Había una vez, en un reino llamado Toropiara, su líder infalible había muerto y no tenían la menor esperanza en su sucesor.
El amor responde a lógicas y leyes que tienen un física propia; no hay, afortunadamente, reglas o respuestas universales para esta experiencia.
Saber y tiempo, ambos infinitos, ambos actuando como remolinos o laberintos por los que transitamos, y en los que, inevitablemente, nos diluimos.
Al día siguiente, cuando la telefoneé para quedar, Diana me dijo que habíamos terminado y hasta el día de hoy la echo de menos.
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