En 1990, Canadá, Estados Unidos y México iniciaron las negociaciones para la firma de lo que sería el TLCAN, a través del cual se buscaba mayor integración comercial y productiva entre los tres países que constituirían el mayor bloque económico mundial que, mediante el aprovechamiento de las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida, incrementaría su competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional; atraería mayores flujos de inversión extranjera directa en la región; y generaría mayores y mejores empleos en el área de libre comercio lo que se traduciría en un creciente bienestar de su población.
México sería un país especialmente beneficiado debido a que durante más de 40 años se había establecido un esquema de producción compartida transfronteriza a través de la maquila realizando procesos de manufactura que, con la entrada en vigor del TLCAN, se facilitarían mucho más y este nuevo marco permitiría añadir mayor valor en nuestro país pues la dotación de factores de la producción manufacturera entre los tres socios era complementaria, lo que convertía a nuestro país en un socio verdaderamente estratégico en este proceso.
A fin de propiciar el aprovechamiento de esta esta ventaja, siendo yo el Consejero Comercial de México para Quebec y las Provincias Marítimas de Canadá con sede en Montreal, realicé una serie de actividades de Inteligencia Comercial que se inició con reuniones con las principales empresas canadienses para conocer su participación en la negociación del Acuerdo de Libre Comercio Canadá-Estados Unidos, experiencia que determinó que México adoptara el mismo sistema de asesoría empresariado-gobierno que habían utilizado los canadienses denominado “Cuarto de Junto”.
La actividad de Inteligencia Comercial la continué con la recuperación de los trabajos y estudios realizados por Canadá para la firma del Acuerdo de Libre Comercio con los Estados Unidos. Dichos trabajos fueron ampliamente difundidos entre los organismos gubernamentales y el empresariado mexicano, a fin de dar a conocer la estructura de la planta productiva canadiense y norteamericana, las barreras arancelarias y no arancelarias existentes en ambos países, la posición y las propuestas de los mismos en dichas negociaciones, los resultados de esas negociaciones así como los programas establecidos para adaptarse a las condiciones creadas por el nuevo marco ALC Canadá-Estados Unidos.

Las actividades de Inteligencia Comercial abarcaron los sectores de competitividad, legislación laboral, fiscal, ecología, energía, siderurgia, manufactura, servicios, hule, construcción, industria en general, compras de gobierno, silvicultura y agricultura; cerveza, vinos y licores; industria farmacéutica, genética animal, industria de lácteos, patentes, marcas, inversión extranjera, transferencia de tecnología, normalización, empaque y etiquetado; instituciones financieras, transporte aéreo; prácticas desleales, aplicación de impuestos antidumping y de cuotas compensatorias, entre muchos otros así como la información que sirvió de base para reformar el Padrón de Importadores de México, para la creación del Instituto Mexicano para la Propiedad Industrial y la aplicación de multas en el sector pesquero. En el anexo encontrarán el detalle de algunos de los documentos que remití a BANCOMEXT, SECOFI, STPS, SRE, SHCP etc., a fin de aportar elementos para diseñar una estrategia que permitiera aprovechar el marco de acceso preferencial que crearía el TLCAN.
Especial referencia me permito hacer al estudio comparativo de la legislación laboral de Canadá, Estados Unidos y México (Comparison of Labour Legislation of General Application in Canada, the United States and Mexico), que remití en marzo de 1991 a numerosos organismos gubernamentales y empresariales mismo que recientemente comenté en este columna teniendo en cuenta que el Foro Económico Mundial nos habla de la competitividad de las economías señalando la importancia que en este aspecto juegan el empleo y los factores que influyen en él como la flexibilidad del mercado laboral pues, a través de éste, se busca estrechar la cooperación entre los patrones y los sindicatos, flexibilizar la ley de contratación y separación de los empleados y, de extrema importancia, la alineación entre salarios y productividad a fin de generar mejores empleos y mayor bienestar, lo que en el caso de México incidiría grandemente en la reducción de la emigración, elemento que resultaba prioritario para nuestro país y nuestro vecino norteamericano para evitar el gran problema que actualmente estamos sufriendo.
Durante el periodo 1994-2001, el dinamismo de las exportaciones mexicanas se situó en el segundo lugar de crecimiento mundial con 206%, sólo superado por Vietnam. Este dinamismo fue originado por la enorme competitividad que había alcanzado nuestro marco sistémico como consecuencia de las reformas estructurales realizadas en los 80’s y principios de los 90’s; por el acceso preferencial que se logró al mercado más grande del mundo a través del TLCAN; por la presencia de numerosas empresas transnacionales que se ubicaron en México utilizando a nuestro territorio como un centro de costos, pero que imprimieron un gran dinamismo a nuestra exportación y, adicionalmente, por la enorme devaluación resultante del “error de diciembre” de 1994, que momentáneamente contribuyó a abaratar los productos mexicanos en el extranjero, pero tuvo efectos terriblemente negativos para la mayor parte de los mexicanos pues, de un solo guamazo creó el mayor número de pobres que registra la historia de México y generó una deuda enorme para todos sus habitantes, misma que todavía estamos pagando sin que se haya responsabilizado a alguien de este terrible desastre.
Parodiando a Herbert Hoover, el Doctor Jaime Serra, causante de este terrible desastre podría haber dicho: “Bienaventurados los jóvenes, porque ellos heredarán la deuda nacional”.

Para el periodo que va de 2001 a 2018, la tasa de crecimiento de la exportación mundial fue de 210% en tanto que la mexicana fue de sólo 184%. En esta etapa, México nuevamente fue superado por Vietnam, que se ubicó en primer lugar, pero además por China, India, Polonia, República Checa, Rusia, Brasil, Corea, Australia, Arabia Saudita, Tailandia, Suiza, Emiratos Árabes Unidos, Singapur, Indonesia, Holanda, Hong Kong y España, de tal manera que México cayó hasta el 19º lugar en crecimiento a pesar de que en este periodo ya estaban vigentes los TLC’s con 46 países adicionales –que los funcionarios y teóricos del comercio exterior mexicano habían recomendado firmar– pues, supuestamente, iban a generar enorme riqueza, empleos y valor agregado en México así como crecientes flujos de inversión extranjera por la firma de 33APPRIS, con el fin último de crear bienestar para todos los mexicanos.
Esta terrible caída en el dinamismo de nuestras exportaciones fue generada por la enorme pérdida de competitividad una vez que se diluyeron los efectos positivos de las reformas estructurales realizadas en los 80’s y principios de los 90’s, y a la ausencia de una política ad hoc, lo que generó un marco sistémico enormemente deficiente debido a la pésima calidad de las instituciones públicas y de sus funcionarios, mismos que han sido incapaces de definir una estrategia de desarrollo con políticas públicas realistas, situación que se ha traducido en una pesada tramitología y altos costos de transacción.
Detallando al respecto, es importante señalar la ausencia de una política de fomento industrial; la carencia de una política realista de comercio exterior; la desaparición de 2,500 empresas exportadoras de las cuales 900 eran empresas maquiladoras que abandonaron nuestro territorio; la reducida y decreciente variedad de bienes en la producción orientada al mercado doméstico y a la exportación así como el reducido y decreciente valor agregado nacional de bienes orientados al consumo nacional y al exterior.
Asimismo, habría que mencionar la decreciente participación en la captación de flujos de inversión extranjera mundial, con el agravante que gran parte de la IED que se ha captado en este periodo ha sido de compra de activos; la destrucción de la estructura de promoción de las exportaciones y de la inversión extranjera directa.
Adicionalmente, habría que apuntar la carencia una estrategia de promoción de comercio exterior con programas, proyectos y políticas públicas realistas; la firma compulsiva de TLC’s con otros 52 países sin antes haber consolidado nuestra presencia en el mercado norteamericano y sin programas específicos que permitieran capitalizar las supuestas ventajas negociadas en el TLCAN y los otros TLC’s; y para culminar esta serie de errores, una apertura comercial totalmente incongruente basada en una desgravación arancelaria unilateral como ningún otro país la ha realizado, misma que ha dañado a la planta productiva nacional al generarle una competencia desleal; y una flotación sucia del peso cuya sobrevaluación se ha traducido en importante subsidio a la importación.
Sobre estos problemas, me permito recalcar que la firma compulsiva de TLC´s con otros 52 países atomizó las reducidas fortalezas de México y esta situación fue agravada por la carencia de complementos adecuados para aprovechar dichos instrumentos.

Comentarios:
La idea de afianzar a México como socio estratégico de Estados Unidos cada vez se aleja más de nuestro horizonte debido al manejo inadecuado de nuestra economía, especialmente en materia de competitividad, de fomento, de comercio exterior y de inversión extranjera durante los 25 años de vigencia del TLCAN, lo que se ha traducido en una decreciente generación de riqueza en territorio mexicano pues, especialmente en los 18 años más recientes, la caída de México como economía ha sido terrible, al pasar de ser la 9ª en el 2001, a la 15ª posición en 2018, en tanto que el PIB per cápita cayó del 41º al 74º lugar.
La pérdida de competitividad del marco sistémico jugó doblemente en nuestra contra pues numerosas empresas extranjeras radicadas en nuestro territorio lo abandonaron y trasladaron sus actividades al continente asiático y, también, muchas empresas mexicanas tuvieron que recurrir a la importación de insumos para proveer al mercado interno y para exportar convirtiéndose en empresas maquiladoras de ensamble básico con reducido valor agregado a la reexportación.
Al mismo tiempo, muchas empresas norteamericanas establecidas en Estados Unidos y en México trasladaron su producción manufacturera a Asia, al no tener en México la respuesta que se esperaba como “socio estratégico”, de tal manera que numerosos insumos norteamericanos que importábamos de ese origen para producir, ensamblar productos y reexportar hacia Estados Unidos, ahora los importamos de Asia, aberrantemente producidos por empresas norteamericanas en ese continente para reexportar a la Unión Americana, es decir, la emigración de empresas manufactureras mexicanas y norteamericanas hacia el continente asiático nos ha dañado doblemente, por lo que desgraciadamente, numerosos mexicanos que no pueden satisfacer sus necesidades más básicas por falta de empleo formal en nuestro país, tienen que optar por entrar a la informalidad, emigrar o ingresar a las filas de la delincuencia.
Así, el comportamiento de las cifras totales de la importación procedente de Estados Unidos entre 1993-2018 nos muestra un decreciente suministro de productos e insumos norteamericanos que en el periodo alcanzó un -29.21% de la importación total, en tanto que la importación originaria de Asia se incrementó en 23.4% y, de este porcentaje, 17.4% provino de China; es decir, ha habido un proceso de sustitución de importaciones procedentes de la región que ha incidido negativamente en la integración comercial y productiva que se fijó como primer objetivo del TLCAN y, consecuentemente, se ha manifestado en la reducida generación de valor agregado y creación de empleos en México y en la región pues nuestros altísimos funcionarios no supieron propiciar el aprovechamiento de las ventajas comparativas y, mucho menos, propiciar el desarrollo ventajas competitivas.
Sin duda alguna, la información recopilada a través de la actividad de Inteligencia Comercial de la Consejería Comercial de México para Quebec y las Provincias Marítimas de Canadá con sede en Montreal, pareciera que no fue aprovechada por los altísimos funcionarios, pues nunca hubo complemento alguno ni definición de una estrategia que permitiera aprovechar las supuestas ventajas negociadas a través del TLCAN.
Apuntes finales:
El desarrollo de México como un socio verdaderamente estratégico de Estados Unidos y de Canadá, hubiera fortalecido nuestra economía y nuestra posición frente a nuestros socios y, especialmente, con la nación estadounidense en un momento en que Trump ahora nos ve como un socio débil y poco útil –como un patio trasero– para enfrentar a los otros bloques económicos, sobre todo, teniendo en cuenta que el TLCAN y sus miembros son los países que más han perdido participación en la generación de riqueza a nivel mundial a partir del año 2000 y que, en el caso de México, además la situación es verdaderamente deprimente pues si en el año 2000 nuestro PIB per cápita se ubicaba 21% por arriba del PIB per cápita mundial, para el 2018 cayó 15% por debajo del mismo.
Como consecuencia, la situación que vive México en este momento es sumamente delicada y sólo será posible redimirla definiendo una estrategia integral que incluya competitividad y fomento industrial así como la reestructuración de la promoción de las exportaciones y la inversión extranjera directa, con programas, proyectos y políticas públicas realistas.
Anexo:
Reporte de Actividades en Montreal sobre Inteligencia Comercial.
Quiza la eliminacion de las fotografias permitiria una mejor actualizacion ahora que cambio el regimen