Hoy vamos a dar una vuelta por el jardín. Este jardín puede ser privado o público, sin embargo, su esencia es, desde su origen en Egipto y Mesopotamia, la misma, contar con un espacio de relajamiento que permita reposar y disfrutar de manera pacífica.
Curiosamente el origen de la palabra jardín llega a las lenguas romances a través de una adaptación del vocablo alemán “garten”. Es esta raíz la que deriva en el término “jardín” en español y el “giardino” italiano. A su vez, este vocablo proviene del franco de origen germánico –que no pasó por el francés– que significa “cercado” o “limitado por una cerca” y que, al pasar al francés, equivale al significado de “huerta”. Así se integra el concepto de un espacio limitado, donde se cultivan plantas que deleitan por sus flores, matices, aromas u otras particularidades.
Las diversas culturas que han poblado la tierra han ido aportando su manera de ver y hacer la jardinería, sobre todo en respuesta al periodo que les toco vivir. Así tenemos los primeros registros de jardines, como lo había mencionado antes, entre los egipcios y los mesopotámicos.
Los jardines de Egipto y de Mesopotamia nacen cuando los seres humanos, ya sedentarios empiezan a generar espacios de satisfacción corporal y espiritual en un espacio pacífico y de recogimiento. En particular en Egipto hacían diseños geométricos en los que se ve un gran dominio de en la jardinería ya que, con las plantas y árboles que utilizaban, generaban espacios donde las palmeras se alineaban para tener sombra y ponían estanques en los que criaban peces comestibles, es decir, sus hermosos jardines ofrecían además utilidad adicional para el consumo y para el disfrute.
Después tenemos los jardines de la antigua Persia. Ahí se hacían jardines-paraíso, que eran para el solaz y recreo. En una superficie cuadrada, en un espacio cerrado, y empleando redes de riego diseñaban una cruz filiar que representaba a los cuatro ríos cuyas aguas bañaban su territorio. Estos ríos, el Tigris, el Éufrates, el Guijón y el Pisón, responsables de la fertilidad de la región, daban a sus jardines un significado sagrado.
De Persia vamos a viajar en el territorio y en el tiempo hasta Grecia. La relación de los griegos con sus jardines, como espacios donde el crecimiento de la vegetación es controlado y diseñado por la mano del hombre, es social. Ellos diseñaban parques arbolados en los que se llevaban a cabo reuniones filosóficas, políticas, académicas, etc. Además agregaron elementos arquitectónicos por los que tenían una especial preferencia.
Por supuesto de los parques griegos tenemos que ir a los romanos. A diferencia de los jardines anteriores a la era romana, de estos jardines existen restos físicos en las ruinas de diferentes ciudades. Los romanos inventaron o incorporaron a la jardinería muchas herramientas. Además, pusieron fuentes y sistemas de riego porque tenían un enorme conocimiento de la hidráulica. Ahora bien, los romanos idearon las casas adosadas al jardín que son tan placenteras de habitar y que ellos denominaban “villas ajardinadas”.
Otro estilo clásico de jardines es el musulmán. Estos son jardínes al interior de las propiedades que lo que promovían era el recreo de los sentidos, el aislamiento y la intimidad. El elemento agua y las plantas aromáticas son distintivos de estos jardines. Plantas como el azahar, el jazmín o la lavanda son emblemáticas y, aún ahora, cuando uno tiene la oportunidad de sentarse en un jardín de naranjo y ensimismarse en la reflexión y el gozo y tranquilidad que el ambiente procura.
El desarrollo de los jardines en la época medieval incluye el cultivo de productos alimenticios. Contar con un pequeño huerto, tanto en castillos como en monasterios se contaba con estas zonas de siembra de vegetales, árboles o arbustos frutales, plantas que eran utilizadas para el consumo y para la preparación de productos medicinales.
Hasta aquí el recorrido por los jardines en esta edición. En la siguiente iniciamos el paseo en el Renacimiento. Mientras, desde el encierro que esta pandemia nos exige, pensemos en nuestro jardín interior, ¿qué sembramos en nuestro corazón y nuestra alma? ¿Cómo hacemos para que nuestra vida florezca para nosotros y todos los nuestros?
También te puede interesar: La química y la tecnología en el desarrollo de las esencias. Parte IV.
Deja un comentario
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.