Ellos se ríen de mí porque soy diferente.
Yo me río de ellos porque todos son igualitos.
Anónimo.
Al parecer, los teóricos y funcionarios que han diseñado la política y la estrategia del comercio exterior mexicano que asesoran a AMLO, desconocen que la Unión Europea es resultado de un largo proceso de integración económica que se inició en el año de 1952 con la creación de la CECA, y que continuó con la firma del Tratado de Roma en 1957, mismo a través del cual se definió una estrategia para completar las 5 etapas que formalmente comprende un proceso de integración económica.
Desgraciadamente, México apenas si ha “completado” la 1ª etapa, la ALADI, correspondiente al Intercambio de Concesiones Arancelarias para una lista de productos que gozarían de diversos tipos de preferencias, lo que se ha traducido en un relativo incremento del intercambio comercial entre sus miembros, pero, verdaderamente muy contradictorio, pues no ha habido desarrollo económico en el bloque, ya que si en 2011 su PIB correspondía a 7.76% del total mundial, en 2020 ya sólo fue de 4.67%.
La segunda etapa de integración económica corresponde a la creación de un área de libre comercio en la que, a través de la supresión de barreras arancelarias y no arancelarias, se logra una integración comercial y productiva, basada en un proceso de producción compartida transfronteriza, a través del cual se trata de añadir más valor en la producción regional que, en el caso del TLCAN, ahora T-MEC ha sido todo lo contrario, pues en el período 2000-2020 su participación en la producción mundial de bienes y servicios descendió de 34.94% a 28.05%.
Ambos elementos no se han alcanzado y, consecuentemente, no se han conseguido los objetivos fundamentales de un área de libre comercio; tampoco se ha logrado la generación de mejor y mayor número de empleos, ni el incremento del bienestar de la población de la región, es decir, no se ha agotado la etapa porque no se han cumplido sus objetivos, ya que las variables económicas de México lejos están de converger con las de Canadá y EE.UU. y, por el contrario, cada día se encuentran más distantes.
Las siguientes etapas de la integración económica incluyen la creación de una Unión Aduanera que, desgraciadamente, no podemos lograr por el creciente alejamiento de México de las variables económicas de sus “socios” del original TLCAN, aunque el doctor Jaime Serra Puche, como “buen teórico del comercio exterior”, errónea e ilógicamente la propone como una solución a los problemas económicos que, particularmente, México padece de manera creciente.
En consecuencia, las siguientes etapas del proceso de integración económica que corresponden a un Mercado Común y una Unión Económica, cada día se nos presentan aún más lejanas. Desde la firma del TLCAN, que era un marco idóneo para el desarrollo económico de México, los teóricos y funcionarios del comercio exterior mexicano nunca implementaron una estrategia realista que nos permitiera aprovechar las supuestas ventajas negociadas en el TLCAN, como tampoco lo hicieron con los otros 52 países con los que firmaron TLC’s sin ton ni son, cosa que también carecieron con los 33 APPRIS que firmaron para supuestamente “captar” mayores flujos de inversión extranjera directa.
En su lugar, los altísimos funcionarios han desarrollado sus actividades con base en un esquema de improvisación y simulación que en nada ha favorecido a México, convirtiéndolo en un país cada día más pobre.
Así, del año 2001 al 2020, período en que prácticamente han estado en vigor todos esos acuerdos que firmaron nuestros altísimos funcionarios, supuestamente para el desarrollo de México, caímos de la 8ª a la 16ª posición como economía mundial, habiendo sido rebasados por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia, según se puede ver en el cuadro siguiente marcados con amarillo.
Así, nuestra participación en la captación de flujos de Inversión Extranjera también ha sido decreciente, con el agravante de que gran parte de la IED que recibimos es de mala calidad, ya que un gran porcentaje es de compra de activos. Esto es, el proceso de adquisición que incluye operaciones que no generan los beneficios que normalmente se espera de la nueva IED.
Conviene señalar que, en 1994, primer año de vigencia del TLCAN, las perspectivas parecían halagüeñas para nuestro país, siendo el año que mayor proporción de captación de flujos de IED se logró. Sin embargo, conforme avanzó el sexenio y hubo un mayor conocimiento de la pésima calidad de las instituciones públicas y el bajo nivel de nuestros funcionarios, la confianza y las esperanzas de los mexicanos y de los inversionistas extranjeros del país, en el desarrollo económico, se fueron perdiendo.
Esta situación se volvió repetitiva en cada una de las administraciones sexenales que fuimos padeciendo, pues normalmente hubo un incremento de la inversión mexicana y extranjera al inicio de cada sexenio y una caída conforme avanzaba el mismo, según se puede ver a continuación.
Así, de 1994 en que captamos el 4.3% de la IED Mundial y ocupamos el 4º lugar como destino preferido de los inversionistas internacionales, en el 2019 caímos al 16º lugar y sólo captamos el 2.14% de dichos flujos, a pesar de tener un TLC con EE.UU., la principal fuente generadora de inversión extranjera mundial; de tener TLC’s con otros 52 países; y de tener APPRIS con 33 países.
Desgraciadamente, en 2019, primer año de la Administración de la 4T, la incertidumbre se presentó desde antes de que accediera al poder.
En ese año caímos al 16º lugar como destino preferido de la IED, ya que realmente no se crearon expectativas favorables por las numerosas contradicciones que contenían las declaraciones de los altos funcionarios, mismas que han venido confirmando con sus acciones y el paso del tiempo.
Comentarios
Hoy que nos hablan del deseo y posibilidad de construir en América algo similar a la Unión Europea, lo veo imposible.
Para México, cualquier intento de avanzar hacia una etapa superior de integración, aun en el seno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es una barbaridad, especialmente con este bloque que se propuso como un mecanismo de concertación e integración regional el 3 de diciembre de 2011, pero que parece más una propuesta ideológica que económica a la necesidad de realizar esfuerzos entre los Estados de América Latina y el Caribe. Todo esto con el fin de avanzar en la unidad y en la integración política, económica, social y cultural; aumentar el bienestar social, la calidad de vida, el crecimiento económico de la región, y promover el desarrollo independiente y sostenible, sobre la base de la democracia, la equidad y la más amplia justicia social.
Sin duda, una situación que está harto difícil de alcanzar por la enorme dispersión y diversidad de “temas centrales” de su agenda –misma que incluye un total de 22–, y por la evidente carencia de políticas públicas idóneas que ha sido la tradición en este grupo de países.
Los objetivos que específicamente se propusieron para lograr su desarrollo son: Seguridad Alimentaria, Agricultura familiar; Empoderamiento de la mujer e igualdad de Género; Población y Desarrollo; Afrodescendientes; Prevención y Lucha contra la Corrupción; Migraciones; Trabajo; Problema Mundial de las Drogas; Educación; Cultura; Ciencia, Tecnología e Innovación; Desarrollo Sostenible; Medio Ambiente y Cambio Climático; Gestión de Riesgo de Desastres; Infraestructura; Energía; Desarrollo Productivo e Industrial; Cooperación; Mecanismos y Organismos Regionales y Subregionales de Integración; y Relacionamiento Extra regional.
Son éstas una serie de tareas loables que me parecen más una lista de buenos deseos y regalos que normalmente se le piden por carta a los Santos Reyes, pero que no podrán ser satisfechos a pesar del omnímodo poder de Sus Santidades.
Apuntes finales
Para ubicarnos adecuadamente en un contexto realista, me permito señalar que, desde el 2011 en que se propuso la creación de la CELAC, sus retrocesos como bloque económico han sido extraordinarios, pues si en ese año generaba el 8.11% de todos los bienes y servicios que se producían en el mundo, para el 2020 su participación se redujo a 5.09%. Excluyendo a México, las cifras resultan más pobres, reduciéndose a 6.42% y 3.85%.
Pensando como siempre, como un buen mexicano que me considero que soy y en beneficio especial de nuestro querido país, también nos llevamos una enorme decepción, ya que si en 2011, con el 1.635% de la población del mundo generábamos el 1.686% del PIB Mundial, para el 2020 el porcentaje de la población se incrementó a 1.685% y la participación en el PIB Total se redujo a 1.245%. Es decir, -26% menos en la generación de riqueza mundial, dividida entre mayor volumen de población.
Así, en 2011, el PIB Per Cápita de México fue de 10,458 USD, en tanto que el PIB Per Cápita Mundial fue de 10,148 USD, de tal manera que el promedio mundial estuvo por debajo del mexicano en un -3,05%.
Desgraciadamente, en 2020, la situación se volvió muy desfavorable para México porque nuestro PIB Per Cápita se redujo a 8,069 USD, en tanto que el mundial nos superó llegando a 10,148 USD. Esto significa que nuestro ingreso se situó -20.49% por debajo del promedio y de la generación de riqueza mundial.
Ya para terminar y no sentirnos más vapuleados con comparaciones que dan lástima, diré que si en el 2011 un total de 10 países de la CELAC se ubicaba por arriba del PIB Per Cápita mexicano, para el 2020 nuestro PIB Per Cápita descendió a 8,069 USD, por lo que, en total, 13 países nos superaron, entre ellos “dos de nuestros hermanos menores”: Costa Rica y Panamá con 11,629 y 14,090 USD; países que nos rebasaron grandemente porque su PIB Per Cápita se ubicó 35% y 64% por arriba del nuestro.
Por cierto, en el 2011 nuestro PIB Per Cápita era de 10,458 USD, el de Costa Rica era de 8,489 USD y el de Panamá de 8,421 USD, lo que quiere decir que en el período 2011-2020, el nuestro decreció -23%, en tanto que el de nuestros dos “hermanos menores” creció 37% y 67%, respectivamente.
En medio de este marasmo, sin rumbo ni ideas claras, no sé lo que vaya a pasar en los próximos tres años, pero, por lo pronto, nuestros altísimos funcionarios tendrán que buscarle una nueva denominación a esos países que nos han rebasado de una manera “tan irrespetuosa”, sin pensar que nuestro país es su “hermano mayor”.
El contenido presentado en este artículo es responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente representa la opinión del grupo editorial de Voces México.
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