a la Zona Económica Exclusiva (ZEE), es 150% más extensa que el área terrestre de nuestro país.
Resulta francamente inconcebible que no se disponga de una flota oceanográfica, enfocada al estudio y obtención de datos que permitan la creación de programas de manejo integral de costas y mares.
Es momento de valorar con seriedad y responsabilidad la riqueza ecológica de México; de dar marcha atrás a los proyectos invasores de los hábitats naturales.
Por fortuna, la Coalición en Defensa de los Mares de México (CODEMAR) se ha abocado a la tarea de crear un Sistema de Áreas Marítimas Protegidas con Zona de Exclusión de Pesca.
Por medio de esta figura, el Estado mexicano podrá garantizar que el territorio marino de nuestro país pertenece a todos los mexicanos, y así deberá asumir la responsabilidad de salvaguardarlo.
Existe más de un motivo para comenzar por la designación del Mar de Cortés, en su totalidad, como Área Natural Protegida con Zona de Exclusión de Pesca; el más importante es que el tiempo apremia.
La destrucción es inmediata; en cambio, la recuperación toma tiempo, requiere de un gran esfuerzo y no siempre es exitosa; además de que implica un costo elevado.
Los mares de los mexicanos deben conservar su equilibrio ecológico a toda costa, y la actual administración está obligada a hacerse cargo de ello con premura.
De lo anterior depende el bienestar del presente y sin lugar a duda también el de las generaciones futuras.
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