México sigue siendo uno de los países más desiguales y con una de las tasas de movilidad social más bajas en el mundo.
Ni la nación más poderosa puede sola ante lo complejo y sofisticado que se han vuelto las sociedades y los mercados.
Al presidente no le están dando las herramientas, o no se las quiere construir, para lograr las metas con las que sueña.
No hay condiciones para abrir las escuelas porque los gobiernos no las han generado, no porque la educación sea una actividad inherentemente más peligrosa.
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